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Bo Xilai, el ‘principito’ caído

Es lo más parecido a un político occidental que ha tenido China en las últimas décadas

El exdirigente comunista Bo Xilai.
El exdirigente comunista Bo Xilai.CCTV (AFP)

La trascendencia del proceso judicial a Bo Xilai se ve acrecentada por el origen del exdirigente chino. Nacido el 3 de julio de 1949, es uno de los llamados principitos, dada su condición de hijo de uno de los líderes históricos del Partido Comunista Chino (PCCh). Su padre, Bo Yibo, fallecido en 2007, fue camarada revolucionario de Mao Zedong y viceprimer ministro.

Bo Xilai, un hombre extravertido, con aires de seductor, que habla inglés, y lo más parecido a un político occidental que ha tenido China en las últimas décadas, labró su ascenso a la cumbre en medio de la polémica y las acusaciones de corrupción y abusos. Fue alcalde de la ciudad nororiental de Dalian (provincia de Liaoning), gobernador de Liaoning y ministro de Comercio, cargo este que desempeñó entre 2004 y 2007. Ese año fue designado miembro del Politburó y secretario del partido de la municipalidad de Chongqing, la más poblada de China.

Su traslado a esta ciudad del centro del país fue interpretado por algunos como un intento de alejarlo de Pekín. Desde allí, aprovechó para incrementar su notoriedad y su fama con la vista puesta en su entrada en la cúpula del partido en el XVIII congreso del PCCh celebrado en noviembre pasado. Para ello, puso en marcha una campaña populista de cultura ‘roja’ inspirada en los tiempos revolucionarios del maoísmo e impulsó políticas igualitarias y de crecimiento económico animado por el Estado. También llevó a cabo una controvertida campaña contra el crimen organizado en Chongqing, que tuvo gran resonancia a nivel nacional, pero se vio rodeada de denuncias de torturas e ilegalidades.

Sus iniciativas recibieron las simpatías de muchos de los 30 millones habitantes de Chongqing y de otros que esperaban que podría extender sus políticas izquierdistas al resto de China. Pero su gran ambición y su estilo abierto y excesivo para los cánones de discreción que dicta el PCCh provocaron la ira y la enemistad de algunos líderes, en un momento delicado de relevo en el partido. También fue percibido como alguien que miraba más por su propio interés que por el de China y como una amenaza para las profundas reformas económicas, con más participación del sector privado y las fuerzas del mercado, que los dirigentes chinos entrantes, encabezados por el ahora presidente, Xi Jinping, consideran que necesita el país.

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