Descubierta la primera plantación de hoja de coca en Centroamérica
Un operativo policial halla un sembradío en suelo panameño, cerca de laboratorio artesanal para producir cocaína
Esta semana fuerzas militares de Colombia y unidades policiales de Panamá anunciaron que habían tenido éxito en una misión combinada de combate antidroga que desplegaron en un remoto sitio del sector caribeño de la frontera entre ambas naciones pero el operativo aportó una sorpresa: el primer hallazgo en suelo panameño y centroamericano de una plantación de hoja de coca, un cultivo tradicionalmente concentrado en lejanos sitios de territorios colombianos, peruanos, ecuatorianos o bolivianos.
La noticia fue confirmada a EL PAÍS por Nidia Díaz, vocera del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá (Senafront), un cuerpo policial especializado en la protección de los límites panameños con sus vecinos, Colombia, al oriente, y Costa Rica, al occidente.
“Lo que [los narcotraficantes] hicieron fue pasar la línea fronteriza”, explicó Carlos Alvarado Valverde, Director del (estatal) Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD). Consultado por EL PAÍS, Alvarado afirmó que “este hallazgo no sorprende tanto, en la medida en que del otro lado de la frontera [de Panamá y Colombia] hay plantaciones”.
“Mi lectura es que es muy desafortunado el hecho de que ya hayan excedido la frontera [de Colombia] con Panamá”, añadió, aunque destacó como “muy afortunado” que Panamá lograra detectar la plantación.
La situación es notable en una región que, como Centroamérica, ya es productora de marihuana—tradicional e hidropónica—y de drogas sintéticas o éxtasis, así como de amapola, que se produce en Guatemala y es materia prima de la heroína. Alvarado aclaró que “tampoco podemos hablar de una generalización absoluta de cultivos de este tipo en Centroamérica”.
Un informe oficial del Ministerio de Seguridad Pública de Panamá reveló el pasado martes por la noche que un operativo combinado de soldados colombianos y policías panameños permitió localizar y destruir dos sembradíos de aproximadamente dos hectáreas con hoja de coca en la selvática región de Chucurtí, cerca del Puerto Obaldía, en el litoral panameño sobre el Mar Caribe, y perteneciente a la comarca indígena panameña de Kuna Yala.
En el mismo sector fue localizado lo que Díaz describió como un pequeño laboratorio artesanal para el procesamiento de la hoja y producir cocaína.
El comisionado Frank Ábrego, director del Senafront, informó que, de acuerdo con estimaciones de expertos del ejército colombiano que participaron en la misión bilateral, la plantación logró producir unas cuatro o cinco cosechas al año. Los cálculos aproximados mostraron que fueron destruidas cerca de 5 mil plantas de un cultivo que es la materia prima para la producción de cocaína.
Los especialistas también calcularon que el laboratorio tenía capacidad de producir cerca de 30 kilos de cocaína por mes. Al respecto, el fiscal antidroga de Panamá, Javier Caraballo, narró a la televisión panameña que el laboratorio procesaba droga con mecanismos rústicos y “a poca escala”.
La zona del hallazgo, que es parte de la jungla del Tapón del Darién, se convirtió durante muchos años como bastión de las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El Darién sirve de barrera natural en gran parte del límite entre Panamá y Colombia y es una espesa jungla de difícil tránsito que ha sido utilizada como refugio o santuario de retaguardia por las guerrillas colombianas, acusadas de controlar el negocio del narcotráfico en esa y otras partes.
En el punto de operaciones, el ministro panameño de Seguridad Pública, José Raúl Mulino, explicó a medios panameños de prensa que “toda la actividad narcoguerrillera que entre Colombia y Panamá paremos aquí beneficia a toda la región”. Por la contraparte colombiana acudió el general Sergio Mantilla, quien junto a Mulino anunció la próxima instalación en el área de un puesto limítrofe para combatir al narcotráfico y a otras actividades delictivas.
Por su cercanía geográfica con las más importantes bases de producción de cocaína—en especial de Colombia—y con los grandes mercados estadounidenses de consumo, Centroamérica es una plataforma clave de los cárteles mexicanos y colombianos para el contrabando, almacenamiento y reexportación de estupefacientes hacia México y Estados Unidos.
Un cálculo del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos determinó que del 80% al 90% de la cocaína que ingresa al mercado estadounidense pasa por rutas centroamericanas. El gobierno de Costa Rica estima que unas 900 toneladas de esa droga pasan anualmente por Centroamérica, que apenas decomisa al año unas 85 toneladas.
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