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Los países de la OTAN se resisten a dar un paso adelante en Siria

Kerry pide a los socios planes de contingencia ante un posible ataque con armas químicas

Ana Carbajosa
John Kerry, en la reunión de la OTAN en Bruselas.
John Kerry, en la reunión de la OTAN en Bruselas. OLIVIER HOSLET (EFE)

Los ministros de Exteriores de los países de la OTAN parecieron no darse por aludidos ante las nuevas revelaciones israelíes que hablan de evidencias claras del uso de armas químicas por parte del régimen de Damasco contra la población civil. El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que asistía por primera vez a este tipo de cumbres, pidió a los socios en Bruselas que preparen planes de contingencia ante un posible ataque químico, pero también se apresuró a matizar que Washington no da por probadas las alegaciones israelíes.

El presidente Barack Obama ha dejado claro en el pasado que la utilización de armas químicas equivaldría a traspasar una “línea roja” y a una invitación a la intervención. La Alianza se resiste sin embargo a dar credibilidad a las informaciones que confirman el uso de armas químicas frente a las pruebas que dice tener Israel y las acusaciones de Francia y Reino Unido. Diversas fuentes en la Alianza Atlántica repiten una y otra vez que la OTAN “no tiene ninguna intención de intervenir dentro de Siria”. “Es un tema que ni siquiera se discute”, indica otra fuente en los cuarteles generales de la Alianza en Bruselas.

La hasta ahora maltrecha vía diplomática es a estas alturas la única vía que contemplan los 28 Estados miembros. La Alianza Atlántica se muestra contraria a intervenir abiertamente en el conflicto sirio, que ha dejado 70.000 muertos según el recuento de la ONU desde que estallara la rebelión popular y que ha obligado a un millón de personas a refugiarse en los países vecinos. El riesgo de que los choques traspasen las fronteras e incendien toda la región es cada vez más serio, como ha recordado esta semana el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.

Mucha preocupación y poca traslación en acción es lo que trascendió de la reunión de los socios de la OTAN esta semana en Bruselas. Más allá de las declaraciones retóricas y del despliegue de baterías antimisiles Patriot en Turquía, la respuesta atlántica no ha ofrecido frutos tangibles. Mientras, algunos aliados como Francia o Reino Unido han defendido un levantamiento de armas a los rebeldes y el jueves la Unión Europea acordó aliviar las restricciones comerciales impuestas a los rebeldes que ahora podrán comparar y vender petróleo de los Veintisiete.

Una veintena de los Estados miembros han anunciado recortes de entre el 15% y el 20% en Defensa

Son medidas tímidas que pocos creen que vayan a contribuir a una mejora significativa. La inacción de Occidente al tiempo que asiste al derrumbe de Siria en directo, consume los nervios de alguna que otra alta fuente de la Alianza, a la que le asombra que las renuencias a actuar sean de tal calibre que ni siquiera propuestas como la de la implantación de una zona de exclusión aérea como se hizo en Libia, estén ahora sobre la mesa. Mantiene la fuente que los avances tecnológicos permitirían la puesta en marcha de una zona de exclusión con un riesgo mínimo, mediante el uso de aparatos no tripulados. Esa zona como sucedió en Libia tendría el objetivo —al menos sobre el papel— de “proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques”.

Hay diversas razones que explican, al menos de forma parcial, la inacción occidental. La primera, y tal vez la principal, es el escollo diplomático que representan China y Rusia, contrarias a que iniciativas diplomáticas que pasen por la caída de Bachar el Asad vean la luz en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El caso sirio es además muy diferente al libio debido al tamaño del Ejército y de los enfrentamientos sectarios que van en aumento y que complicarán según los analistas cualquier escenario post-Asad, como sucede en Irak. Ha sido precisamente el desastre de la invasión iraquí y las armas fantasmas de destrucción masiva las que ahora hacen las veces de vacuna perfecta y aún en vigor contra la acción militar. La fuerte alianza siria con Irán y en menor medida con Rusia son otros elementos que complican cualquier posible injerencia occidental.

Como telón de fondo, no se pueden obviar los recortes generalizados en Defensa en los países aliados —21 Estados miembros han anunciado recortes de entre un 15% y un 20%—. En la OTAN restan importancia a este último punto, pero lo cierto es que el vendaval de austeridad que asola algunos países europeos complica la defensa ante las opiniones públicas de cualquier aventura bélica.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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