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El secretario general de la OEA se prepara para regresar a la política chilena

Su mandato en Washington culmina formalmente en 2015

Rocío Montes
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.J. J. Guillén (EFE)

El chileno José Miguel Insulza (Santiago, 1943) está disponible para dejar la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA), reintegrarse a la política chilena y luchar por un escaño en el Senado de su país con miras a las elecciones de noviembre próximo, según ha informado el presidente del Partido Socialista (PS) de Chile. “El secretario general de la OEA me llamó para reiterarme su disposición para ser candidato a senador del PS, sin condiciones”, señaló el lunes el diputado Osvaldo Andrade al periódico La Tercera.

El abogado, que asumió el cargo en mayo de 2005, y fue reelecto en 2010, ha tenido un mandato difícil al frente de la OEA por la relación compleja tanto con el bloque de países del ALBA como con Estados Unidos. Las dudas sobre su permanencia en Washington tampoco han contribuido a estabilizar su gestión: hace meses se especulaba con que Insulza quería regresar a Chile para postular al Parlamento y, por lo tanto, finalizar anticipadamente su período que culmina formalmente en 2015.

La prensa local informó en enero que, en un viaje que Insulza realizó a Santiago en esa fecha, el líder de la OEA y los dirigentes de su partido discutieron la posibilidad de levantar una candidatura en la circunscripción de Coquimbo, a unos 400 kilómetros al norte de la capital. Hasta ahora, sin embargo, el PS chileno no había confirmado públicamente la información, que era manejada en estricta reserva para no interferir en su trabajo en el organismo internacional.

EL PAÍS ha consultado a la OEA sobre las declaraciones del presidente del PS, pero el organismo ha declinado formular comentarios.

Pese a que goza de reputación en Chile, nunca se ha animado a presentarse a cargos de elección popular

En una entrevista concedida a este periódico el 14 de marzo, el chileno habló sobre su salida anticipada: “No voy a abandonar nada, porque cuando una persona decide poner término a una función, lo primero que hace es avisar a quienes le han otorgado ese mandato y dejar un tiempo prudencial para que elijan a un sucesor. Nada de eso ha pasado y yo no tengo previsto que pase. Ahora, naturalmente, yo nunca diré si me voy a quedar aquí hasta el último día, porque uno nunca puede saber y eso sería jugar demasiado con sus tiempos”. Este miércoles, en conversación con EFE, ha señalado que no tiene planes de abandonar la política y que lo que está haciendo en la OEA es muy importante. Insulza, sin embargo, también se ha referido a su futuro: “Después vendrán muchas cosas”.

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Cercanos al abogado socialista señalan que no está a gusto en Washington, que compró una oficina junto a dos amigos en Santiago y que, a dos meses de cumplir 70 años, le seduce la idea de finalizar su vida política en Senado de su país. La decisión deberá ser formalizada antes del 30 de abril, cuando se cumpla el plazo para inscribir las precandidaturas presidenciales y parlamentarias que competirán en las primarias del centroizquierda programadas para el 30 de junio.

La indecisión ha marcado la vida política de Insulza, uno de los ministros más importantes de la transición a la democracia y de enorme influencia en los gobiernos de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000) y Ricardo Lagos (2000-2006). Pese a que goza de reputación en Chile, nunca se ha animado a presentarse a cargos de elección popular. La excepción fue en 1973, antes del golpe de Estado, cuando fue candidato a diputado y perdió al obtener 3,44% de los sufragios. En 2008, pese a que tenía grandes opciones de suceder a Michelle Bachelet y su partido se había embarcado en su postulación, prefirió no competir en la carrera presidencial, lo que facilitó el triunfo de la derecha.

La salida de Insulza de la OEA, según fuentes diplomáticas, no se producirá antes de que haga público el informe sobre lucha contra las drogas que los jefes de Estado de la región le encomendaron el año pasado en la Cumbre de las Américas de Colombia. El secretario general, de acuerdo a la prensa local, organiza una cumbre extraordinaria de mandatarios para entregar este estudio que promete abrir un debate sobre las políticas antinarcóticas vigentes. Otra de las opciones que se barajan, según cercanos, es que concrete su renuncia después de la asamblea general de la OEA de junio.

En noviembre pasado, Insulza enfrentó uno de los episodios de mayor complejidad con Estados Unidos. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense cuestionó su gestión a través de una carta donde se le acusaba de “carencia de una visión estratégica para guiar las actividades de la organización, desgano para tomar complejas decisiones financieras y políticas caprichosas de selección de personal”.

El escrito fue firmada por sus cuatro principales representantes: los republicanos Marco Rubio y Richard Lugar y los demócratas Robert “Bob” Menendez y John Kerry, actual secretario de Estado. En el texto, los congresistas declararon estar “preocupados” porque la “OEA se está deslizando a una parálisis administrativa y financiera que amenaza con condenar a esta honorable institución, a menos que se adopten medidas correctivas audaces, a la irrelevancia”.

La tensión entre Insulza y Estados Unidos se remonta a 2009. En junio de ese año, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se molestó por la maniobra del secretario general en la Asamblea de la OEA donde el chileno logró un acuerdo para derogar una cláusula de 1962 que marginaba a Cuba del organismo.

Insulza tampoco ha presumido de buenas relaciones con el bloque ALBA. El fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, protagonizó innumerables discusiones públicas con el chileno. Los mandatarios de Bolivia y Ecuador han amenazado en varias ocasiones con terminar con la OEA por considerarla un instrumento de Estados Unidos.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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