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Los venezolanos en EE UU no desean volver a su país

La población de Doral, el corazón de la comunidad en Florida, tiene miedo al periodo de transición tras la muerte de Hugo Chávez

Carolina García
Interior del restaurante 'El Arepazo', en Doral,el cierre de la campaña electoral de Henrique Capriles.
Interior del restaurante 'El Arepazo', en Doral,el cierre de la campaña electoral de Henrique Capriles. www.elarepazomiami.com

Tras la muerte de Chávez y con las elecciones en Venezuela en 30 días, el alcalde de Doral (Florida), Luigi Boria, población donde reside el mayor número de venezolanos en Estados Unidos, no volvería a su país aunque ganara el candidato de la oposición Henrique Capriles en las próximas elecciones del 14 de abril. Capriles se enfrenta a Nicolás Maduro, “presidente encargado” nominado por Chávez.

Boria, que se encuentra estos días en Washington, asegura que si gana Capriles “no volveré a Venezuela, pero es necesario acabar con el chavismo, bueno, ahora madurismo”. “Tal vez como turista sí, a visitar sitios dónde iba cuando era niño como Isla Margarita, pero de forma permanentemente, no. Mis razones, la falta de seguridad en mi país y que llevó 23 años en EE UU. Estoy muy asentado y como yo muchos de mis compatriotas de Doral”.

Doral tiene un total de 45.704 habitantes. De ellos, 36.344 son venezolanos, lo que representa el 79,5% de la población, según los datos de 2010 de la Oficina del Censo de EE UU. En todo el país, el número de exiliados de Venezuela ha pasado de 91.000 a 215.000 en 10 años. Además, ha habido un incremento de esta población en regiones donde anteriormente los habitantes procedentes de otros países eran mayoría, como Houston y Nueva York.

Además, “en mi opinión, lo que sentimos los venezolanos en este momento tras la desaparición de Chávez es que queremos avanzar y que contamos con tan sólo cuatro semanas para acabar con el sistema dictatorial comunista y usurpador que gobierna nuestro país desde hace 14 años”, explica el alcalde. El año pasado, este político se convirtió en el primer venezolano en ganar unas elecciones a una alcaldía en EE UU.

“Que Maduro pierda, puede significar que el número de perseguidos y asesinados disminuya, 200.000 personas han perdido la vida por estos motivos en la era de Chávez”, apunta. Tras el fallecimiento del presidente venezolano el pasado 5 de marzo, cientos de organizaciones llamadas colectivos están en alerta y en pie de guerra para defender la causa chavista. “Unos 20.000 soldados que están dispuestos a continuar la revolución. Venezuela no va a ser un sitio seguro”, explica desde la Organización de Venezolanos en el Exilio asentada en Doral (orvex), su presidente, Elio Ponte.

Esta organización se dedica principalmente a conseguir unas elecciones legítimas. “Alertamos a la comunidad internacional de lo que está sucediendo en nuestro país y, esta vez, queremos tener la certeza de que si Maduro gana, sea de forma legal y por la voluntad del pueblo y no por otros intereses”, continúa Aponte. “Si el chavismo continúa en Venezuela será una victoria más para el marxismo comunista”, dice con énfasis este hombre, “una ideología que ya se ha extendido más allá del país y que ya ha llegado a otros como Honduras, Nicaragua o Bolivia. Hay que conseguir parar este avance”, explica. “Aunque Capriles ganará, aún sí, yo no volvería a Venezuela”, concluye con firmeza Aponte.

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El dueño del restaurante Arepazo, Luis Alberto Schilling, local de Doral donde se reúne la comunidad venezolana tanto para ver un partido de fútbol, como para comer una buena arepa -bocadillo típico- o discutir sobre el futuro de Venezuela, está de acuerdo y explica que “la gente no va a volver”. “En todo proceso de transición es necesario un periodo de tiempo para conseguir la estabilidad de la economía y de la seguridad. Nadie va a regresar de momento. Yo personalmente no lo voy a hacer”, explica Schilling de forma amable. “Me da miedo, está todo muy revuelto y yo ya tengo mi ciudadanía, mi restaurante y mis hijos que estudian aquí, por lo que no me muevo”, añade.

Los ciudadanos de Doral viven en conflicto. “Por un lado está el hecho de que nadie se alegra del fallecimiento de un ser humano y en el otro está la esperanza de cambio gracias a las nuevas elecciones”, continúa este restaurador. “Algo que le preocupa a la gente es la transparencia de los comicios. Pero lo importante, en mi opinión, es que la gente participe, que no se pierda esta oportunidad”, añade. Según este hombre, otra de las preocupaciones entre los ciudadanos de Doral es el juramento de Maduro como "presidente encargado" ya que la constitución "prohíbe que el vicepresidente de Venezuela sea nominado”.

Vilma Petrash, residente en la localidad y portavoz de la alcaldía del Doral, cuenta por teléfono que se fue de Venezuela “por obligación”, ya que tuvo que abandonar el país por ser acusada de rebelde civil. “Entre la comunidad reina un sentimiento de confusión muy grande”, explica, “sobre todo porque la campaña electoral va a ser feroz por parte del chavismo”. “Va a ser una campaña en la que muchos van a intentar mantener la pleitesía a Chávez y en la que otros van a luchar con uñas y dientes por la libertad”, continúa Petrash.

“De momento la cosa no empieza bien”, sostiene. “Varios afiliados de Chávez, bueno de Maduro”, rectifica, “han comprado el 60% de Globovisión –principal portavoz de la oposición en Venezuela hasta ahora-“. “Para mí es una declaración de intenciones clara de querer mantener el culto a su presidente fallecido, sobre todo entre la población más pobre del país”, concluye la portavoz.

Los venezolanos en EE UU quieren una victoria de Capriles, y acabar con el chavismo pero el periodo de transición les asusta. Y lo que está claro es que los habitantes del corazón de la comunidad venezolana en Doral, no van a volver a casa pase lo que pase.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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