El Senado checo impugna al presidente Vaclav Klaus por traición
El Tribunal Constitucional juzgará si violó la Carta Magna al conceder una amnistía a principios de año
Vaclav Klaus va a tener un final como presidente de República Checa a la medida de su afición por la polémica y el escándalo. Tres días antes de que expire su segundo mandato y después de diez años en el cargo, el euroescéptico Klaus ha recibido una bofetada por parte del Senado, que ha iniciado esta tarde el proceso para destituirle por "traición" y ha votado a favor de remitir el caso al Tribunal Constitucional, que se pronunciará sobre si violó la Carta Magna -en ese sentido se entiende la palabra traición- al conceder una amnistía.
El día de Año Nuevo, Klaus, de 71 años, tomó la decisión, más propia de otros regímenes, de firmar una gran amnistía que dejaba en la calle a más de 6.000 delincuentes y frenaba los procesos que hubieran durado más de ocho años. La medida de gracia indignó a los ciudadanos y a la oposición socialdemócrata. Karel Janecek, un empresario checo, fue más allá, y junto a varias ONG inició una campaña en Internet y en los medios de comunicación pagada de su bolsillo –él afirma haber invertido 100.000 euros- para conseguir que Klaus rindiera cuentas. “En la amnistía están incluidas una veintena de personas que cometieron graves delitos económicos y robaron cientos de millones en este país”, contaba por teléfono Janecek el sábado, quien desde hace dos años se dedica al activismo contra el fraude. “Con esta medida, Vaclav Klaus hizo oficial la corrupción”, opina.
Aunque la decisión del Senado de iniciar el proceso de destitución tiene que ser avalada en una segunda fase por el Tribunal Constitucional, y aunque ese Tribunal le encontrara culpable de "traición" por la amnistía, la decisión del Senado es sobre todo simbólica, ya que Klaus acaba su mandato el jueves y lo máximo que podría perder es una pensión presidencial de 2.000 euros mensuales. “Es la primera vez que a un presidente se le somete a este proceso. Creo que es un gesto simbólico para el futuro, porque de esta manera el Tribunal Constitucional tendrá que aclarar las atribuciones del presidente, que Klaus interpretó de una manera muy libre”, explica por teléfono el analista y director de la Universidad de Nueva York en Praga Jiri Pehe. En esa visión ampliada de sus poderes, Klaus decidió, por ejemplo, negarse a ratificar el Tratado sobre la Estabilidad del Euro, pese a que había sido respaldado por el Parlamento. Esa ha sido, junto a la amnistía, otra de las varias razones de los senadores para votar a favor de destituirlo por violar la Constitución, en una sesión a puerta cerrada, por 38 votos sobre 30.
Conocido por sus posturas ferozmente euroescépticas –llegó a comparar a la UE con un sistema totalitario y demoró durante meses la firma del Tratado de Lisboa- y por su negacionismo del cambio climático –escribió un libro editado en 2008 por FAES titulado Planeta azul en grilletes verdes-, este incidente empaña la presidencia de Klaus, que él siempre ha visto, según Pehe, “como una competición” contra el legado de su antecesor, el venerado intelectual Vaclav Havel. “Es un final muy amargo para Klaus, que quería ser recordado como un presidente más exitoso que Havel”, asegura.
Un portavoz de Klaus ha dicho a Reuters que “es triste que algunas personas de la oposición utilicen la amenaza del Tribunal Constitucional para gestionar sus disensiones políticas”, en referencia a que muchos de los que han votado a favor en el Senado eran socialdemócratas. El jueves, Klaus se irá en la fecha prevista, pero seguramente no como él esperaba. A partir del viernes, ocupará el Castillo de Praga su sucesor, el ex primer ministro de izquierdas Milos Zeman, quien ya ha adelantado que en la fortaleza volverá a ondear la bandera de la Unión Europea diez años después.
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