Minneapolis como ejemplo
La ciudad ha puesto en marcha un plan de prevención de la violencia juvenil que ha contribuido a reducir en un 66% los casos de menores relacionados con armas
El hecho de que Barack Obama haya decidido desplazarse hasta Minneapolis (Minnesota) para hablar por primera vez de su plan para combatir la violencia de las armas fuera de Washington no es casual. En 2008, la ciudad puso en práctica un programa para erradicar la violencia juvenil que ha contribuido a disminuir en un 66% los entre 15 y 24 años.
“Minneapolis es una ciudad mediana con un historial de violencia notable”, indica en conversación telefónica Alyssa Banks, coordinadora del área de prevención de violencia juvenil del Gobierno de la ciudad de Minneapolis. “Pero entre 2003 y 2006 asistimos a un alarmante incremento de la criminalidad entre los jóvenes de 15 a 24 años. El homicidio se convirtió en la primera causa de muerte entre la población de esa edad”, señala. En los años que lleva en marcha el Proyecto para la Acción, el índice de menores envueltos en incidentes relacionados con armas de fuego se ha reducido en un 66% y el de adolescentes heridos por balas en un 41%, según los datos de la Oficina de Policía de la localidad.
Los responsables de la ciudad, junto a otras organizaciones e instituciones públicas, decidieron atajar el problema de raíz abordando la cuestión de la criminalidad desde otros puntos de vista más allá del policial. En 2006, el Gobierno de la localidad decidió considerar la violencia como un asunto de salud pública. “Tras consultar con expertos y reconocidos profesionales nacionales y extranjeros, nos propusimos afrontar la criminalidad juvenil con unas prácticas similares a las que se han utilizado en otros campos, como la prevención del VIH o del tabaquismo”, explica Banks. “Analizamos el ambiente en el que crecían nuestros jóvenes, cuáles eran sus carencias principales y qué es lo que necesitaban para tratar de educarse en un ambiente menos violento y hostil”.
En 2008 comenzó a funcional el programa Proyecto para la Acción con cuatro objetivos muy determinados. Reforzar la confianza de los adolescentes en los adultos, favoreciendo la presencia de mayores de edad que pudieran ejercer una influencia positiva entre aquellos jóvenes en cuyas familias no exista una figura adulta que juegue un rol semejante; intervenir en los momentos en el que el riesgo de que los menores comiencen a relacionarse con la violencia es mayor –“en aquellas edades en las que se sienten atraídos por las drogas, experimentan con sustancias...”, aclara Banks-; promover los programas de reinserción de delincuentes juveniles, para evitar que los adolescentes con antecedentes queden atrapados en la espiral del sistema judicial juvenil; y cambiar la cultura de la violencia que define a EE UU.
“De estos cuatro objetivos, el más difícil de abordar ha sido el último”, reconoce Banks. “Es importante conseguir que la sociedad sepa que la violencia puede aprenderse y desaprenderse. EE UU es el país desarrollado más violento del mundo. Hay que reducir el impacto de los mensajes violentos que rodean a nuestra cultura de ocio y que se propaga por los medios de comunicación. Este país tiene derecho a saber cómo se vive en una cultura no violenta”, afirma Banks.
El Proyecto para la Acción aborda el tema de la violencia juvenil desde un punto de vista social, el plan de Obama trata de atajar el problema por la vía del control de las armas. Para Banks la iniciativa de la Casa Blanca es muy importante. “Las medidas del presidente sirven para reducir la presencia de las armas en las calles. Con eso sólo no se soluciona el problema, está claro, pero se trata de un plan realmente importante. Los que sostienen que con un mayor control de las armas no se reduce el problema de la violencia es que desconocen la realidad”, dice Banks, categórica.
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