Las tropas francesas llegan a las puertas de Tombuctú
La aviación francesa ha bombardeado Kidal, la primera ciudad conquistada por los tuareg en marzo de 2012
Las tropas francesas y malienses continúan sin oposición la reconquista del norte de Malí. Las fuerzas terrestres llegaron este domingo hasta las afueras de Tombuctú, mientras la aviación bombardeaba Kidal, la tercera ciudad del Azawad, el territorio que cayó en poder de los grupos islamistas armados desde marzo de 2012.Una fuente militar local citada por Reuters indicó que los militares de la coalición francomaliense pasaron por Niafounké el sábado por la noche y llegaron el domingo “a las puertas de Tombuctú sin encontrar resistencia, ninguna resistencia”.
La mítica ciudad, faro del Islam africano, famosa por sus mausoleos de adobe, y declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, ha pasado diez meses bajo el yugo de los grupos yihadistas armados, que aplicaban de forma rigurosa la sharía, la ley islámica, y han destruido buena parte del patrimonio histórico.
Un oficial maliense informó anoche de que algunas “unidades exploradoras” del ejército gubernamental se habían infiltrado en la periferia de la ciudad, de 35.000 habitantes, y subrayó que la principal preocupación era “garantizar la seguridad de los bienes y las personas”. La fuente explicó que en Gao y otras ciudades liberadas se habían producido “pillajes”, y dijo que el ejército quería impedir que se repitiesen los desórdenes.
Algunos vecinos explicaron que, como ha sucedido en otras ciudades del centro y el norte del país, muchos islamistas habían abandonado Tombuctú en las últimas horas huyendo de los bombardeos de la aviación francesa y del avance posterior de las fuerzas terrestres de París y Bamako.
Fuentes militares contaron desde Bamako que los principales líderes de los grupos islamistas Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) y del MUJAO (Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental), además de los Tuareg de Ansar Dine se han refugiado en las montañas de la región de Kidal, situada en el extremo nordeste del país.
El Estado Mayor francés ordenó a su aviación bombardear Kidal, situada a 1.500 kilómetros de la capital, y que hasta ahora había sido un feudo del movimiento rebelde tuareg Ansar Dine, aliado de los yihadistas desde 2012.
Las bombas destruyeron la casa del líder tuareg Iyad Ad Ghaly y un campamento militar, según afirmaron distintas fuentes. Ad Ghaly, un exmilitar, lideró las rebeliones autonomistas de los tuareg en los años noventa. Kidal fue la primera ciudad del norte conquistada en marzo pasado por Ansar Dine y sus socios islamistas, quienes acabaron expulsando de la región a sus antiguos aliados tuareg, el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA).
La minoría tuareg constituye el 11% de los 15,5 millones de habitantes malienses, y sus reivindicaciones sobre el territorio del norte han sido uno de los principales problemas que no ha sabido resolver la joven democracia instaurada en el país en 1992 con la ayuda de París, cuando era presidente François Mitterrand.
La ofensiva franco-maliense logró el sábado su primera gran victoria al hacerse con el bastión islamista de Gao, la ciudad más grande del norte. “La toma de Gao, que cuenta con unos 50.000 o 60.000 habitantes, sigue en curso gracias a soldados de Malí, Chad y Níger”, afirmó ayer el portavoz del ejército francés, Thierry Burkhard. Un grupo de militares chadianos y nigerinos llegó hasta Gao en avión, poco después de que las tropas francesas y malienses se hicieran con el aeropuerto de la ciudad, mientras otros contingentes alcanzaron el lugar por carretera desde la frontera con Níger.
El teniente maliense Adama Coulibaly, que entró el sábado en Gao con las tropas francesas y nacionales, relató a France Presse que la población les recibió “entre aplausos y gritos de ‘Viva Malí’ y ‘Viva Francia”. Otros testigos señalaron que las mansiones cercanas al aeropuerto “fueron saqueadas por algunos vecinos que aseguraban que pertenecían a traficantes de droga”.
Los testimonios de los vecinos de Tombuctú que huyeron de la ciudad en los últimos meses cuentan que los islamistas “pegaban a la gente si fumaba o escuchaba música”. “Les haremos pagar lo que nos hicieron, nosotros también les pegaremos”, declaró Amadou, un joven estudiante refugiado en Mopti (centro del país).
De momento, la guerra de Malí sigue siendo casi invisible, y aparentemente aséptica. Las comunicaciones de teléfono fijo y móvil en las ciudades liberadas están cortadas, y no se permite el acceso a los observadores independientes. Apenas hay imágenes, y hasta ahora nadie ofrece cifras de víctimas civiles.
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