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ELECCIONES EN ISRAEL

Palestina se siente la gran olvidada de las elecciones israelíes

El conflicto y el proceso de paz son los grandes olvidados de las elecciones israelíes Los palestinos quieren seguir avanzando hacia la independencia aunque sea en solitario

Un activista alza una bandera palestina en el campamento de Beit Iksa, cerca de Ramala.
Un activista alza una bandera palestina en el campamento de Beit Iksa, cerca de Ramala. MOHAMAD TOROKMAN (REUTERS)

Por mucho que los partidos en las elecciones israelíes se hayan empeñado en ignorarlo, el muro existe. Y los asentamientos. Existen también los pasos fronterizos. Y los 4,2 millones de personas que habitan en los territorios palestinos. A tenor del discurso político en las elecciones de Israel, nadie lo diría. Desaparecidas de él quedaron las menciones al proceso de paz y al posible Estado palestino. Pero a la otra parte del muro, aunque no tengan la potestad de votar en los comicios israelíes, los palestinos sienten que en sus resultados hay mucho en juego. Tanto, como la salvación de la última posibilidad de tener, finalmente, su propio Estado.

La más que probable victoria de la coalición que el Likud de Benjamín Netanyahu ha formado con el ultranacionalista Yisrael Beiteinu, liderado por Avigdor Lieberman, “abrasa cualquier esperanza de una solución de dos Estados, con apoyo internacional, y la posibilidad de una paz duradera en la zona”, según un reciente documento interno de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Cunde en esa organización el sentimiento de que los partidos y la sociedad israelí han dejado de considerar acuciante el asunto palestino. Opinan que en Israel, Palestina ya ni siquiera es un problema, absorto el país en la amenaza procedente de Irán y en su situación económica.

“Este es el final de la solución de los dos Estados”, explica la legisladora Hanan Ashrawi, integrante del Comité Ejecutivo de la OLP. “No es sólo retórica verbal, no es sólo cháchara, no es sólo competición lingüística entre los candidatos. Este gobierno, sobre el terreno, está destruyendo la solución de los dos estados. Construye más asentamientos. Roba más tierra. Intensifica y aumenta la anexión de Jerusalén y la construcción de asentamientos dentro y alrededor de Jerusalén, aislando la ciudad de una forma cada vez mayor”, añade.

Como muchos otros palestinos, Ashrawi no cree que lo que considera una agónica y lenta muerte de la solución de los dos Estados obedezca sólo a las gestiones del gobierno de Netanyahu. “Los israelíes como sociedad tienen una responsabilidad, y si eligen a este tipo de gobierno, eso significa que todos esos discursos sobre la solución de los dos Estados no es más que palabrería vacía”, añade.

Hanan Ashrawi
Hanan AshrawiABBAS MOMANI (AFP)

“Esto no es sólo un problema de Netanyahu, es un problema de la sociedad israelí en general”, coincide Firas Shomali, residente de Belén de 41 años, que trabaja en el sector de la mercadotecnia. “No hay esperanza. Los asentamientos no van a parar de crecer, y seguirán devorando nuestra tierra, nuestra agua, nuestra electricidad e incluso nuestro aire”.

De hecho, en el corto camino de Jerusalén a Ramala se ven varios de esos asentamientos de israelíes dentro de Cisjordania, vallados, fortificados, de techo rojizo, en lo alto de promontorios, por razones de seguridad. En verano, los colonos en esta zona superaron los 350.000. En una sola semana de diciembre, Netanyahu autorizó la construcción de 11.000 nuevos hogares. No son planes de futuro. Son realidades, que sobre el terreno avanzan a un ritmo vertiginoso.

“Nosotros ya imaginamos cuál es el mapa de Palestina según Netanyahu: un archipiélago sin fronteras con más países que Israel”, explica Xavier Abu Eid, portavoz de la OLP. “Nos han privado del 60% de los territorios anexados de Cisjordania, nos han privado de Jerusalén y nos han privado de la conexión con Gaza. Es el mapa del apartheid”, asegura, empleando un término que ya forma parte del léxico común en los territorios palestinos. “Ni siquiera hablaría de la solución de un Estado. Es la realidad de un solo Estado”, añade.

Esto no quiere decir que los palestinos hayan perdido la esperanza de ver nacer su propio país en un futuro. Creen que la decisión unilateral de declarar su propio Estado observador en la ONU fue un acierto diplomático. “Allí en Israel, ya no les importamos”, explica Tarifi Ayman, de 40 años, que regenta una tienda en el centro de Ramala. “No quieren ver una Palestina independiente. Pero nosotros miramos al futuro, y vamos a seguir luchando por ella. Y vamos a seguir persiguiendo la creación del Estado de forma uniltareal, con o sin Israel”.

Cuando se le pregunta por los temores de algo que preocupa a la comunidad internacional, una tercera intifada, alimentada por los asentamientos y la indolencia que detectan los palestinos en Israel, Ayman es tajante: “Si la hubiera, aquí en Cisjordania sería pacífica, con el fin último de la independencia. De darse, sería una intifada diplomática”.

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