_
_
_
_
MICHEL MARTELLY / Presidente de Haití

“La reconstrucción de Haití debe empezar por el alma y la dignidad de los haitianos”

El presidente de Haití anuncia en esta entrevista que, tras el huracán Sandy, va a iniciar una gira mundial de recaudación de fondos para paliar la deforestación

Pablo Ximénez de Sandoval
El presidente de Haití, Michel Martelly, en Madrid en 2011.
El presidente de Haití, Michel Martelly, en Madrid en 2011.Cristobal Manuel

Su biografía política, de apenas dos años, compite con su lista de éxitos. Michel Joseph Martelly (Puerto Príncipe, 1961) fue el cantante más famoso de Haití antes de convertirse en jefe del Estado en mayo de 2011. Es presidente de un país donde “una mayoría siempre ha sido dejada de lado”, una mayoría miserable, y tiene un discurso político inevitablemente preciso, medido en dólares. Un país que encadena desgracias, la última hace un mes, cuando fue arrasado por el huracán Sandy. Haití necesita ayuda. Mucha. Pero Martelly quiere acabar con la imagen de país pedigüeño. Ve un país orgulloso, con capacidades propias. Fue el primer presidente haitiano en acudir a una Cumbre Iberoamericana, el pasado día 16 en Cádiz, donde fue aceptado como miembro observador.

Más información
Haití, entre el cólera y la parálisis política
El sol no sale en Cité Soleil
Haití pide una oportunidad

Pregunta. ¿Qué les hace falta? ¿Cuál es su prioridad?

Respuesta. En la campaña me comprometí a entregarme a cinco prioridades: empleo, educación, medio ambiente, energía y Estado de derecho. Hay muchos avances en la educación. Porque para mí la reconstrucción de Haití comienza por la reconstrucción de los hombres y mujeres haitianos, del alma haitiana, la dignidad haitiana. Pero los dos últimos huracanes nos hicieron darnos cuenta de que era importante también invertir en medio ambiente, para lo que no habíamos previsto un presupuesto importante. Son las debilidades que estoy notando en un país que ha sido dejado de lado los últimos 100 años. Nuestra cobertura forestal está en menos de un 5%. Una simple lluvia, y las aguas inundan los llanos, las ciudades y los cultivos. Se pierde ganado, se pierden las cosechas y se inundan las ciudades. Las casas de los más vulnerables se van. Necesitamos reforestar. Hay que trabajar sobre los barrancos. Haití es un país montañoso y tenemos miles de barrancos. Por ejemplo, alguno que tenía 20 metros de ancho, ahora mide más de 100 por falta de mantenimiento. Volver a ponerlo a 10 metros de ancho, solo en un tramo de seis kilómetros, para evitar inundaciones, cuesta 50 millones de dólares. El barranco tiene en total más de 30 kilómetros de largo. Es decir, en un solo barranco son cientos de millones de dólares, y estamos hablando de miles de barrancos. Necesitamos un plan. Ya hablé con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo para que hagan una evaluación. Con el plan aprobado, la próxima misión será hacer una gira mundial. Países que han hecho promesas a Haití después del terremoto de 2010 y que no han cumplido, van a estar en la lista. Así que mi próxima misión es dar la vuelta al mundo para encontrar fondos. Será una misión muy difícil, porque necesitamos una cantidad sumamente grande.

P. Dentro del país, ¿tiene usted suficientes apoyos para desarrollar su programa? Me refiero a las instituciones, los jueces, la policía o los partidos.

R. Las fuerzas internas del país existen. Algunas son débiles, otras todavía no se han implementado, pero tenemos la ventaja de tener un presidente fuerte, popular, con un compromiso firme y un coraje extraordinario. Es un presidente que siempre fue un ganador. Fue artista y durante dos décadas número uno en su país. No es por casualidad que se llega al número uno. Hace falta compromiso, disciplina y savoir faire. Un presidente que nunca estuvo en un partido, que se mete a la política y a la primera, gana. Tal vez no es el más fuerte, puede no ser un experto en los ámbitos en los que quiere actuar. Pero al menos está seleccionando buenos socios. Identifica a los expertos y los contrata, eso le permite ganar.

P. ¿Utilizan su pasado como artista para dudar de su capacidad como presidente?

R. Ni siquiera les hace falta mi pasado de artista. Para la oposición es natural. Pero para tener éxito hay que superar estos obstáculos. Ya tengo costumbre. No me concentro en lo que hace o dice la oposición. Si uno se fija en eso, pierde el foco. Yo tengo un objetivo, quería llegar al poder porque tenía un sueño. Como artista, yo habría contestado a los que me critican. Pero como presidente, para evitar echar leña al fuego, ignoraré lo que dicen. Estoy aquí para realizar este trabajo. He prometido a mi pueblo que voy a tener éxito. Lo que se promete debe hacerse.

P. ¿Será suficiente un solo mandato?

R. En absoluto. Incluso dos mandatos no serían suficientes cuando se ve la dimensión de nuestras debilidades. Hay que pensar en un plazo de 25 o 30 años para poder gozar de los resultados de lo que estamos haciendo. Mandar a más de un millón y medio de niños a la escuela es una victoria para mí y para Haití. Pero Haití gozará de ella dentro de 20 años, cuando estos niños terminen la universidad y sean altos funcionarios que puedan trabajar y desarrollar nuestras instituciones. Un simple mandato de cinco años es bueno para cambiar la dirección de las cosas, para romper la tradición, lo que se hacía antes. Hablamos de un país donde la tasa de desempleo es del 80% y el 85% de las escuelas son privadas. Nuestro programa hace que tengamos de nuestra parte a este 80% y los que no pueden ir a la escuela. Eso nos facilita las cosas. Tenemos con nosotros una gran mayoría de la población que entiende que hay que sufrir un poco para ir en la buena dirección.

P. Se ha referido a “lo que se hacía”, la “tradición” política de Haití. ¿Puede explicarlo?

R. Cuando dije lo que se hacía, hablaba de lo que no se hacía. No han protegido nuestros bosques, no hemos impedido la deforestación, impedir a nuestros campesinos que corten los árboles, no hemos impedido la construcción anárquica o que los padres de familia no enviaran a sus hijos a la escuela. No hemos pensado Haití. No hemos pensado en los más vulnerables, en luchar contra la pobreza extrema, en defender el Estado de derecho, no hemos fortalecido las instituciones. El Estado demostró no ser responsable. Eso es lo que se hacía.

P. ¿Se puede esperar algún tipo de ajuste de cuentas con anteriores responsables en Haití?

R. A nosotros nos interesa el futuro. Podíamos pasar nuestro pequeño mandato juzgando a la gente, pero creo que hay que pasarlo en la reconciliación, cambiando nuestro comportamiento, fortaleciendo el Estado de derecho de la justicia para que lo que se hacía en el pasado no se repita. Habría que juzgar a todo el país. A los responsables pasados y a los presentes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_