Chávez reactiva la revolución bolivariana
La amplia victoria electoral sobre el aspirante de la oposición permitirá al presidente venezolano profundizar en el control estatal de la economía venezolana
"Ha sido la batalla perfecta", clamó Hugo Chávez, réplica de la espada de Simón Bolívar en mano, desde el Balcón del Pueblo del palacio de Miraflores la noche del domingo. Celebraba ante miles de partidarios una victoria histórica, debilitado por el cáncer que le diagnosticaron en junio de 2011 y ante su rival más difícil, Henrique Capriles, el candidato joven y popular que se presentaba por primera vez al frente de una oposición unida. Ganar la batalla perfecta, con más de siete millones de votos, 1,5 millones más que su adversario, le permitirá, armado con la legitimidad de las urnas, profundizar en su proyecto de revolución bolivariana, extender su mandato por 20 años y convertirse ya definitivamente en un icono para la izquierda de América Latina.
El presidente comandante consolidará el control estatal de la economía con probablemente nuevas nacionalizaciones -banca, alimentación y salud- como hizo tras su triunfo electoral en 2006 cuando ordenó expropiaciones en los sectores de telecomunicaciones, eléctrico y petrolero, y continuará brindando su apoyo a la causa antiimperialista por este continente y el resto del mundo. Así como la entrega de crudo a los países amigos como Cuba, cuyo régimen recibe una respiración asistida por parte de Caracas en forma de 100.000 barriles diarios.
Políticamente, Chávez tendió la mano a Capriles la noche del domingo y por primera vez reconoció la legitimidad de la oposición. El gesto no disipa en cualquier caso los temores de los opositores de que una vez pasada la fiesta vuelva el acoso a los disidentes.
El líder bolivariano también prometió ser mejor presidente y un Gobierno más eficaz. Durante la campaña electoral Chávez pudo ver de cerca el descontento y el hartazgo de muchos de sus compatriotas por la violencia en las calles —el año pasado se registraron 19.000 asesinatos en el país— , los continuos cortes de fluido eléctrico, la corrupción de algunos miembros del régimen y el deterioro de las infraestructuras y servicios públicos.
Pese a haber disfrutado de más de una década de precios altos del petróleo —por encima de los 100 dólares—, la economía puede ser su principal reto en el próximo sexenio. La inflación —27,9% en 2011— es la más alta de América Latina, la moneda está sobrevalorada y la deuda se ha disparado. Entidades bancarias británicas y de EE UU estiman que la brecha entre gastos e ingresos supera el 10% del PIB, la mayor brecha de la región.
Chávez, de 58 años, ha vencido también a la incertidumbre que causaba su estado de salud, cuando no se adivina entre las figuras del régimen a ningún heredero con su carisma y peso político internacional. La Constitución venezolana establece que si un presidente fallece en los primeros tres años de su mandato hay que celebrar nuevas elecciones.
En cualquier caso, el antiguo teniente coronel de paracaidistas que llegó al poder en 1998, ha demostrado con creces que su tirón popular está casi intacto. "Sigue teniendo", como dice la historiadora Margarita López Maya, "una popularidad muy grande entre los sectores más pobres y excluidos de la nación y sigue proporcionando bienes tangibles y un discurso de inclusión que le mantiene la esperanza a la gente".
Su cuarto mandato y el tercero en que es reelegido a través del voto también confirman la fractura de Venezuela en dos mitades con visiones de futuro antagónicas. "El país más dinámico, generador de riqueza, productivo, hace mucho tiempo que le dio la espalda al presidente. Pero existe otro país que es dependiente, que está sobreviviendo y que sigue atado a Chávez y a la estructura clientelar del Estado venezolano, que en estos 14 años se ha profundizado", afirma el sociólogo Luis Pedro España, director del Centro de Políticas Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello.
"Las bases del chavismo son muy diversas", explica López Maya. "El empleo público ha aumentado a 2,5 millones de funcionarios y mucha de gente vota por conservar su empleo y porque el chavismo le ha dado beneficios. Otros porque creen en el socialismo o porque han hecho buenos negocios con el Gobierno. Y otros que le votan simplemente por afectividad. Chávez es un líder carismático, un caudillo del siglo XIX y en algunos sectores empobrecidos y excluidos es una persona muy atractiva, a la cual están ligados emocionalmente. Si eres pobre y te dan una pensión eso es más importante que el hecho de que te hayan quitado la libertad de información".
Buenas razones que no consolaban ayer a una joven opositora que prefería guardar el anonimato y para quien si el dictador Juan Vicente Gómez (1908-1935) "retrasó 20 años la entrada de Venezuela en el siglo XX, Chávez amenaza con hacer lo mismo en el siglo XXI".
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