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Reportaje:La situación en Latinoamérica

La nación partida de Chávez

A un mes para las presidenciales, gran parte de los venezolanos sigue enamorada del líder bolivariano y otra le odia

Francisco Peregil

Cuando uno aguarda dos horas de pie, rodeado de miles de personas en Petare, uno de los barrios más marginales de Caracas, a que llegue el presidente de Venezuela. Rodeado de viejos, de niños, de cientos de motoristas, de chavalas que gritan "¡Viva la revolussióoonn!". Cuando uno le pregunta a una trabajadora del Ministerio de Exteriores qué le diría a Chávez si tuviera ocasión de hablarle y ella sonríe y cierra los ojos y musita, no sé, no sé y de pronto se abraza y dice: "¡Le daría un abrazo muy grande, papito!", cuando uno constata que hay familias divididas entre chavistas y no chavistas, cuando ve filas de niños de cuatro años, cogidos de la mano y cantando "¡Uh! ¡Ah! ¡Chávez no se va!"... Cuando en las librerías encuentra decenas de libros dedicados a él, desde Chávez es derrotable, a 100 razones para salir de Chávez, o los Orígenes ocultos del chavismo... uno empieza a entender que hay algo de irracional en todo esto. Buena parte del pueblo de Venezuela está enamorada de Chávez. Y otra parte le odia. La canción de la campaña electoral con la que avanza sobre un porcentaje mayor del 50% en las encuestas hacia las presidenciales del 3 de diciembre, recoge una letra de Silvio Rodríguez que dice: "¿Te molesta mi amor? Mi amor de juventud. Y mi amor es un arte en virtud. ¿Te molesta mi amor? Mi amor sin antifaz. Y mi amor es un arte de paz".

El presidente tiene un 50% de apoyo popular, frente al 25% del líder de la oposición, Rosales
Cuando llegó al poder, en 1998, el petróleo estaba a 11 dólares el barril; ahora está a 56
"No estamos ante una dictadura, pero vivimos un régimen autoritario y personalista"
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"Ese sentimiento de amor", explica el vicepresidente, José Vicente Rangel, de 77 años, es despreciable para muchos porque lo conciben de forma racional. Pero para sacar a un pueblo de la postración en que estaba el venezolano se necesita una carga emocional".

Para explicarse tanta histeria, tanta foto de Chávez en las tiendas callejeras junto a las de estrellas del pop, hay que preguntar a uno de sus más encarnizados rivales, el político de izquierda, antiguo guerrillero, ministro en el Gobierno anterior a Chávez y ahora director de un diario vespertino, Teodoro Petkoff: ¿Qué es lo mejor que ha hecho Chávez en ocho años de Gobierno? "Lo único que ha aportado es haber hecho de la cuestión social el gran tema de los venezolanos. Pero ahí está su gran fracaso, porque la pobreza sigue siendo el mismo mal de siempre". "Antes", comenta un periodista venezolano que trabaja para una agencia estadounidense, "la gente del pueblo bajaba la cabeza y te decía, 'sí, señor licenciado, lo que usted diga, doctor'. Ahora te miran a los ojos y te exigen".

Pero el propio periodista señala enseguida que Chávez no está logrando mejoras en el país, en proporción a los ingresos que se reciben por los altos precios del petróleo. En 1998, cuando Chávez llegó al Gobierno el barril se vendía a 11 dólares. Ahora, a 56. "La corrupción es la misma que ha habido siempre o mayor", asegura el director. En materia de seguridad la cosa no pinta mejor: el 82,6% de la población califica como negativa la gestión del presidente, Hugo Chávez. El 78,8% rechaza el régimen de Cuba como ejemplo a seguir y el 81% rechaza las amenazas contra la propiedad privada que Chávez deja caer de vez en cuando, según encuestas de la empresa Datanálisis.

Entonces, ¿de dónde sale tanto amor? "De los pobres", señala el sociólogo Luis Vicente León, director de Datanálisis. "Lo mejor de Chávez son los programas sociales que puso en marcha contra la pobreza, la falta de sanidad y el analfabetismo hace unos tres años". Programas a los que bautizó con el nombre de misiones. Hay una misión que se llama Barrio Adentro, que consiste en traer de Cuba a 17.000 médicos y meterlos en las zonas más pobres; otro de alfabetización, que se llama misión Róbinson. Otro de distribución de alimentos a precios reducidos en unas tiendas bautizadas como Mercal... Pero todos esos programas tienen un reverso tenebroso que los antichavistas llevan tiempo denunciando: "Las misiones sólo llegan a quienes son amigos de la causa y se han convertido en nidos de corrupción y despilfarro", indica Petkoff. O, lo que es lo mismo: pan para hoy y hambre para mañana, según la oposición. "Chávez compra popularidad de una forma vulgar", explica el sociólogo León. "Habla de expropiación, pero en realidad se limita a repartir la renta del petróleo. Así, por supuesto que es muy popular entre los más desfavorecidos. Pero esa popularidad está estrechamente ligada al petróleo y va menguando".

En Caracas hay grandes centros comerciales donde la gente suele pasar el día o la tarde. De repente, uno puede toparse con un cartel en el escaparate de una tienda que dice: "Este comercio viola los derechos laborales y sociales de sus trabajadores". Y tres días después, el cine del centro comercial El Recreo, clausurado durante el fin de semana, cerrado, por no pagar los impuestos, con otro cartelón bien grande que lo anuncia. "Esa parte del Ministerio de Finanzas está funcionando muy bien; está a cargo de un chavista moderno que trabaja con eficacia", reconoce León. El reverso de la moneda es que la ciudad está inundada de comercios ambulantes, ilegales, que no pagan impuestos y que funcionan como un Estado paralelo al oficial.

Chávez sigue gozando de la confianza de buena parte del pueblo. A falta de un mes para las elecciones, Chávez, según las encuestas de León, cuenta con un 50% de respaldo electoral frente al 25% de Manuel Rosales, principal líder de la oposición. "A los venezolanos les preocupa, por este orden, la inseguridad, el empleo y la corrupción. Pero están muy contentos con la educación, la salud y la alimentación. Y pesa mucho más esto último. No hay que comparar Venezuela con España ni Estados Unidos. Las propuestas educativas de Chávez son horribles. Pero cuando vas al barrio más pobre, la madre de turno te dice que Chávez es muy bueno porque su hijo, que no estudiaba, ha podido sacar el bachillerato a los 21 años yendo los sábados por la mañana a clase. La población siente así que se la está teniendo en cuenta", indica León.

En las calles se ven pintadas auspiciadas por un Gobierno con afanes didácticos: "Nadie es más que otro si no hace más que otro, amigo Sancho". En los mercados populares que puso en marcha el Gobierno para luchar contra el hambre, las cajas de leche, las bolsas de sal o de azúcar, llevan artículos de la Constitución y viñetas donde se lee: "No a la corrupción", o bien: "Ya basta de burocracia", y un burro que contesta: "Sí, sí, pero vuelva mañana".

"Chávez es un líder para Venezuela, no para España", advierte el sociólogo español Juan Carlos Monedero, quien ha trabajado durante un semestre para Chávez. "Y él habla para un 70% de gente que no tenía esperanza. Había miles de personas que no contaban ni con carné de identidad. Él los ha politizado. Venezuela es un país con estructura de Estado muy débil, donde las reservas de petróleo han provocado que no haya un capitalismo competitivo. Hay un presidencialismo muy fuerte que puede confundirse con cesarismo".

Chávez viaja con sus ministros a las inauguraciones. Los suele sentar en una esquina del estrado, bien dispuestos en fila, y en medio de alguna alocución puede interpelar a cualquiera de ellos, incluso abroncarle, porque no ha traído el mapa que él pidió o no ha contestado con la suficiente claridad. En Venezuela, la mayoría de la gente, a las doce de la noche ya está en la cama y a las siete de la mañana, de camino al trabajo. Chávez a las cuatro de la mañana está despierto, pero es difícil verlo en un acto antes de las nueve o las diez de la mañana. Y los ministros han de adaptarse a su régimen de trabajo y descanso. "Te puede llamar a las dos y las tres de la madrugada para cualquier cosa. No hay horario. Se presenta a cualquier hora en los ministerios o te puede llamar a su despacho en cualquier momento", asume el vicepresidente José Vicente Rangel. En casi ocho años de Gobierno han sido destituidos decenas de ministros.

Cuando uno lo ve avanzar por Petare sobre esa inmensa ola de amor organizada por los alcaldes de la "revolución", repartiendo abrazos, uno puede preguntarse: ¿Quién será capaz de decirle: "Presidente, está usted equivocado?". "Cualquier ministro", dice Rangel. "Él no te trata como un presidente y tú te sientes tranquilo y relajado. Ha desmitificado el poder".

Hay un canal de noticias, Globovisión, que ejerce una crítica permanente sobre Chávez. "Nos pasamos todo el día dándole leña, como dicen ustedes los españoles", señala el director, Alberto Federico Ravell. Pero también han proliferado los medios llamados alternativos, con gran apoyo del Gobierno, donde se llega a decir que la política internacional de Chávez ha influido en la subida de los precios del petróleo. Existe libertad de prensa. Pero periodistas como Petkoff se quejan de las denuncias que interpone el Gobierno contra ellos. "Éste es un país que vive con miedo; miedo a perder el trabajo por razones políticas, miedo a la policía politizada".

Al final del artículo que escribió sobre Chávez en 1999 el colombiano Gabriel García Márquez, el escritor planteaba una duda: "¿Era Chávez un hombre destinado a salvar a su país, o sólo un déspota más?". Para Teodoro Petkoff, la duda ya está resuelta: "No estamos ante una dictadura como la de Augusto Pinochet, pero vivimos en un régimen autoritario y personalista. Todo el poder está concentrado en sus manos. La supuesta revolución queda muy vistosa de lejos. Pero ningún europeo aceptaría jamás a un Gobierno que liquidara la separación de poderes. Lo que ocurre es que en Europa hace gracia, viene bien que Chávez le meta el dedo en el ojo a George W. Bush. Pero lo que ansiamos nosotros es agarrar el teléfono y saber que no te lo están interviniendo".

-¿Es tan grave la situación?

-¿Grave? ¿Usted sabe lo que es la lista Tascón? Es una lista de casi cuatro millones de personas que firmaron solicitando un referéndum para revocar a Chávez. Esa lista tenía que ser secreta, confidencial. Pero el diputado chavista Luis Tascón la publicó. ¿Y sabe para qué se utiliza ahora? Piense un poco: Para no otorgar empleos a quien firmó, para discriminar.

"Chávez no puede ser comprendido como individualidad, fuera del contexto nacional, fuera de la naturaleza petrolera que define a nuestro país y condiciona nuestra identidad", explica Alberto Barrera Tyszka, coautor junto a Cristina Marcano, de la biografía Hugo Chávez sin uniforme. "Chávez se ha convertido en una versión palpable del éxito al que aspiramos los venezolanos: él es, en sí mismo, la demostración de que el sueño es posible, de que se puede triunfar sin cambiar, siendo lo que somos; de que se puede ejercer y disfrutar la riqueza sin producirla. Esto, junto a su indudable talento de comunicador y otros elementos, refuerza el hechizo que produce entre los venezolanos. Chávez es el vínculo más real, más parecido a nosotros, entre la inmensa riqueza petrolera y nuestra infinita miseria".

¿Es el déspota, entonces, o es el hombre que salvará a Venezuela? "En el proceso en el que estamos, cada vez será más difícil conocer al verdadero Chávez, Quizás ya ni exista", concluye Barrera Tyszka.

OCHO AÑOS POLÉMICOS EN EL PODER

- "Lo único que ha aportado Chávez es haber hecho de la cuestión social el gran tema de los venezolanos", dice

el líder opositor Teodoro Petkoff.

- El 78,8% de los venezolanos rechaza el régimen de Cuba como ejemplo y el 81% no acepta la existencia de amenazas

contra la propiedad privada.

- "Chávez es un líder para Venezuela, no para España. Habla para un 70% de gente que no tenía esperanzas", opina el sociólogo Juan Carlos Monedero.

- "Él es, en sí mismo, la demostración de que el sueño es posible, de que se puede triunfar sin cambiar", afirma Alberto Barrera, uno de sus biógrafos.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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