Procesados dos niños cristianos coptos por arrancar las páginas de un Corán
Dos menores de diez y nueve años fueron detenidos y luego puestos en libertad
Dos niños cristianos coptos, Nabil Nagy Rizk, de 10 años, y Mina Nady Farag, de 9 años, han sido puestos en libertad el jueves por la tarde después de pasar dos días bajo custodia policial, acusados de haber arrancado varias páginas de un ejemplar del Corán, el libro sagrado del Islam. Su caso es el último de una retahíla de controvertidos procesos judiciales, la mayoría contra cristianos, en aplicación de la ley contra la blasfemia.
El fiscal general de la provincia de Beni Suef aclaró que su liberación fue debida a “su corta edad”, y no implica que hayan sido absueltos de los cargos que pesan en su contra. “Las familias firnaron documentos comprometiéndose a llevar a ambos chicos a la fiscalía cuando sea necesario interrogarlos", declaró el fiscal.
Los chavales pasaron las últimas 48 horas en un centro de detención de menores, según informa el periódico egipcio Al Ahram. Su arresto se produjo como consecuencia de una denuncia presentada por Ibrahim Mohamed Ali, el imam de la mezquita de la aldea de Ezbet Marco, situada al sur de El Cairo, en la provincia de Beni Suef.
Tras ver a los niños con algunas hojas rasgadas del Corán en sus manos, el imán acudió a la iglesia del pueblo para solicitar al cura que los castigara. Contrariado por la negativa del párroco a satisfacer su petición, se dirigió junto con otros tres aldeanos a un juzgado para efectuar una denuncia.
El padre de uno de los chavales, Nagy Rizk, ha hecho público un comunicado en el que asegura que los dos muchachos son analfabetos, y que no sabían que el libro que encontraron dentro de una bolsa de plástico en un pila de basura era un ejemplar del Corán. Algunas informaciones en los medios locales aseguraron que los dos menores habían orinado sobre el libro sagrado, pero no se ha podido comprobar su veracidad.
Este incidente llega después del procesamiento de varias personas, la mayoría de religión cristiana, bajo la acusación de haber “insultado el Islam”. Hace un par de semanas, Bishoy Kamel, maestro de una escuela de la provincia sureña de Sohag, fue sentenciado a seis años de cárcel por haber colgado en su página de Facebook unas viñetas de Mahoma consideradas blasfemas, y por haber injuriado al presidente de Egipto, Mohamed Morsi.
En otro caso notorio, Albert Saber, un joven de 25 años de origen copto pero que se declara ateo, fue procesado el pasado 13 de septiembre por haber colgado en su blog un enlace del tráiler de La inocencia de los musulmanes, el controvertido vídeo sobre la vida de Mahoma que provocó una ola de manifestaciones en el mundo islámico el mes pasado.
Su detención se produjo después de que su familia llamara a la policía para que les protegiera de una turba que pretendía asaltar su vivienda, situada en un suburbio humilde de El Cairo. Los agentes se llevaron el chico a comisaría, pero no para protegerlo de una agresión, sino para interrogarlo, y abrir un proceso judicial en su contra. Tras una breve primera sesión, el juicio fue aplazado hasta el próximo 17 de octubre.
Su caso ha provocado las denuncias de organizaciones coptas y de derechos humanos, y ha puesto de manifesto la existencia de dos varas de medir a la hora de aplicar la ley contra la blasfemia. A diferencia de Saber, no se ha abierto ninguna investigación contra los jeques salafistas que difundieron el vídeo La inocencia de los musulmanes. Además, muy raramente se aplica la normativa contra los predicadores musulmanes que difaman a Jesucristo o a la religión cristiana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.