El hombre más rico de Francia desata la indignación al pedir la nacionalidad belga
Bernard Arnault matiza que su decisión no le impedirá seguir pagando sus impuestos a París
Bernard Arnault, dueño de Louis Vuitton, provoca un enorme escándalo; luego rectifica y promete que seguirá pagando sus impuestos en Francia. La noticia, adelantada por el diario La Libre Belgique este sábado, ha hecho temblar al Gobierno y a buena parte del Hexágono. Bernard Arnault, primera fortuna de Francia —estimada en un mínimo de 21.000 millones en la cuenta— y cuarto hombre más rico del planeta según Forbes tras Carlos Slim, Bill Gates y Warren Buffett, ha solicitado a Bruselas la nacionalidad belga. A falta de que la comisión de naturalizaciones decida (suele tardar dos años), el dueño del grupo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH) ha negado que se trate de un intento de exilio fiscal, y ante el escándalo generado, este domingo precisó que esa “decisión personal” no impedirá seguir pagando sus impuestos en Francia, “en un momento en el que todos debemos”, dijo, “contribuir a hacer frente a una crisis económica profunda”.
Pese al desmentido, nadie en Francia parece creerse que el repentino amor de Arnault, de 63 años, por la patria de Magritte sea un impulso de pureza. Muchos no olvidan que hace 31 años, cuando el socialista François Mitterrand ganó las presidenciales y prometió endurecer la fiscalidad de los grandes capitales, Arnault emigró durante tres años a Estados Unidos. Ahora, fuentes citadas por el Journal de Dimanche creen que “el proyecto de sentar las bases de un exilio fiscal parece evidente, porque en Bélgica no hay impuesto sobre la fortuna y el de sucesiones es mucho más favorable que en Francia”.
El propio entorno del Arnault, nacido en el norte de Francia y con vínculos personales en el país vecino, hizo saber el sábado que el patrón de LVMH, el mayor conglomerado del lujo mundial por volumen de negocio, ha querido expresar “un gesto político fuerte, porque está rebelado con la política del nuevo Gobierno y piensa que en cinco años llevará el país a la quiebra”.
Aunque el domingo el multimillonario negó “toda intención política” a su petición, la segunda nota en 24 horas no ha evitado el profundo malestar de los socialistas, a dos semanas de la aprobación del programa económico y a punto de dar la forma definitiva a la gran promesa de Hollande, la tasa que gravará con el 75% a las rentas superiores al millón de euros anual.
La medida faro de la campaña, que ayudó al candidato del Partido Socialista (PS) a ganar las elecciones en mayo ante Nicolas Sarkozy, está todavía en fase de estudio, y que el Ejecutivo intenta suavizarla a marchas forzadas para que no genere pánico entre los empresarios y más exiliados fiscales.
Arnault se reunió el miércoles en el palacio de Matignon con el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, y según ha trascendido criticó abiertamente la idea de tasar a los que más ingresan, a la vez que defendió el peso benéfico del sector del lujo para el país.
Ahora, sus planes han suscitado todo tipo de opiniones, desde la comprensión al estupor y la ojeriza. Una parte del centro-derecha intenta justificar la postura, otra la considera “una vergüenza”. Y si unos socialistas hablan de traición, otros piden la inmediata apertura de una comisión de investigación sobre la evasión fiscal.
François Fillon, favorito para suceder a Sarkozy como líder de la UMP, dijo que el movimiento de Arnault es consecuencia “de las estúpidas decisiones del Gobierno”. Y Martine Aubry, primera secretaria del PS, criticó a Arnault sin nombrarle, al referirse a “esos que nos quieren dar lecciones sobre los costes laborales y ganan más de 10 millones anuales”.
En 2011, el presidente de LVMH ganó un salario de 11,7 millones de euros por todos los conceptos —fijo, variables y opciones sobre acciones—, siendo el gestor mejor pagado de todas las empresas del índice CAC 40.
El más duro fue Bruno Le Roux, líder de los diputados del PS: “Creo que Bernard Arnault es uno de los mimados por los cinco años de Sarkozy. Cuando se les pide que ayuden a la recuperación nacional, dan síntomas de que quieren escapar”.
Según Le Figaro, la petición de la doble nacionalidad belga estaría pensada para “reforzar los lazos capitalistas” de Arnault con su amigo y homólogo, el barón belga Albert Frére. Otra versión, menos creíble, afirma que Arnault y el estado mayor de LVMH están en pie de guerra con el establishment nacional por un supuesto trato de favor hacia Hermès, cuya familia fundadora cuenta por cierto con algunos exiliados fiscales. LVMH entró en el capital de Hermès.
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