Los motivos de un asilo polémico
Correa, acusado de limitar la libertad de prensa, dice que quiere proteger las garantías de Assange
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, y el fundador de Wikileaks, Julian Assange, tienen muchas coincidencias y una evidente relación de simpatía desde hace tiempo. Pero el otorgamiento de asilo a Assange no deja de suscitar polémica en Ecuador. El Gobierno de Quito insiste en que Reino Unido y Suecia no ofrecen garantías a Assange. Varios analistas, sin embargo, creen que la medida responde no solo a un sentimiento antiestadounidense de Correa, sino a un deseo de lavar su imagen, después de que varios organismos internacionales, entre ellos el Comité para la Protección de Periodistas, lo acusen de limitar la libertad de prensa en su país.
El Gobierno ecuatoriano y la defensa legal de Assange han asegurado que en Estados Unidos existiría un proceso secreto destinado a condenar al exhacker australiano. El presidente Correa reiteró este sábado que la decisión de conceder el asilo se produjo porque Londres y Estocolmo no han dado garantías de que Assange no sería extraditado a un tercer país, léase Estados Unidos, lo que “podría poner en riesgo la vida de Assange o su libertad en forma permanente”. Y junto con ello, el mandatario afirmó que “jamás ni Julian Assange ni Ecuador han buscado que el señor Assange no responda a los procesos judiciales que existen en Suecia”.
En estos dos meses en que el fundador de Wikileaks ha permanecido en la Embajada de Ecuador en Londres, las expresiones de afinidad entre Correa y Assange no han sido escasas. Una referencia obligada es la entrevista de abril pasado efectuada por el australiano para el canal ruso Russia Today, en la que el presidente Correa, tras reiterar sus críticas a la prensa ecuatoriana, dijo a Assange: “Bienvenido al club de los perseguidos”, a lo que el exhacker respondió: “Gracias. Cuídese. No deje que lo maten”. Posteriormente, en varios de sus habituales programas sabatinos, el mandatario ecuatoriano se ha solidarizado con Assange, calificándolo de “perseguido, calumniado, linchado mediáticamente”.
A decir de analistas como el ex alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y excanciller ecuatoriano José Ayala Lasso, una explicación para la concesión del asilo tiene que ver con una visión antiestadounidense compartida por Correa y Assange. “Ante lo que resulta inexplicable desde el punto de vista del interés ecuatoriano, uno tiene que buscar alguna explicación, y la que yo he encontrado es la coincidencia entre ambos en cuanto a la enemistad con Estados Unidos”, dice Ayala a EL PAÍS.
Para el excanciller, Ecuador, con su actuación en el caso Assange, se “compró un pleito ajeno” desde que, ya a finales de 2010, el entonces vicecanciller ecuatoriano Kintto Lucas ofreció “residencia” al australiano. En aquel momento Correa dijo que había sido una declaración a título personal del funcionario.
Tampoco se puede dejar de mencionar la constante pugna que ha mantenido el presidente ecuatoriano con los principales medios privados del país. El mandatario ha señalado que una prueba de que en Ecuador no se limita la libertad de expresión ha sido el que el “emblema de la libertad de expresión”, como calificó a Assange, haya pedido asilo a este país andino. Para Ayala Lasso, no obstante, ello debe ser entendido como una pretensión de defender “una libertad que diariamente ataca”, “o como una expresión de una total hipocresía frente a la conducta del Gobierno, contraria al respeto a la libertad de informar y ser informado”. Y en eso concuerda el director ejecutivo de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos, Diego Cornejo, para quien el Gabinete “pretende lavar su imagen en el exterior, sobre todo después de lo que sucedió en 2011 con los juicios contra diario El Universo y los autores del libro El Gran Hermano”.
“La imagen del presidente Correa fuera del país respecto de la libertad de expresión y el periodismo independiente es totalmente negativa, y eso es lo que se pretende reparar utilizando la figura de Julian Assange”, señaló Cornejo a este diario, más allá de expresar la posición de rechazo ante cualquier posibilidad de intervención en una legación diplomática.
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