Sicilia, región quebrada
Los números rojos de la isla preocupan al Gobierno de Monti
La bahía de Castellamare, 70 kilómetros al oeste de Palermo, se abre entre colinas carbonizadas. La Riserva dello Zingaro, mil setecientas hectáreas de olivares, cactus y palmas, ha sido pasto de las llamas durante tres días. Este escenario de la costa siciliana es el resultado de una paradoja: Sicilia emplea a 26.000 guardias forestales, más que todo el resto del país. Sin embargo, cada verano, es la zona más afligida por los incendios, muchos de ellos intencionados. La Riserva dello Zingaro quemada es el símbolo de una administración pública utilizada para crear empleo antes que servicios, que malgasta el dinero y ha empujado a la mayor región italiana a la quiebra.
Sicilia debe hoy a sus acreedores 7.000 millones de euros y no tiene dinero para seguir pagando a sus empleados y jubilados. Su crisis de liquidez es como un recordatorio de la fragilidad nacional, mientras el primer ministro, Mario Monti, lucha para evitar el rescate de Europa, que acabaría imponiendo condiciones durísimas, las mismas que han puesto de rodillas a Grecia y Portugal.
“El Gobierno tiene que poner bajo control las cuentas sicilianas, si no queremos que Sicilia se transforme en la Grecia de Italia”, espetó el vicepresidente del mayor gremio de industriales, el empresario siciliano Ivan Lo Bello. De hecho, los guardas forestales no perciben un euro desde junio. El martes, la Asamblea regional intentará encontrar el dinero: “Vamos a pedir una excepción al pacto de estabilidad para pagarles”, anunció el concejal regional de Agricultura, Francesco Aiello.
El primer ministro no desestima la gravedad de la situación. Sabe que Sicilia puede ser una lección para toda la clase política del país, que rechaza los ajustes y la pérdida de privilegios. Monti prometió al presidente de la región, Raffaele Lombardo (del derechista Movimiento para la Autonomía) que destinaría 400 millones de euros. A cambio, exigió sus dimisiones, que llegaron el 31 de julio y que abren paso a elecciones anticipadas en octubre. Mucho más no pudo hacer Il Professore, ya que Sicilia goza de una autonomía que le permite gestionar sola sus cuentas y quedarse con las entradas fiscales, para financiar su sanidad y educación.
Lombardo mismo (investigado por vínculos con la Mafia, sin ser condenado) dejó claro que los problemas de la región que administra desde 2008 son los mismos que en el resto del país: “Si Sicilia está en peligro de bancarrota es porque Italia lo está”, contestó al diario The New York Times poco antes de dimitir. “Recortamos los gastos pero no crecemos. Una espiral que nos está llevando al abismo”, consideró.
“La situación actual no es fruto de la crisis, ni de la presión de los tecnócratas”, le contesta Enrico Del Mercato, del diario La Repubblica en Palermo. “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades demasiado tiempo. El Gobierno siciliano cuenta con 1.800 directivos, más que el Gobierno británico y emplea más de 100.000 personas, de una población de cinco millones. Los diputados regionales equipararon su posición a la de los senadores en Roma. Los funcionarios pueden jubilarse con 25 años de servicio, percibiendo hasta el 108% de su último sueldo”. Una lista de privilegios que han acabado hundiendo las arcas públicas, mermado la calidad de los servicios y apuntalando la idea de que el único modo de tener un empleo es ser funcionario. Los políticos se han aprovechado de ello, creando puestos ficticios con tal de cosechar consenso.
“Fichar a 400 personas antes de las elecciones garantiza un caudal de votos. Mucho más que prometer una autopista”, explica Salvatore Orlando, consejero municipal en Palermo, en referencia a la empresa encargada de gestionar la basura: una sociedad que perdió 300 millones entre 2002 y 2010, y que sin embargo en 2007 contrató a gente, a pocas semanas de las elecciones para la alcaldía. La sociedad rozó la quiebra, los empleados protestaron, Palermo se llenó de basura. Ahora la empresa está controlada por técnicos. “Se han malgastado los recursos para satisfacer clientelas, sin pensar en hacer inversiones útiles”, declaró Andrea Vecchio concejal regional de Obras Públicas. “Tenemos un número infinito de empleados, pero seguimos utilizando la red vial de los Borbones”.
Emanuele La Licata, que junto a Del Mercato firma el libro La Zavorra (El Lastre), un compendio de medio siglo de despilfarros, pone un ejemplo: “Los profesores de los cursos de formación profesional destinados a los desempleados superan los 10.000: el 46% de todos los que existen en Italia. Cuestan 400 millones a las arcas regionales. La comisión que investigó sobre este problema denunció que el número de empleados creció como consecuencia de ‘las incursiones de la política’, tanto que el pico en los fichajes se registra en 2008, pocas semanas antes de las elecciones”. Los contratos clientelares han abierto la puerta a empleados poco profesionales: solo uno de cada tres profesores destinados a los cursos de formación acabó la carrera, el 59% solo tiene el bachillerato. Algunos incluso se quedaron en primaria. Con tanto profesor por ahí, la tasa de desempleo en Sicilia (el 19%) sigue siendo el doble de la media nacional, y el 40% de los jóvenes no tiene trabajo.
No solo Roma, sino también Bruselas ha amonestado a Palermo: hace pocos días la Unión Europea suspendió el fondo para el desarrollo destinado a Sicilia “por irregularidades en la concesión de proyectos y fallos en el sistema de gestión y control”, se lee en el documento. Lo que empeora aún más la crisis de liquidez.
Si la isla se convierte en la metáfora exasperada de un Estado doblegado por su inmensa deuda (123% del PIB), donde Monti se dispone a recortar el sector público, la Sicilia que se prepara a votar en octubre refleja el caos que reina en la política nacional: el Partido Democrático, de centro izquierda, se ha aliado con los católicos de centro. Y el berlusconiano Pueblo de la Libertad, que por aquí superó el 53% en las últimas generales, aparece lacerado por decenas de corrientes e incapaz de elegir a un candidato.
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