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París y Berlín quieren refundar la UE

París ofrece un nuevo pacto de amistad a Berlín para seguir fieles a “la audacia” de Adenauer y De Gaulle La profanación de 40 tumbas de soldados alemanes en un cementerio cercano ensombrece la jornada

El presidente Hollande y la canciller Merkel, en Reims.
El presidente Hollande y la canciller Merkel, en Reims.REUTERS

François Hollande y Angela Merkel utilizaron este domingo el 50º aniversario de la reconciliación franco-alemana para reivindicar una refundación de Europa. Los dos señalaron que la relación entre París y Berlín es crucial para Europa, y coincidieron en afirmar que la única salida posible a la crisis es profundizar la construcción europea. El presidente francés y la canciller alemana colocaron a la Unión Europea en el centro de su amistad bilateral al celebrar en Reims el 50º aniversario de la relación sellada el 8 de julio de 1962 en esta ciudad-símbolo del noreste francés por el general Charles de Gaulle y el canciller Konrad Adenauer.

La bella y castigada Reims es el icono que encarna las heridas y los afectos, visibles y subterráneos, que se mueven entre las dos orillas del Rin. Ocupada por los prusianos en 1870, destruida por la aviación alemana durante la I Guerra Mundial —el templo gótico fue parcialmente derruido en 1914 por 25 obuses—, Reims fue también el escenario de la capitulación de la Alemania nazi el 7 de mayo de 1945. Por eso, Adenauer y De Gaulle la eligieron para celebrar la Misa de la Paz que aquel 8 de julio abrió el camino a la mayor fase de paz y prosperidad de la historia europea.

Ante las vidrieras decoradas por Marc Chagall e Imi Knoebel, después de escuchar un extracto de la Pasión según San Juan, de Bach, Hollande ofreció a Merkel acordar y firmar un nuevo Tratado del Elíseo, el pacto que De Gaulle y Adenauer cerraron en París el 22 de enero de 1963 para poner fin a una de las páginas más sombrías del continente. Citando a De Gaulle —“no pasamos una página sino que abrimos una puerta”—, el presidente invitó a la canciller a “franquear otra puerta y estrechar aun más la amistad” entre los dos países. “Hacía falta mucha audacia para vislumbrar un futuro común después de tanto dolor”, afirmó Hollande, “pero lo que nos une hoy es la voluntad de seguir siendo fieles a Adenauer y De Gaulle”.

Tras las tensas y fructíferas negociaciones en la cumbre de la UE celebrada la semana pasada en Bruselas, en la que Francia apoyó las reivindicaciones de Italia y España y a la vez sirvió de gozne a las condiciones de Berlín, se diría que la relación entre París y Berlín no pasa por su mejor momento.

Pero en Reims se vio que una vez enterrada la fase Merkozy, la química —menos efusiva que pragmática— entre Merkel y Hollande y sus argumentos y sus actos —la cumbre europea del 28 y 29 de junio fue la primera realmente concluyente en dos años— funcionan en una sola dirección: construir más Europa.

“Nuestra amistad inspira a Europa”, dijo Hollande, recordando que en Bruselas “se pusieron las bases de la nueva arquitectura de la Unión Europea”. “Compartimos una juventud, una economía, una moneda, y debemos defenderlas con reglas e instrumentos potentes, pero Alemania y Francia no deben imitarse”, añadió, en lo que pareció una crítica a su antecesor. Francia está dispuesta a entregar soberanía a Bruselas si se cumple lo que Hollande ha bautizado como “integración solidaria”, es decir, si a cada paso en la unión se responde con más solidaridad.

Merkel empezó recordando las “profundas heridas que dejaron en la memoria de los franceses dos guerras mundiales devastadoras”. Y centró su discurso en la necesidad de ahondar en el europeísmo para salir de la crisis. “Europa es mucho más que una moneda y la relación franco-alemana es inevitable en ese sentido. Pero nuestra relación no es exclusiva, invita a todos y cada uno a asociarse”, señaló, secundando, por primera vez en público, la visión de Hollande sobre una unión abierta a todos los socios.

Merkel pareció sinceramente feliz de certificar la defunción de los usos y costumbres del eje Merkozy. “Europa puede salir de la crisis si mantenemos el espíritu de unidad”, dijo, y luego subrayó la necesidad de avanzar hacia la unión monetaria y política. “Será un trabajo hercúleo, pero Europa es capaz de hacerlo. Nuestra suerte es que estamos unidos”.

El solemne acto de Reims, que abre un año de diálogo y conmemoraciones bilaterales, quedó ensombrecido por la profanación de tumbas en un cementerio militar situado en Saint-Etienne-à-Arnes, donde reposan numerosos soldados alemanes caídos en la I Guerra Mundial.

Según anunció el ministro del Interior, Manuel Valls, 51 cruces de madera que pertenecían a combatientes alemanes fueron arrancadas durante la noche, y algunas de ellas se utilizaron para encender un fuego. Sobre el suceso, Hollande afirmó que “ninguna fuerza oscura, y mucho menos la brutalidad, podrán alterar el profundo movimiento de la amistad franco-alemana”.

El alcalde de la localidad señaló que no se podía confirmar si se trató de un acto político o de una simple gamberrada, y la prefectura informó de que en el lugar de las profanaciones fueron halladas muchas botellas de cerveza y otras bebidas alcohólicas.

El cementerio militar contiene unas 12.000 sepulturas de la I Guerra Mundial, la mayor parte de soldados alemanes caídos en las batallas de Champagne.

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