Turquía congela relaciones con la UE al asumir Chipre la presidencia
La primera presidencia chipriota de la Unión llega al pequeño país mediterráneo en medio de una profunda crisis y a punto de que sea rescatado por la zona euro
La Unión Europea estrena ahora con Chipre presidencia rotatoria semestral y congelación de relaciones con Turquía en toda actividad que tenga que ver con Chipre, según decisión de Ankara, que no reconoce a Nicosia. El gesto diplomático no tendrá repercusiones trascendentes dada la paralización de hecho del proceso negociador para la hipotética adhesión de Turquía a la Unión y porque Ankara seguirá manteniendo relaciones con la UE al menos “en lo personal con Catherine Ashton”, la coordinadora de la política exterior, según Ahmet Davutoglu, jefe de la diplomacia turca.
La pésima atmósfera reinante en el eje Nicosia-Ankara quedó nuevamente de manifiesto ayer al presentar en Bruselas el ministro chipriota el Asuntos Europeos, Andreas Mavroyannis, los planes de su Gobierno como presidencia de los Veintisiete hasta finales de año. Preguntado sobre la guerra civil en Siria, a un centenar de kilómetros de Chipre, respondió: “Nos preocupa cómo Turquía aborda este asunto, porque percibimos una instrumentalización para favorecer la agenda islámica. En Siria también hay cristianos y tenemos que trabajar sin sacrificar a ninguna minoría”.
El desencuentro entre ambos países, que no mantienen relaciones diplomáticas, tiene su reflejo en la Unión, de la que Chipre es miembro desde 2004, sin que entonces fuera admitida la autoproclamada República Turca de Chipre del Norte, solo reconocida por Ankara y que ocupa la parte septentrional de la isla en virtud de la invasión turca de 1974. “La UE cometió el error de admitir a Chipre sin haber resuelto el problema. Eligió a los grecochipriotas”, declaraba recientemente en Bruselas el ministro Davutoglu.
Turquía reclama infructuosamente un arreglo sobre la suerte de los turcochipriotas y atribuye la parálisis a un Chipre “que piensa que el status quo le favorece y no quiere ningún acuerdo”. De ahí al represalia de que no haya ningún contacto durante este semestre con la UE en los foros en que haya presidencia chipriota.
Las relaciones turco-comunitarias avanzan a velocidad glacial: Ankara planteó su candidatura en 1987, fue reconocido como candidato en 1999 y comenzó a negociar su ingreso en 2005. Aquello ocurrió un año después de la adhesión de Chipre y resultó un espejismo: de las 35 grandes áreas políticas que cubre el proceso negociador, sólo una está concluida, cuatro no se han abierto aún, hay 13 abiertas y otras 17 están bloqueadas por Nicosia o por París. El año pasado no se abrió ningún capítulo. La Francia que bloqueaba era la de Nicolas Sarkozy, decididamente contrario a la ampliación de la UE a Turquía, como también lo es Angela Merkel. Ankara confía en que las cosas cambien con François Hollande.
“Nuestra posición sobre la presidencia grecochipriota es clara”, señalaba Davutoglu en Bruselas. “No habrá contacto de Turquía con la UE, aunque seguirá a relación personal con Ashton en relaciones exteriores”.
Los analistas consideran que dejar abierto este portillo personal con la coordinadora de la política exterior comunitaria es lo que importa, porque supone que no afectará a cuestiones candente como la guerra civil siria o el futuro del programa nuclear iraní.
La primera presidencia chipriota de la Unión le llega al pequeño país mediterráneo sumido en una profunda crisis y a punto de ser rescatado por la zona euro. Chipre y su banca dependen absolutamente de Grecia, cuyo hundimiento ha arrastrado a la isla. Nicosia pidió la semana pasada socorro para su banca al Eurogrupo y recibió como respuesta que el rescate debería aplicarse a todo el país, necesitado según algunas estimaciones de unos 10.000 millones de euros, la mitad del Producto Interior Bruto nacional.
Una misión de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) ha llegado este lunes a Nicosia para valorar las dimensiones de la ayuda necesaria, circunstancia que han aprovechado algunas voces, en particular en Alemania, para lamentar que un país a punto de entrar en la UVI financiera asuma el estandarte de la Unión. A la complejidad de la situación se añade la disposición chipriota a recibir ayuda financiera de Moscú (2.500 millones de euros ya para 2012, y pendiente de más fondos para el futuro) y las fluidas relaciones financieras entre la isla y Rusia, que lleva a algunos a calificar a Chipre de Caballo de Troya ruso en la UE.
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