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Las tropas aliadas renuncian a los bombardeos de viviendas en Afganistán

Era una antigua petición del Gobierno de Hamid Karzai Un ataque de tropas occidentales el 6 de junio provocó 18 víctimas civiles

Una villa en Logar, destrozada por un ataque de la OTAN el 6 de junio.
Una villa en Logar, destrozada por un ataque de la OTAN el 6 de junio. STRDEL (AFP)

Preparándose ya ante el repliegue ordenado para el año que viene, y después de un reciente operación de tropas occidentales en la que murieron 18 civiles, el mando de la Alianza Atlántica en Afganistán, con el asesoramiento del Pentágono, ha prohibido los ataques aéreos a zonas residenciales donde pueda haber víctimas civiles, aunque en ellas se refugien insurgentes.

“Cuando haya motivos de preocupación por la vida de los civiles, no se emplearán bombas aéreas, si es que hay otros medios a nuestro alcance”, dijo este lunes por conexión satélite el subcomandante de la OTAN en Afganistán, teniente general Curtis Scaparrotti, ante los corresponsales en el Pentágono. “Aun así nuestras fuerzas aun tendrán el derecho de defenderse contra acciones hostiles”, añadió.

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El general John Allen, comandante de las tropas aliadas en aquel país, le comunicó la nueva restricción al presidente afgano, Hamid Karzai, el sábado, después de una reunión en la que también participó el embajador norteamericano ante Kabul, Ryan Crocker. Supuso este un triunfo político para Karzai, que se ha quejado en reiteradas ocasiones de que las batidas y los ataques nocturnos merman las relaciones entre las potencias occidentales de la OTAN y el pueblo afgano.

Fuentes del Pentágono explicaron este lunes que las órdenes del general Allen no afectan a las operaciones que se conduzcan por tierra, y que cuando no haya otro resorte al alcance de las tropas, estas aun podrán bombardear viviendas si consideran que los insurgentes que allí se refugian suponen una amenaza seria para el gobierno legítimo de Kabul.

El pasado 6 de junio, un ataque aliado provocó 18 víctimas civiles en la provincia de Logar, a 30 kilómetros al sur de Kabul. Entre ellos había siete niños y tres ancianos. Ese ataque supuso un contratiempo para las tropas aliadas, ya que según un reciente informe de las Naciones Unidas, el número de víctimas civiles en Afganistán descendió un 21% entre enero y junio. Previamente, las relaciones entre Washington y Kabul se habían estropeado notablemente debido a la masacre provocada por un sargento norteamericano en Kandahar, donde aniquiló a al menos 16 civiles.

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En abril, los Gobiernos de Washington y Kabul firmaron un acuerdo para cederle al ejército afgano el control de las operaciones especiales contra los insurgentes talibanes. Entre las nuevas responsabilidades de las tropas nacionales se halla la de las batidas nocturnas, que tanto han irritado a la población civil en los años más recientes de guerra.

Este verano se retirarán de Afganistán 30.000 soldados norteamericanos. El resto se replegará a lo largo de 2014, por orden del presidente Barack Obama. Este lunes, durante una visita a Kabul, el ministro galo de Defensa, Jean-Yves Le Drian, anunció que las tropas francesas de Afganistán comenzarán su propia retirada en julio, y la culminarán a finales de año.

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