Palabras clave de una áspera campaña
Una decena de términos resumen el enfrentamiento entre dos candidatos de estilos e ideas muy diferentes, en una elección destinada a marcar el futuro de Europa
Nicolas Sarkozy y François Hollande se juegan hoy una elección crucial para el futuro de Francia y de Europa. Atrás queda una campaña tensa, marcada por la entrada tardía de Sarkozy; la clara ventaja de Hollande en los sondeos que su rival ha ido reduciendo gota a gota, el ascenso del Frente Nacional (18% en la primera vuelta) y de la extrema izquierda (11%), y la división de la derecha moderada por el giro ultraderechista que adoptó el presidente saliente en el último tramo.
» Anáfora. El momento estelar de la campaña ha sido sin duda el cara a cara entre los dos candidatos, celebrado el miércoles 3. Durante tres horas, 18 millones de espectadores siguieron el áspero intercambio de golpes al mentón. En Twitter, 90.000 personas se cruzaron medio millón de mensajes. Algunos ironizaban sobre la transformación de Hollande: “De Flanby (famoso flan de sobre) a perro de presa”. Marcó tendencia la palabra #anaphore (anáfora, repetición), una figura retórica que empleó el socialista en su alegato final, cuando dijo 16 veces la fórmula “Moi, président de la République” para marcar distancias con el estilo intervencionista de su rival: “Yo, presidente de la República, no seré el jefe de mi mayoría; yo, presidente de la República, no trataré a mi primer ministro como a un empleado…”. El mutismo de Sarkozy ante la anáfora se interpretó como un síntoma de su resignación ante la derrota.
» Crecimiento. Hace tres meses, solo Paul Krugman y algunos comentaristas preclaros se atrevían a pronunciar esa palabra. El pensamiento único de la austeridad impuesto a los 500 millones de europeos por el falso directorio conocido como Merkozy había sido sancionado en Bruselas el 9 de diciembre y nadie levantaba la voz. En esas llegó Hollande y mandó parar. Sarkozy, correligionario de Angela Merkel, logró que Berlín hiciera el vacío al candidato socialista, pero poco a poco la agenda de Hollande por el crecimiento se fue imponiendo y tras su victoria en la primera vuelta, Berlín, Bruselas y Fráncfort han ido abriendo la mano. Antes de ser enterrado oficialmente en las urnas, el término Merkozy, última versión del histórico eje franco-alemán en la construcción europea, en el que Francia y su presidente no han sido sino los monaguillos de Alemania y su canciller, parece ya historia. Hollande se niega a aceptar el tratado si no es retocado para incluir en él un pacto por el crecimiento. Merkel lo sabe bien, y ahora intenta adelantarse para seguir llevando la batuta cuando nazca Merkellande. Pero si pierde Sarkozy en 2012, ¿quién puede asegurar que no pierda Merkel en 2013?
» DSK / Gadafi. Dos viejos cadáveres, uno político y el otro literal, han irrumpido en la campaña por la puerta de atrás. Dominique Strauss-Kahn, el no-candidato, probable triunfador de estas elecciones de no haber sucumbido públicamente a sus pulsiones más básicas, ha estado presente como arma arrojadiza. Sarkozy ha repetido que no aceptaba lecciones de moral de un partido que llegó a tener a DSK como espada flamígera para expulsarle del Elíseo. En el debate, Hollande le reprochó que, si era tan impresentable, le hubiera nombrado para dirigir el Fondo Monetario Internacional. Sarkozy respondió que lo había hecho con la aquiescencia del socialista. El otro viejo amigo del pasado es el difunto Muamar el Gadafi. Las informaciones de Mediapart sobre la presunta financiación del régimen libio de la campaña de Sarkozy en 2007 han complicado la vida del presidente, que las ha calificado de grotescas y ha denunciado a Mediapart ante la fiscalía. Si pierde, nadie descarta que Sarkozy deba afrontar (sin inmunidad presidencial) una delicada tercera vuelta en los tribunales.
» Empleo. El paro es la primera preocupación de los franceses. En los últimos cinco años, un millón de parados más han llevado la tasa hasta el 10%. Sarkozy había prometido bajarlo al 5%. Hollande ha prometido crear 60.000 puestos en educación en cinco años, y espera crear 150.000 contratos de generación para jóvenes. Sarkozy planea bajar los costes laborales para mejorar la competitividad y el empleo. Pero el verdadero plan de empleo de Hollande es Europa: confía en convencer a Merkel de que doble el tamaño del fondo de rescate hasta un billón de euros con préstamos ilimitados del Banco Central Europeo, y que el Banco Europeo de Inversiones financie planes de infraestructuras e incluso ponga en marcha los eurobonos.
» España. El analista Bruno Jeudy lo anunció en estas páginas antes de la primera vuelta: “Sarkozy convertirá a España en la clave de su campaña”. Y así ha sido. El presidente saliente no ha dejado pasar un solo día sin citar la apurada situación del vecino del sur para meter miedo a sus compatriotas, comparando a Hollande con José Luis Rodríguez Zapatero, y a veces también con Yorgos Papandreu. Sarkozy ha acusado a Zapatero de no hacer “las reformas que el país necesitaba”, y ha tratado de pintar a Hollande como un despilfarrador y un voraz recaudador de impuestos. En el debate, el socialista reprochó a Sarkozy su cinismo al recordar que cuando Zapatero estaba en el poder le llamaba “el buen socialista”, y añadir que su socio en el Partido Popular Europeo, Silvio Berlusconi, no dejó a Italia en mejor situación. Sarkozy negó, mintiendo, que Berlusconi fuera del PPE.
» ‘Halal’. Fue Marine Le Pen quien sacó el espantajo de que toda la carne que se come en París se abate mediante el rito halal, una supuesta concesión a las demandas de los musulmanes. Una metáfora sobre la islamización de la sociedad francesa, en particular, y su desnaturalización por el tsunami de la inmigración, en general. François Hollande, que aboga por conceder el derecho de voto a los extranjeros en las elecciones locales, consiguió en el debate que muchos pensaran que Sarkozy identifica inmigración con religión. Los más de cinco millones de musulmanes que viven en Francia se han sentido el chivo expiatorio del presidente, que ha prometido reducir a la mitad la inmigración legal.
» Marine. Marine Le Pen, de 43 años, ha emergido como la personalidad que marcará el futuro de la política francesa. “Nos hemos convertido en el centro de gravedad”, proclamó ante sus seguidores en el mitin del martes en Ópera al anunciar que votaría en blanco. Los dos candidatos han hecho guiños a los 6,4 millones de votantes de un Frente Nacional que cada vez aglutina a más descontentos: jóvenes, pobres, obreros en paro, eurófobos, xenófobos, proteccionistas y antiglobalización. Sarkozy ha asumido los postulados más extremistas de Marine, como la llaman sus seguidores, y ha implorado el voto de los lepenistas. Pero estos piensan ya en las legislativas de junio, cuando Marine piensa refundar el histórico Frente Nacional para convertirlo en el Rassemblement Bleu Marine (Unión Azul Marine).
» Prensa. En una campaña dominada por la inmediatez de las nuevas tecnologías de la información continua, Nicolas Sarkozy ha librado una guerra sin cuartel contra los medios, acusados por él, los dirigentes de su partido y sus seguidores de incurrir en “grosera manipulación”, en particular la prensa escrita. En más de una ocasión los ánimos han estallado en algún mitin, con agresiones a los informadores. Sarkozy ha dicho comprender que, dadas las circunstancias, a los suyos se les calentara la boca y se les fueran las manos. Algunos titulares en los quioscos de este fin de semana: “La vergüenza de la V República”, “El error”, “La loca esperanza del presidente candidato”.
» ‘Rassemblement’. Unidad. La palabra que suele ganar las presidenciales ha sido esta vez patrimonio del candidato socialista. Hollande la ha empleado en cada mitin y cada entrevista. Imitando el modelo de François Mitterrand, el único socialista que ha ganado las presidenciales (1981 y 1988) en la Quinta República, Hollande ha afirmado que es el candidato de la unidad de la izquierda y de la unidad del país. Acusando a Sarkozy de querer dividir a los franceses en buenos y malos, cristianos y musulmanes, asalariados públicos y privados, trabajadores y parados, el socialista ha marcado la diferencia con un líder que se ha jugado la reelección a una carta desesperada: la derecha extrema.
» UMP. Duda hamletiana. UMP o no UMP. Esa es la cuestión. La Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido que preside Sarkozy, es una amalgama de sensibilidades políticas de centro y derecha soldadas por el poder. El futuro del partido depende vitalmente del futuro del presidente. Si Sarkozy es derrotado y se retira de la política, la madre de todas las batallas se abriría entre los tenores de la mayoría. Si gana con su discurso ultra, Sarkozy habrá legitimado de facto las ideas del Frente Nacional. Sobre la debilitada coalición de intereses conservadores se cierne la amenaza de las legislativas de junio y el dilema de qué relación mantener con una Marine Le Pen que espera lanzarse sobre los despojos y convertirse en dueña y señora de la derecha francesa.
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