Decenas de miles de sirios desafían en las calles los disparos de la policía
Tres muertos a pesar de que El Asad dice aceptar el derecho de manifestación
Decenas de miles sirios salieron este viernes a manifestarse venciendo el miedo y poniendo a prueba el frágil alto el fuego que entró en vigor en el país la mañana del jueves. A pesar de que el derecho a protestar es precisamente uno de los seis puntos del plan de paz que Damasco dice haber aceptado, las fuerzas de seguridad dispararon contra los manifestantes en varias ciudades, según los rebeldes. Al menos tres personas murieron y a muchas otras se les impidió participar en las protestas, según las mismas fuentes.
Las tres muertes se produjeron en las ciudades de Hama, Idlib y Deraa, indicó el opositor Observatorio sirio para los derechos humanos, mientras que la agencia oficial Sana informó de que uno de los grupos armados rebeldes mató a un militar en la provincia de Hama, en el oeste del país.
Aún así, teniendo en cuenta el balance de muertos de otros viernes, y el delicado momento que atraviesa el conflicto sirio, los observadores coinciden en que podría haber sido mucho peor. Ahmad Fawzi, portavoz del mediador internacional, Kofi Annan, sostuvo que el alto el fuego “se ha respetado relativamente”. Indicó también en declaraciones a la agencia France Presse que ahora urge desplegar una misión de observadores internacionales sobre el terreno y lograr la liberación de los detenidos, como figura en el llamado plan Annan. La idea es enviar una avanzadilla compuesta por una decena de observadores, a la que seguiría más adelante un contingente formado por unos 250 supervisores internacionales. En la noche del jueves, Rusia planteó ante Naciones Unidas las primeras discrepancias respecto al texto que debía autorizar el despliegue de la misión y que establece la libertad de movimiento de los enviados por todo el país. Annan pidió el viernes también “acceso humanitario” para que pueda entrar ayuda al país, que hasta ahora se distribuye a través de la media luna roja.
"No creo que Bachar el Asad sea sincero y desgraciadamente tampoco creo en el alto el fuego", asegura Sarkozy
A finales de marzo, el presidente sirio, Bachar el Asad, aceptó una propuesta de alto el fuego procedente de Annan, mediador designado por las Naciones Unidas y la Liga Árabe al conflicto. Damasco esperó hasta el ultimísimo momento —seis de la mañana del jueves y hora límite según el plan— para dejar de disparar indiscriminadamente contra la población y se comprometió a cumplir el resto de puntos acordados. Las tropas del Ejército sirio siguen sin embargo aún desplegadas en torno a las ciudades en contradicción del texto acordado.
Tal vez por eso y a pesar de la relativa calma que se ha vivido en las últimas 48 horas, cunde la sensación de vuelta a la casilla de salida, de regreso a las semanas de las primeras manifestaciones y los primeros muertos. De que lo peor esté tal vez aún por llegar. Y de que llegados a este punto y con tanta sangre derramada, Bachar el Asad no se va a dar por vencido por las buenas. La desconfianza hacia el régimen de El Asad y sus promesas es enorme como lo demuestran las declaraciones de los líderes occidentales. “Yo no creo que Bachar el Asad sea sincero. Yo no creo en este alto el fuego”, dijo el viernes el presidente francés Nicolás Sarkozy, quien pidió por televisión que se abran corredores humanitarios para que “la pobre gente que está siendo masacrada pueda escapar del dictador”.
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