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Tuaregs e islamistas codo a codo

El grupo que secuestró a los cooperantes españoles anuncia que participa en los combates en el norte de Malí

Los secuestradores de los dos cooperantes españoles, y de una italiana, hace más de cinco meses en Tinduf (suroeste de Argelia) reaparecieron este fin de semana en los combates en Malí contra el Ejército. El Movimiento por la Unidad y Yihad en Africa del Oeste (MUJAO), que el 10 de diciembre reivindicó el secuestro de Ainhoa Fernández de Rincón, Enric Gonyalons y Rossella Urru, envió el sábado un comunicado a la delegación en Bamako de la agencia francesa de prensa AFP, anunciando que participó en la toma de Gao, la segunda cuidad del norte de Malí.

Con anterioridad se había manifestado, a principios de marzo, para asumir la autoría de un atentado en la calle principal de Tamanrasset (sur de Argelia) que causó 23 heridos. Dirigido por un mauritano, el MUJAO es un grupo disidente de la rama magrebí de Al Qaeda (AQMI), que se habría dedicado más al contrabando que al terrorismo.

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La presencia de sus hombres sobre el terreno no ha sido confirmada por fuentes independientes, pero los habitantes de la franja norteña de Malí aseguran, al teléfono, que entre los atacantes hay islamistas empeñados, entre otras cosas, en destruir los locales en los que se consume alcohol.

El grueso de la ofensiva guerrillera corre a cargo de dos facciones tuaregs -esta etnia representa el 6,5% de la población de Mali- concretamente del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA) y Ansar Dine, que encabeza Iyad Ag Ghali, de 54 años, un histórico que participó en casi todas las revueltas desde 1990.

La relación entre tuaregs e islamistas, originarios de varios países de la región y también del propio Malí, no ha sido mala. Algo más del 3% de la población maliense es árabe. Han convivido y hasta se han ayudado mutuamente a trapichear. Una fracción de los tuaregs ha apostado por el islamismo radical. Los tuaregs dejaron a los árabes el “honor” de liberar Tombuctú.

Iyad Ag Ghali fue, por ejemplo, el intermediario que cobró el rescate abonado para obtener la liberación del mayor grupo de rehenes -14 europeos- en el norte de Malí en 2003. Habían sido capturados por los salafistas argelinos que más tarde se adhirieron a Al Qaeda.

Ambas etnias van a gestionar ahora un inmenso territorio del que no será fácil desalojarles porque conocen el terreno y poseen muchas armas adquiridas en Libia. “A medio plazo se corre el riesgo de ver instaurarse una nueva República en esa franja de la subregión; una República islámica”, advertía el diario L’Authentique de Bamako. Ese es el temor de las capitales occidentales.

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