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El nuevo terrorismo que sufre Europa

Los ataques individuales se incrementan en el Viejo Continente en un 600%.- La mezcla de radicalismo y ansia de notoriedad impulsa a estos terroristas

Lucía Abellán
Una manifestante participa en una marcha pacifista convocada en París.
Una manifestante participa en una marcha pacifista convocada en París.JOEL SAGET (AFP)

El terrorista anónimo que perpetra matanzas contra ciudadanos corrientes rifle en mano era contemplado desde el Viejo Continente como una figura propia de Estados Unidos. Pero en los últimos años Europa empieza a americanizarse. El asesinato de tres escolares y un profesor la semana pasada en un colegio de Toulouse coloca en primer plano un fenómeno, el llamado terrorismo del lobo solitario, cuyos episodios se han duplicado en la última década en Europa.

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Un arma de fuego y buenas dosis de sangre fría bastan para sembrar el terror en todo el mundo con sucesos de este tipo. En el caso que acaba de sacudir Francia, el asesino invocó a Al Qaeda, la yihad y el dolor de los niños en Gaza al irrumpir a tiros en una escuela judía. El sustrato político-religioso parece explicar la motivación del asesino, pero los expertos instan a fijarse en otros aspectos más definitorios. Por encima de ideologías, desequilibrios y entornos, es la técnica empleada la que identifica todos estos episodios.

“No es cuestión de ideología. De hecho, asesinos con bagaje diferente —yihadistas o de extrema derecha— emplean métodos similares. Suele ser una sola persona armada que atenta contra ciudadanos anónimos y que, de esa forma, puede escapar más fácilmente al control policial. Si se trabaja dentro de una organización es más fácil ser interceptado”, explica la profesora holandesa Beatrice de Graaf, una de las mayores expertas internacionales en este tipo de terrorismo, perteneciente a la Universidad de Leiden.

Casi todos los estudiosos de esta figura insisten en que actúan así porque tienen más posibilidades de lograr lo que buscan: matar y conseguir notoriedad. “Es muy complicado para un grupo planear una cosa de ese tipo sin ser descubierto”, argumenta Edwin Bakker, investigador de este fenómeno y profesor en la misma universidad. Una buena parte de los estudios sobre el lone wolf terrorism (por su denominación en inglés) proviene de Holanda, el país europeo con más sucesos de este tipo.

Los datos avalan la preocupación que suscitan sucesos como el de Toulouse o el ocurrido el pasado verano en Noruega, cuando un joven de extrema derecha irrumpió en una concentración de jóvenes laboristas y la emprendió a tiros hasta matar a casi un centenar. Entre los años setenta y la década de 2000, el número de ataques creció un 45% en Estados Unidos, mientras en Europa los hizo en un 500%. Aunque los porcentajes están distorsionados porque las cifras de partida son muy pequeñas, esa evolución revela que el radical solitario ha dejado de ser ya un espécimen estadounidense.

En realidad no existen cifras oficiales. Las anteriores figuran en el libro Understanding Lone Wolf Terrorism: Global Patterns, Motivations and Prevention, de Ramón Spaaij, otro de los expertos internacionales en la materia. Spaaij, investigador en la universidad australiana de La Trobe y en la de Amsterdam, refleja que entre 2000 y 2010 hubo 40 episodios en 12 países europeos, frente a los 19 que se registraron la década anterior. Es decir, se han duplicado en los últimos años.

Spaaij subraya el gran impacto que provocan estos sucesos a pesar de que el número de víctimas suele ser relativamente bajo. “La cifra media es de 1,6 fallecidos por caso. Sin embargo, el efecto que logran es enorme. Quieren trasladar su mensaje al mundo, a veces incluso ser famosos. Entre las motivaciones, hay siempre una mezcla de discurso político y perfil personal de frustración, de furia”, detalla. El propio asesino de Toulouse aprovechó las largas horas que estuvo cercado por la policía en su apartamento para llamar a un medio de comunicación.

Todos los consultados señalan Internet como una de las herramientas más potentes en la propagación de este fenómeno. Un individuo aislado frente a su ordenador puede entrar en contacto con corrientes radicales y tener un más fácil acceso a las armas. “En los círculos yihadistas se les anima a actuar en solitario”, recuerda el profesor Bakker. Los mensajes suelen llegar a través de revistas y, sobre todo, por Internet.

Otros expertos recelan de la explicación basada en la técnica e invitan a buscar responsabilidades en la sociedad. François St'Angelo, de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia, integrada en el Consejo de Europa, alerta sobre el discurso público que puede alentar a personas desequilibradas a perpetrar los ataques. “Con la crisis económica, se pone a unas comunidades contra otras y eso puede llevar a actos de violencia. Hay que repetir la historia a las nuevas generaciones para que sean conscientes de que existen comportamientos que no están muy lejanos”, recomienda St'Angelo en referencia al carácter judío de la escuela de Toulouse. “Porque estos episodios se pueden producir en cualquier sitio, en cualquier momento”, concluye. Un estudio de la Agencia de la UE para los Derechos Fundamentales muestra que los ataques a los judíos han aumentado en el continente en los últimos años.

Los expertos alejados de la explicación ideológica se muestran más pesimistas respecto al modo de prevenir estas prácticas, aunque ofrecen pistas. “Hay que estrechar el control sobre la venta de armas. Y reforzar la vigilancia pública sobre el ambiente en que desenvuelven estos extremistas. Sobre todo, es necesario controlar a los que viajan [a territorios como Afganistán] y luego regresan a Europa”. Su colega Edwin Bakker añade otra recomendación: que las comunidades que acogen a los asesinos repudien públicamente lo que hacen.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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