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Las toallas en la tumbona

La toalla con la que los alemanes reservan la tumbona de la piscina es alimenta un tópico: diligencia, eficiencia y disciplina. ¿Es cierto?

CHIOSTRI (LA STAMPA)

Sí, todos son ciertos. Todos los tópicos son verdaderos. Incluso el de la toalla con la que los alemanes reservan la tumbona junto a la piscina por la mañana temprano. Por lo menos así me lo ha confirmado un amigo mío muy viajado, digno de toda confianza, que me ha confirmado también que los alemanes son los únicos que hacen eso. Aunque acto seguido refutó en parte este tópico. No solo porque aseguró que él mismo, como alemán que es, nunca lo haría. Sino porque a la mañana siguiente tiró con sus propias manos todas las toallas de las tumbonas a la piscina desierta del hotel, acompañado por dos inglesas que había conocido la noche anterior bebiendo en el bar del hotel. Hablando de otros tópicos: ¿realmente sale a relucir esta cuestión cuando se trata de los prejuicios sobre los ingleses?

En cualquier caso, con esta acción no ha hecho más que alimentar el siguiente tópico: diligencia, eficiencia y disciplina. La mayoría de los veraneantes procedentes de otros países se quejan de esta situación anómala de las toallas en las tumbonas, pero él ha pasado a la acción y con una simple maniobra ha dejado las tumbonas libres. Lo cual implica también que no es berlinés. Y no porque vaya a los hechos concretos, que de eso también hay en Berlín. Sino por su diligencia, eficiencia y disciplina. Quizá éstos sean realmente rasgos típicos de los alemanes, pero todavía no he oído decir en ningún sitio que sean típicos de la capital. Como mucho en Berlín.

Berlín está considerada más bien como la Sudamérica del país

Por lo demás, en el resto del país, Berlín está considerada más bien como la Sudamérica del país. No por el clima, sino, entre otras cosas, por su relajada actitud cuando se trata de plazos y de la terminación de trabajos. En cualquier caso, “eficiente” no es el adjetivo adecuado para Berlín. No hay más que ver, por ejemplo, las obras berlinesas. Para construir dos kilómetros largos de vías de tranvía nuevas –a fin de conectar la estación central años después de su puesta a punto– se han previsto tres años completos de obras. Sin incluir las demoras. En ese tiempo, en China se construyen ciudades enteras o líneas de tren de alta velocidad que atraviesan el país. A lo mejor los chinos son los alemanes del siglo XXI, más alemanes que los alemanes. O quizá es que los berlineses no son alemanes típicos. Aún falta averiguar lo que dice de un país el hecho de que su capital sea tan atípica.

El tercer tópico es complicado: los alemanes son rígidos y carecen de sentido del humor. Eso es algo relativo. No cabe duda de que Merkel es más rígida que Berlusconi, pero en el caso de Monti podría ser al revés. Y probablemente muy pocos dirían que Wulff es más rígido que la reina de Inglaterra. Lo cual quizá suponga un problema porque, para algunos compatriotas, Wulff ha sido muy poco rígido en el trato con sus amigos y sus buenas obras. Y demasiado rígido por lo que respecta a su franqueza. Aunque los labios rígidos, por lo menos el labio superior, se atribuyen más bien a los ingleses. Dejando aparte este particular, probablemente este asunto evidencie la falta de humor de los alemanes: por lo visto no entienden las bromas cuando se trata del comportamiento de los políticos. Al menos fuera de los programas satíricos y de las celebraciones de carnaval. A lo mejor los alemanes sí que tienen humor, solo que tiene que estar planificado como es debido en su agenda. Sea como fuere, probablemente en otros países la gente se reiría a mandíbula batiente sobre lo que se reprocha aquí a Wulff. Me viene de nuevo a las mientes Berlusconi. No hay problema en escribir esto aquí porque, al fin y al cabo, estamos hablando de tópicos. Y aquellos que se atribuyen a los alemanes son todos ciertos. En cualquier caso, en este país somos disciplinados, diligentes y eficientes en su cumplimiento.

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