_
_
_
_

"La suerte no ayuda si uno no tiene ideas propias"

La experiencia de un joven polaco, desde el final del periodo comunista al auge económico del país

Jacek Bilczynski, en su gimnasio.
Jacek Bilczynski, en su gimnasio. MATEUSZ SKWARCZEK (AGENCJA GAZETA)

“Nací en Olkusz, una ciudad del sur de Polonia con 40.000 años de antigüedad que fue famosa durante años por su fábrica de vajillas esmaltadas. Durante el periodo comunista, la fábrica daba de comer a la mayor parte de las familias de las proximidades. Pero eso, por desgracia, se acabó.

Crecimos en el típico bloque de viviendas socialistas. Mi padre es mecánico de coches y mi madre, enfermera. Siempre pudieron vivir de su trabajo, pero para poder comprar cualquier cosa extra mi padre tenía que trasladarse a trabajar a Noruega. Hubo una época en la que todos querían vivir mejor. A veces se pasaba meses fuera de casa. Yo me quedaba con mi madre y con mi hermana mayor.

En el instituto empezaron a interesarme la biología y la química. Decidí estudiar fisioterapia y dietética. Cuando estaba en primero de carrera, empecé a trabajar como modelo y a viajar al extranjero para sesiones de fotos. Es un trabajo que está bien, pero en Polonia no se trata con seriedad a las personas que se dedican a esto. Se cree que si alguien es atractivo, seguramente no tiene nada interesante que decir. Ahora ese estereotipo ya no me afecta tanto como antes.

En tercero de carrera empecé a trabajar también como instructor de gimnasio. Dos años más tarde había ganado lo suficiente como para abrir mi propio centro, en el que asesoraba sobre cómo hacer ejercicio correctamente y alimentarse de una manera sana. Entonces ya ganaba más que mis padres. Al principio trabajaba 16 horas diarias. Por eso creo que aunque en la vida hay que tener mucha suerte, esta no ayuda si uno no tiene ideas propias.

Alquilo un piso por unos 2.000 zlotys al mes (450 euros). Tengo un coche de seis años, de categoría media. Para vivir y pagar todas las facturas necesito unos 5.000 zlotys (1.100 euros). Sin grandes lujos. Lo material no es para mí lo más importante.

Querría llegar a ganar lo suficiente como para poder mantener a mi familia y tener un buen nivel de vida. Poder ir de vacaciones con ellos y no andar preocupándome de si me quedará lo suficiente para pagar a la vuelta los libros del colegio de los niños. Ahora estoy planeando hacerle un regalo a mi madre. En cuanto apruebe el carnet de conducir, quiero comprarle un coche. Pequeño y seguro, que no cueste más de 20.000 zlotys (4.500 euros).

Todavía no he pensado en formar una familia. ¿Hijos? Uno, como mucho dos. Tengo novia, llevamos unos meses saliendo. Nos vemos los fines de semana, porque vive y trabaja en Varsovia y yo en Cracovia. Hemos decidido que yo me trasladaré a vivir donde está ella. Lo haré sobre todo por amor, pero en este caso el trabajo también cuenta. En la capital dispondré de más oportunidades laborales.

No sé si Dios es importante en la vida de los jóvenes polacos, porque parece que solo se ven las posturas más extremas. Unos son ateos, otros no hay domingo que no vayan a misa. Yo no voy a la iglesia, pero creo en Dios. Entre Él y yo tenemos un acuerdo: hablamos de vez en cuando, y yo me siento bien así. Hay que creer en algo.

He conseguido tener éxito en mi carrera profesional. Gano uno 8.000 zlotys al mes (unos 1.700 euros), pero sé que a la gente joven le resulta difícil ganarse la vida. Formar una familia, ni te cuento. Cuando viajo a otros países, tengo la impresión de que allí tratan mejor a sus ciudadanos. Al menos en Noruega.

Lo mismo pasa con la seguridad social. Tenemos buenos especialistas, pero el sistema no funciona bien. Los médicos se ven limitados no por las necesidades de sus pacientes, sino por la mala gestión económica. Si pudiera elegir, preferiría recibir cualquier tipo de tratamiento en el extranjero.

Para ir de vacaciones, prefiero Polonia. Me gustan los lagos y las montañas polacos. Allí consigo tranquilizarme. Pero este año me gustaría visitar Estados Unidos o Australia.

En mi opinión, las polacas son de las mujeres más bellas, y tienen otros valores añadidos. Son inteligentes y tienen una buena formación, pero por desgracia son tratadas a menudo peor que los hombres por razón de su sexo. Personalmente, no tendría nada en contra de que mi jefe fuera mujer.

¿Si tengo planes de futuro? De momento un piso bonito en Varsovia. En la vida lo más importante es ser feliz, y eso, en distintas etapas de la vida, significa algo distinto”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_