El asesinato del científico nuclear refuerza la estrategia de EE UU sobre Irán
Barack Obama y Benjamin Netanyahu conversan para coordinar su política contra Teherán
Barack Obama y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, han hablado hoy por teléfono para coordinar su estrategia contra Irán, después de la muerte de un científico iraní en un atentado que tiene el sello de una posible guerra encubierta de los servicios secretos de ambos países para intentar paralizar el programa nuclear que desarrolla el régimen islámico. Aunque en Washington se ha desmentido cualquier responsabilidad en el asesinato, éste se produce en un momento en que Estados Unidos trata de asfixiar económicamente a Irán e impedir que esa nación tenga la bomba atómica sin recurrir a un conflicto bélico abierto.
La Casa Blanca confirmó la conversación entre el presidente norteamericano y Netanyahu, e informó que “los dos líderes habían discutido los recientes acontecimiento en Irán, incluidos los esfuerzos de la comunidad internacional para hacer que Irán cumpla con sus obligaciones con la comunidad internacional”.
El episodio de la muerte de Mustafá Ahmadi Roshan, asesinado el miércoles por una bomba instalada en su coche, encaja en una estrategia seguida en los últimos años con la que se intenta sabotear el trabajo de los responsables del programa nuclear. Cuatro científicos han sido asesinado en similares circunstancias desde 2009, cinco desde 2007, y uno más salvó milagrosamente la vida en otro coche bomba en 2010. A eso se han sumado varias explosiones misteriosas en lugares en los que se sospechaba que se desarrollaba la investigación nuclear, incluida una instalación de la Guardia Revolucionaria, el cuerpo militar de élite responsable de ese programa, así como varios ataques cibernéticos.
Como consecuencia de esas acciones, según varios expertos en Washington, se ha conseguido retrasar considerablemente el momento en que el régimen islámico pueda estar en posesión de la bomba atómica. Israel lleva varios años ejerciendo presión sobre EE UU en relación con el peligro que el programa nuclear iraní representa para su supervivencia. Tras la conversación telefónica, la Casa Blanca recordó que la Administración norteamericana “continúa comprometida en la seguridad de Israel”.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha negado “categóricamente” que EE UU “esté implicado en ninguna clase de violencia dentro de Irán”. El portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la presidencia, Tommy Vietor, ha insistido, en relación con la muerte de Mustafá Ahmadi Roshan, en que “EE UU no tiene absolutamente nada que ver con esto”.
Los ataques dentro de Irán, en todo caso, están favoreciendo los intereses de EE UU y de Israel, y son consecuentes con la estrategia de guerra limitada que Obama ha diseñado en otros conflictos. Así como el uso de aviones sin tripulación (drones) ha permitido liquidar a numerosos miembros de Al Qaeda sin necesidad de hacer uso de fuerzas militares convencionales, una guerra encubierta en Irán podría evitar el bombardeo de las instalaciones nucleares iraníes, cosa que Israel parece haber contemplado en alguna ocasión.
En semanas pasadas, Irán amenazó con el bloqueo del Estrecho de Ormuz si se sentía agredido.
En semanas pasadas, Irán amenazó con el bloqueo del Estrecho de Ormuz si se sentía agredido.
El Pentágono ha anunciado hoy también que ha enviado un portaviones al mar Arábigo que se sumará a otro que ya navega hacia esas aguas. Aunque, oficialmente, estos movimientos han sido considerados rutinarios y no relacionados con el incremento de la tensión con Irán, resultan a todas luces disuasorios de cualquier aventura militar de parte de Irán.
La presión sobre ese país aumenta también en el ámbito económico. El secretario del Tesoro norteamericano, Tim Geithner, que lleva varios días en una gira por Asia en busca de respaldo al total embargo comercial contra Irán, obtuvo ayer el importante apoyo de Japón, lo que unido a las sanciones anunciadas por los principales países europeos, puede llevar al régimen islámico a la asfixia económica. Sus dos principales aliados en ese terreno, Rusia y China, tampoco están de acuerdo en la forma en que Irán está manejando el desarrollo de su programa nuclear, y tendrían serias dudas antes de respaldarle en una salida militar.
Así pues, la estrategia de Obama, que es la de forzar a Irán a plegarse a la voluntad de la comunidad internacional —el Organismo Internacional de la Energía Atómica ha denunciado el posible uso militar de la investigación nuclear iraní y ha exigido enviar observadores— por medio de una combinación de instrumentos que eviten una guerra abierta.
Para Obama, tan peligroso es llegar a las elecciones del próximo mes de noviembre en pleno conflicto militar con Irán como hacerlo con la confirmación de que ese país ha conseguido construir la bomba atómica.
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