Escocia fija el referéndum de independencia en otoño de 2014
El líder del gobernante Partido Nacional Escocés afirma que los escoceses “afrontan la decisión más importante que han tenido que tomar en 300 años"
El Gobierno de Escocia ha desafiado esta tarde al Gobierno británico al anunciar que el referéndum de independencia será convocado en otoño de 2014, en contra de las exigencias de Londres de que esa consulta se realice lo antes posible para evitar que la incertidumbre pueda dañar las inversiones financieras en territorio escocés.
Alex Salmond, ministro principal y líder del gobernante Partido Nacional Escocés (SNP en sus siglas en inglés), ha acusado a David Cameron de tener “una actitud beligerante” y de intentar controlar el referéndum “entre bastidores” con sus presiones para que este se convoque en los próximos 18 meses y que en él se plantee en exclusiva la pregunta de si Escocia quiere o no la independencia, sin dar a los escoceses la posibilidad de votar una tercera opción: aumentar los actuales poderes del parlamento autonómico.
Salmond justificó su calendario con el argumento de que los escoceses “afrontan la decisión más importante que han tenido que tomar en 300 años” y se necesita tiempo para preparar la consulta.
La confrontación entre Londres y Edimburgo ha subido de grado. El ministro británico para Escocia, Michael Moore, advirtió a los independentistas que el parlamento de Escocia “no tiene poder para convocar ningún tipo de referéndum, aunque sea solo consultivo”. Eso significa un drástico cambio de posición porque la posición tradicional de Downing Street era que Edimburgo no tenía poder para convocar una consulta que fuera vinculante para Westminster pero sí aceptaba implícitamente tanto el derecho de los escoceses a convocar la consulta como el impacto político del resultado.
La situación recuerda llamativamente a lo que ocurrió en 2002 en Gibraltar, cuando el ministro principal del Peñón, Peter Caruana, convocó un referéndum para oponerse a las conversaciones de Londres y Madrid para compartir la soberanía. El jefe del Foreign Office de la época, el laborista Jack Straw, calificó el referéndum de “excéntrico”, pero Londres aceptó el significado político del voto, abrumadoramente contrario a un acuerdo hispano-británico, y las negociaciones entraron definitivamente en vía muerta.
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