El gobernador de la provincia argentina de Río Negro fallece de un tiro en el ojo
Se trata de la segunda muerte misteriosa dentro del partido de Cristina Fernández desde que se inició su segunda legislatura, el 10 de diciembre
Argentina inició el año con una extraña muerte. El nuevo gobernador de la provincia sureña de Río Negro, el peronista Carlos Soria, de 61 años, murió el domingo de un tiro en el ojo cuando se encontraba con su esposa en la cama en su finca cercana a la ciudad de General Roca. Llevaba apenas 21 días como jefe provincial. El vicegobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, del Frente Grande (partido de centroizquierda que formó una coalición con el peronismo), informó de que se trató de un “accidente doméstico” que ocurrió a las 4.47 de la madrugada, después de la fiesta familiar de Año Nuevo.
La prensa rionegrina especulaba con que el disparo del arma de fuego calibre 38 que dio en el rostro del gobernador habría ocurrido después de una discusión con su cónyuge, Susana Freydoz. La esposa del político fallecido ya ha declarado ante el juez que investiga el deceso.
El Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner envió al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, a Río Negro para conocer el episodio de primera mano. Desde que se inició la segunda legislatura de Fernández, el pasado 10 de diciembre, esta es ya la segunda muerte misteriosa dentro de su partido. El 20 de diciembre en Montevideo, en plena cumbre de Mercosur, apareció ahorcado del perchero de su habitación de hotel el subsecretario de Comercio Exterior, Iván Heyn, economista estrella del kirchnerismo de solo 34 años. Los investigadores uruguayos evalúan dos hipótesis: un suicidio o un accidente por un juego erótico en el que se provocaba asfixia para incrementar el placer sexual.
El vicegobernador Weretilneck será el nuevo jefe provincial, pero ha declarado que hablará con los dirigentes del Partido Justicialista (PJ, peronista) y del Gobierno de Fernández para definir si convoca nuevas elecciones a gobernador.
La prensa local recoge que la muerte se produjo de madrugada tras una disputa con su esposa
Soria, a diferencia de Heyn, no pertenecía al ala izquierdista del peronismo, como Fernández, sino a su sector más tradicional. Abogado de profesión, era oriundo de Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires. En 2002, el entonces presidente de Argentina, Eduardo Duhalde, lo designó al frente de la Secretaría de Inteligencia. Fue entonces cuando Fernández, que en aquel tiempo era senadora, lo denunció ante la justicia penal porque su organismo había ordenado, supuestamente, que se espiara a ella y a su marido, Néstor Kirchner, que era candidato presidencial.
En 2003, Soria se postuló por primera vez a gobernador de Río Negro, juró fidelidad a Kirchner, pero terminó ganando un radical que contaba con el apoyo del jefe del Estado. Ocho años después tuvo su revancha y acabó así con 28 años de gobiernos radicales ininterrumpidos. El peronismo no gobernaba Río Negro desde 1976, cuando había sido desplazado por el último golpe militar en Argentina. Soria llegó al poder en coalición con el Frente Grande, el partido fundado por el exvicepresidente argentino Chacho Álvarez (1999-2000) que a nivel nacional apoya a la presidenta Cristina Fernández.
Río Negro es la cuarta provincia más extensa de Argentina, de un tamaño similar al de Bielorrusia, pero con solo 622.000 habitantes. Entre sus principales ciudades está Bariloche, que atrae a turistas todo el año por su centro de esquí y por sus parques naturales. Bariloche ha sufrido una fuerte caída del turismo desde que el pasado 4 de junio la zona se cubriera de cenizas por la erupción de un volcán vecino en Chile, el Puyehue. El aeropuerto de la ciudad aún se mantiene inactivo porque las cenizas no dejan de brotar del Puyehue.
Soria asumió el Gobierno en ese complicado contexto económico y entonces envió al Parlamento provincial dos leyes polémicas que fueron aprobadas con celeridad. Una ha puesto en disponibilidad a 20.000 empleados públicos. A partir de esa ley, Soria echó a 4.500, a los que consideró “vagos”.
La otra norma levantó la prohibición del uso del cianuro en la minería, lo que ha despertado las críticas de habitantes de Bariloche, ecologistas, partidos opositores y hasta de algunos militantes kirchneristas.
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