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Otro viernes sangriento en Siria

HRW acusa al régimen sirio de "crímenes contra la humanidad" en Homs.- La ONG calcula que de abril a agosto murieron allí 587 personas.- Pide a la Liga Árabe que suspenda su participación en la organización

Manifestantes contra El Asad en un funeral por víctimas de la represión, el 2 de noviembre en Hula, cerca de Homs.
Manifestantes contra El Asad en un funeral por víctimas de la represión, el 2 de noviembre en Hula, cerca de Homs.REUTERS

El papel cuché, las televisiones o las webs de medio mundo informan casi a diario de las muertes en Siria y los viernes parece ya una triste tradición. Esta vez han sido 11 los muertos en las provincias de Homs y Hama durante varias protestas en las que la población pedía que la Liga Árabe suspenda la participación de Siria en la organización en respuesta al continuado uso de la violencia del régimen. Los 22 miembros de la Liga se reunirán el sábado de forma extraordinaria en El Cairo para analizar la imparable sangría en el país.

La Liga Árabe debe decir a [Bachar] el Asad que violar sus acuerdos tiene consecuencias

Sarah Leah Whitson (HRW)

Esta misma reivindicación era recogida por un informe publicado hoy por la organización Human Rights Watch (HRW) que además exige la imposición de un embargo de armas y de sanciones a Damasco y el enjuiciamiento de los responsables de las matanzas en la Corte Penal Internacional.

“Los abusos sistemáticos contra los civiles en Homs por parte de las fuerzas del Gobierno sirio, incluyendo la tortura y los asesinatos, constituyen crímenes contra la Humanidad”, aseguran los analistas de la organización en un comunicado hecho público junto al informe. En sus páginas se recogen los testimonios de algunas víctimas de estas torturas arbitrarias. “Me golpearon con unos cables y luego me colgaron con las manos atadas a una tubería para que mis pies no tocaran el suelo”, cuenta una de ellas.

Desde que el Gobierno de Bachar el Asad firmara un supuesto acuerdo con la Liga Árabe el pasado 2 de noviembre para poner fin a la violencia al menos otras 104 personas han perdido la vida en Homs, la provincia con la cifra de muertos más alta (1.400 desde que comenzaran las revueltas en marzo, según los opositores sirios)

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"Homs es un microcosmos de la brutalidad del Gobierno sirio", ha asegurado la directora de HRW para Oriente Medio, Sarah Leah Whitson, quien ha añadido que "la Liga Árabe debe decir a El Asad que violar sus acuerdos tiene consecuencias", en alusión a que Damasco sirio no ha respetado el plan árabe para superar la crisis actual.

El Gobierno alauita tampoco ha cumplido con otra de las condiciones de dicho acuerdo: entablar el diálogo con las fuerzas de la oposición que se encuentra cada vez más dividida tal y como ha quedado demostrado esta semana.

El miércoles pasado en El Cairo varios manifestantes sirios les lanzaron huevos a los miembros de la delegación del Comité de Coordinación Nacional, el grupo rival del órgano opositor más importante, el Consejo Nacional Sirio (formado en su mayoría por disidentes exiliados que han vuelto al país para erigirse en los promotores del cambio)

El líder del comité, Hassan Abdul-Hazim, que tenía prevista una reunión con el jefe de la Liga Árabe para estudiar la escalada violenta en el país, tuvo que darse media vuelta. Parte de la población siria ve a este comité, compuesto por disidentes que ya vivían en el país antes de las revueltas, excesivamente predispuesto a mantener un diálogo con el sangriento régimen de Asad que ya le ha costado la vida a 3500 de sus compatriotas, según publicaba el martes Naciones Unidas.

Los principales escollos que dividen a la oposición son tres: si acceder o no a una intervención extranjera; cómo facilitar el cambio, si a través de una caída del régimen de Asad o intensificando el diálogo con su Gobierno o cuál debería ser el carácter de las manifestaciones, si pacíficas o transformadas en una rebelión armada contra la minoría alauita en el poder.

El mismo día del incidente en el Cairo, las fuerzas de seguridad sirias mataban a seis personas en la provincia de Hama, donde centenares de personas se echaban a la calle para pedir la expulsión del Presidente. Eran miles en otras ciudades como en la costera Lattakia o en Deraa, al sur del país.

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