EE UU mantiene una campaña secreta de bombardeos en Yemen
'The New York Times' asegura que Washington ataca objetivos de Al Qaeda con aviones no tripulados debido al vacío de poder en el país.- Saleh sale de cuidados intensivos tras una operación quirúrgica
Estados Unidos mantiene una "guerra encubierta" en Yemen contra objetivos relacionados con Al Qaeda, a los que ataca mediante aviones no tripulados y cazas aprovechando el vacío de poder en el país, asegura el diario The New York Times. La campaña estadounidense se ha intensificado en las últimas semanas, coincidiendo con la escalada de violencia en la capital entre partidarios y detractores del presidente, Ali Abdalá Saleh. El dictador, que resultó gravemente herido en un ataque contra su palacio y está ingresado en un hospital en Arabia Saudí, ha salido de cuidados intensivos tras someterse con éxito a una operación, según ha informado hoy la agencia oficial Saba.
En este contexto, las tropas yemeníes que habían estado luchando contra militantes de Al Qaeda en el sur del país han sido replegadas a Saná, por lo que Washington "ve los ataques aéreos como una de las pocas opciones que le quedan para evitar que los militantes consoliden su poder", agrega el diario, que cita fuentes del Gobierno estadounidense.
La campaña está liderada por el Mando Especial de Operaciones Conjuntas del Pentágono y coordinada con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y se dirige desde un puesto de control en Saná que recibe la información de inteligencia sobre los objetivos.
La CIA considera que el brazo de Al Qaeda en la Península Arábiga representa el mayor riesgo inmediato para Estados Unidos, más aún que las acciones que puedan tomar los líderes de la organización terrorista, escondidos supuestamente en Pakistán.
El pasado viernes, los cazabombarderos estadounidenses mataron a un espía de Al Qaeda, Abu Ali al-Harithi, y a otros sospechosos de formar parte de la organización, en un ataque en el sur del país que acabó también con la vida de cuatro civiles, indica el periódico.
Semanas antes, aviones no tripulados lanzaron un ataque fallido contra el clérigo radical Anwar al Awlaki, uno de los hombres más buscados por Washington y al que el Gobierno trata de matar desde hace más de un año. Educado en EE UU, a Al Awlaki se le vincula con varios planes de atentados frustrados en los últimos años, entre ellos el del joven nigeriano que intentó volar un avión de Delta el día de Navidad de 2009 y el intento de introducir bombas en cartuchos de tinta enviados en aviones de carga (octubre de 2010). También mantuvo contactos con el comandante Nidal Hasan, que mató a 13 personas en una base militar de Tejas en noviembre de 2009.
Los bombardeos suponen el fin de una pausa de casi un año en los ataques aéreos estadounidenses en Yemen, debido a los temores de que informaciones pobres de los servicios de espionaje habían provocado errores en los bombardeos y muertes de civiles. Según las fuentes de The New York Times, los servicios secretos estadounidenses y saudíes han recibido más información, obtenida a través de escuchas e informadores, sobre posibles localizaciones de militantes. Pero el conflicto desatado en Yemen supone un nuevo riesgo: que uno de los bandos proporcione datos a EE UU que puedan llevar a ataques aéreos contra sus rivales.
La persecución de objetivos de Al Qaeda también se ha complicado por el hecho de que sus militantes se han mezclado con otros rebeldes y con quienes protestan contra el Gobierno, según un alto funcionario del Pentágono citado por el diario.
Esto dificulta la tarea a Estados Unidos, que por el momento mantiene una posición prudente en el conflicto entre el Gobierno y los manifestantes y ha indicado que el país debe moverse hacia una "transición ordenada", pero no ha cuestionado la legitimidad de Saleh. Temerosos de que el apoyo a la campaña del Pentágono se desvanezca si el presidente yemení cae, el embajador de EE UU se ha reunido recientemente con líderes de la oposición, que se han mostrado de acuerdo en la continuidad de las operaciones contra Al Qaeda en la Península Arábiga.
Saleh autorizó la misión estadounidense en Yemen en 2009, pero impuso límites, y ha dicho públicamente que todas las operaciones militares deberían ser llevadas a cabo por sus propias tropas.
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