"Los migrantes pasan por los caminos que usaba la guerrilla de Colombia"
La seguridad en Centroamérica cobra una dramática actualidad con el hallazgo de 513 inmigrantes hacinados en camiones con destino a Estados Unidos, interceptados en Chiapas el pasado miércoles. El día antes, el ministro del ramo de Panamá, José Raúl Mulino (David, Chiriquí, 1959), estuvo en Madrid para participar en una reunión preparatoria de estrategias de seguridad en la región, donde el tráfico de personas no cesa de crecer y cada vez llegan de lugares más distantes.
Pregunta: ¿En qué consiste esta nueva inmigración africana que están viendo?
Repuesta: La tenemos todos. Van del centro de África hacia Suráfrica, y de allí se embarcan hacia Brasil. De allí arrancan destino norte. Según me explicó un embajador de Canadá en Colombia, los nacionales de Somalia encuentran en Canadá facilidades por reunificación familiar. Hay un problema de derechos humanos, porque son víctimas de explotación. A uno que interrogamos en Panamá le llevó dos años llegar hasta Suráfrica. Llevaba cuatro años andando. Vivía en un albergue. En este aspecto no hemos recibido ninguna cooperación de ningún país. Una vez que el africano sale de allí es extracontinental, lo llaman así no sé en virtud de qué. No lo podemos repatriar.
P. ¿Y qué pasa con ellos?
R. Es un problema, también de seguridad. Porque tú no sabes qué enfermedades tienen. Además, usan los caminos que la guerrilla tenía para pasar de Colombia a Panamá. Y los pueden usar de correos de droga. La última vez que lo verifiqué eran 30 personas al mes. Vienen mezclados. La última vez eran nepaleses. Hay eritreos, bangladesíes, indios. Yo no puedo decir que son delincuentes. Muchas de esas personas tienen educación hasta universitaria y hablan tres idiomas.
P. ¿En qué consiste la estrategia común de seguridad en la región?
R. Panamá, a diferencia del resto de Centroamérica, ya arrancó un plan, producto de una consultoría que nos hizo la empresa McKinsey & Company, desde que el presidente Martinelli ganó la elección. Nos encontramos los cuerpos de seguridad en un estado deplorable, versus una delincuencia común vinculada al narcotráfico en espiral ascendente, que nadie paró en su momento y dejaron llegar donde está, con un índice de 21 muertes violentas por mil habitantes. Lo hemos bajado desde 23. Llevamos una lucha frontal contra el narcotráfico, una recuperación de la frontera con Colombia, el Darién, que los gobiernos anteriores habían descuidado y el ELN usaba para retirarse a descansar. En algunos casos hubo enfrentamientos.
P. ¿El problema de la guerrilla en el Darién está solucionado?
R. En un 80%. Todavía tenemos presencias en el centro de la cordillera y hacia el Atlántico. Pero ciertamente está tranquila y esperamos este año limpiar Darién. Se ha hecho patrullando todos los días. Tres o cuatro patrullas de 30 o 40 hombres todos los días. Y llevando la presencia del Estado a esas áreas donde no hay comunicaciones y tienen una economía de subsistencia. Y está tranquilo. Todo el sur del Darién hasta el Pacífico es territorio libre de FARC.
P. ¿Cuál es la principal preocupación en seguridad?
R. El narcotráfico. Somos la primera frontera de Centroamérica. Las 350 toneladas que exportan los carteles colombianos hacia EE UU salían por aquellas playas. Al limpiar nosotros la presencia de las FARC hemos hecho que cambie de ruta. En vez de pasar por el golfo de Panamá, hoy día bajan hacia el sur de Colombia y Ecuador y vuelven a subir. De acuerdo con los datos de EE UU, ha cambiado de ruta el 24% de la producción de cocaína. Colombia produce hoy día un promedio de 1.500 toneladas de cocaína al año que abastecen al mundo. De ahí, unas 350 son para el mercado norteamericano, incluyendo México. El resto, a Europa o Asia, que es donde ya los precios están fuera de dimensión. En Panamá hace dos años costaba 2.500 dólares el kilo y allí está en 4.500 o 5.000 dólares. Cada vez hay menos droga, pero obviamente produce violencia. A los colaboradores cada vez más se les paga en especie, y esa droga tiene que venderse en la calle.
P. ¿Esto antes no pasaba?
R. No. Panamá siempre ha sido territorio de tránsito. No es que la calle esté inundada de cocaína, pero ha generado un problema que no existía y que ha producido inseguridad ciudadana. Hay muertes, ajustes de cuentas, sicariato... Antes la delincuencia era más autóctona. Entre el 70% y 75% de los homicidios tienen relación con la droga. Con todo y eso llevamos las estadísticas bastante abajo.
P. ¿Qué apoyo exterior tienen?
R. Hay apoyo estadounidense, que no es gran cosa. Hay más apoyo en inteligencia y capacitación por parte de Estados Unidos y Colombia, que nos ayuda mucho. Colombia tiene gran experiencia y capacidad, se ha convertido en una potencia en seguridad. En dinero, la cooperación de EE UU debe rondar los 10 millones de dólares al año. Nos hemos gastado 600 millones del presupuesto en los primeros seis meses de Gobierno.
P. ¿La fama fiscal de Panamá atrae dinero del narcotráfico?
R. Eso es más mito que realidad. En Panamá, el sistema bancario de hoy está hasta exageradamente autorregulado. Me comentó un funcionario de EE UU que le llevó 42 días abrir una cuenta corriente cuando lo trasladaron a Panamá. A la embajadora de México le costó 38 días. Yo no puedo decir que no metan goles. El narcotráfico compra cerebros y paga muy bien. Pero no son los tiempos de Noriega, cuando llegaba un camión de seguridad con 14 sacos de dinero y los bancos lo ingresaban. Bajaban bolsas de dinero como en la película Scarface.
P. ¿Tienen inmigración de Venezuela?
R. Sí. Sobre todo la más fuerte son multinacionales que tenían sede en Caracas y se han mudado de hoy para mañana a Panamá. Grandes empresas que llegan con grandes cantidades de ejecutivos bien pagados. Te llaman: 'el lunes vamos con 1.000 niños al colegio'.
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