El Gobierno japonés planea tomar el control de la operadora de Fukushima
La radiactividad en el mar japonés se dispara 4.385 veces por encima del límite legal
El Gobierno japonés planea tomar el control de Tokio Electric Power Co Tepco, la empresa eléctrica operadora de la central nuclear Fukushima, a través de una inyección de capital público, según informa el diario japonés Mainichi Newspaper citando a una fuente anónima oficial. Según el rotativo, el Ejecutivo no tiene intención de hacerse con más del 50% de la compañía, porque en ese caso se trataría de una nacionalización.
De momento, lo más que está dispuesto a reconocer el Gobierno es que se plantea inyectar más fondos en la compañía. Masayuki Sudo, un portavoz de la NISA, agencia de seguridad nuclear japonesa, ha reconocido que parece improbable que la empresa pueda sobrevivir sin estos apoyos. Nacionalizar se mantiene como "una opción", reconoce Sudo.
La intervención de la eléctrica es una posibilidad que lleva mucho tiempo discutiéndose en Japón, tanto dentro de las esferas de poder como en los medios de comunicación, aunque el Ejecutivo lo ha desmentido en varias ocasiones tras ser anunciada en primer lugar por el diario Yomiuri y agencias internacionales como Reuters. Lo que sí ha confirmado el Gobierno es su intención de cerrar la central. El primer ministro, Naoto Kan, reiteró ayer que la central será desmantelada en cuanto sea posible, según ha declarado el líder del Partido Comunista japonés, Kazuo Shii.
La crisis nuclear ha supuesto un golpe muy duro para Tepco, que cada día ve sus acciones hundirse. El Gobierno ha reprendido en varias ocasiones a los directivos de la empresa por su controvertida gestión del desastre nuclear; e incluso ha obligado a la compañía a mejorar las penosas condiciones en la que trabajan los operarios en el interior de los reactores averiados. Fruto de la pérdida de confianza en las capacidades de la compañía, sus títulos han perdido el 70% de su valor, y la bancarrota aparece como una posibilidad cada vez más real. Eso supondría varios desastres. Primero, haría aún más complicadas las operaciones para desactivar el peligro de la planta de Fukushima; en segundo lugar, obligaría a liquidar deudas con los acreedores, lo que aplazaría indefinidamente el pago de compensaciones a los afectados por el desastre; en tercero, aumentaría el riesgo de cortes eléctricos, un problema que viene afectando severamente a los japoneses desde que comenzó la crisis y que retrasa la normalización del país.
Si , tal como parece probable, la crisis nuclear no se soluciona antes de dos años, las compensaciones podrían estar por encima de los 96.000 millones de euros (aproximadamente cuatro veces el valor de Tepco, la principal compañía eléctrica de Asia), según una estimación del Bank of America Merrill Lynch que cita Reuters. Los malos augurios sobre la compañía se han hecho más insistentes desde que el miércoles su presidente, Masataka Shimizu, ingresó en el hospital por los problemas de salud que le ha agravado la crisis. Tampoco ha mejorado la situación el anuncio de que la línea de crédito de 17.000 millones de euros concedida por el Gobierno japonés ayer no será suficiente para hacer frente a sus monumentales costes.
La radiactividad se dispara en el mar
Mientras, los problemas siguen acumulándose en la central sin que Tepco parezca capar de atajarlos, tres semanas después de que el terremoto y el tsunami dañaran el sistema de refrigeración. Los equipos de emergencia luchan desde entonces para intentar estabilizarla y evitar una fusión del núcleo de los reactores. Principalmente han rociado con agua la planta para intentar mantener bajo control la temperatura. Esto ha originado gran cantidad de agua con altos niveles de radiactividad, que se teme que acabe en el mar.
De hecho, ayer la radiactividad en el mar japonés se disparó. En los alrededores de la central de Fukushima la yodina supera en 4.385 veces el límite legal, superando a la cifra récord de 3.355 veces registrada ayer en muestras de agua a 330 metros al sur de un desagüe cercano a los reactores 1 a 4 de la central. Una nueva muestra tomada en un túnel subterráneo en el exterior de una turbina del reactor 1 señala que los niveles de radiación son 10.000 veces superiores a lo normal, según Tepco.
Visita de Sarkozy
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, hizo ayer en Tokio un llamamiento para una reforma global de las normas de seguridad de las plantas nucleares, que debería llevarse a cabo antes de fin de año, en respuesta a la grave crisis atómica que vive Japón. "Es nuestro deber compartir nuestra experiencia de forma precisa con el resto del mundo para evitar que vuelva a suceder un accidente parecido", aseguró tras entrevistarse con el primer ministro japonés, Naoto Kan, quien respaldó la iniciativa.
Sarkozy, que este año preside el G-20, dijo que Francia quiere organizar en mayo en París una reunión de los responsables nucleares de este grupo de países para fijar las nuevas normas de seguridad. "No es en absoluto normal que no existan estas normas internacionales", afirmó el presidente en la Embajada francesa en Tokio poco antes de reunirse con Kan, informa France Presse.
El francés ha sido el primer mandatario extranjero en visitar el país asiático desde el terremoto y el tsunami . El detalle es especialmente importante porque Francia es el país del mundo con mayor dependencia de las nucleares (sus 58 reactores producen el 75% de la electricidad nacional). La visita "de solidaridad con el pueblo japonés" ha venido acompañada del envío de expertos de la compañía nuclear francesa Areva para ayudar a los técnicos japoneses en las labores de estabilización de la central de Fukushima, la cual, según los expertos, tardará probablemente meses.
Casi 11.500 muertos
Más de 172.400 refugiados continúan viviendo en escuelas y edificios del Gobierno, tras perder sus hogares o verse obligados a abandonarlos a consecuencia del terremoto, el tsunami o el desastre nuclear. Un total de 11.438 personas murieron y 16.541 continúan desaparecidas como consecuencia del temblor de tierra y la ola gigante, en la peor catástrofe natural que sufre Japón desde que comenzó a registrar datos hace 140 años.
Como era previsible, las trazas de yodo y cesio emitidas por Fukushima se pueden detectar ya, aunque a niveles ínfimos, en todo el hemisferio norte. El pasado día 26, la red española detectó en Cáceres restos de la emisión procedente de Fukushima.
Más impuestos para la reconstrucción de Japón
El Gobierno de Japón necesitaría más de 10 billones de yenes (unos 84.500 millones de euros) en presupuestos de emergencia para poder costear las operaciones de ayuda y reconstrucción después de los devastadores terremoto y tusnami del pasado 11 de marzo.
El viceministro de Finanzas, Mitsuru Sakurai, dijo ayer a los periodistas que ese dinero provendrá posiblemente de nuevos impuestos. Se espera que el Gobierno pida a los japoneses que arrimen el hombro para respaldar la reconstrucción de las amplias zonas asoladas, mientras que la prensa local ya ha adelantado que Tokio está trabajando en una legislación especial para incorporar nuevos impuestos y emisiones de bonos para financiar la recuperación de las infraestructuras.
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