Saleh asegura que Yemén podría sumirse en una guerra civil debido a los intentos de golpe militar
Importantes oficiales militares y diplomáticos abandonan al presidente yemení para pasarse a las filas de la revuelta democrática
El presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, ha sugerido adelantar su salida del poder a finales de año tras celebrar elecciones. La propuesta, de la que ha informado un portavoz, fue rechazada de inmediato tanto por los partidos tradicionales de oposición como por los activistas pro democracia, que exigen su dimisión inmediata. Saleh, que lleva tres décadas en el poder y cuyo actual mandato concluye en 2013, ha asegurado durante una reunión con la cúpula militar que el país podría sumirse en una guerra civil debido a los intentos de golpe contra él.
"El presidente dijo que entregaría del poder tras unas elecciones [parlamentarias] y la formación de instituciones democráticas a finales de 2011 o primeros de 2012", ha declarado su secretario de prensa, Ahmed al Sufi, citado por Reuters. Al Sufi se refería a la reunión que Saleh había mantenido la noche anterior con líderes tribales. Según su portavoz, el presidente "no se irá sin saber a quién entrega el poder" y tampoco tiene la intención de transferirlo a los militares.
"La declaración del presidente es una mera maniobra política", ha desestimado Mohammed al Sabri, portavoz del Foro Común. Esa organización paraguas, que agrupa a los partidos de la oposición, ya le propuso esa salida a mediados de febrero. Saleh se negó, pero ofreció organizar un referéndum sobre una nueva Constitución que estableciera la separación de poderes. "Lo que era aceptable ayer ya no lo es hoy", justificó Al Sabri. Y es que a medida que crece el apoyo a los acampados en la plaza de la Universidad, se radicalizan sus exigencias.
La ya rebautizada como plaza del Cambio ha visto desfilar a funcionarios y militares que anunciaban su apoyo a la protesta. También miembros de las tribus que, por primera vez, venían acompañados de sus mujeres e hijos, lo que daba un ambiente festivo a la concentración. Abdulrahman al Eryani, destituido como ministro de Recursos Hídricos y Medio Ambiente el pasado domingo con el resto del Gobierno, ha declarado que se unía a los manifestantes. También se anunciaron nuevas deserciones en el cuerpo diplomático, entre ellas la del representante ante la Liga Árabe, Abdelmalik Mansur.
El embajador de Yemen en España, Mustafa Noman, ha negado sin embargo una información de la agencia France Presse que le incluía entre los dimisionarios. "Respaldo las demandas de los manifestantes por la libertad y la dignidad, pero no he dejado mi cargo", ha explicado por teléfono a este diario.
Saleh ha agitado el fantasma de la guerra civil durante una intervención televisada ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. "Cualquier intento de tomar el poder por medio de un golpe de Estado llevaría a la guerra civil", ha advertido tras calificar de "motín" la decisión de apoyar las protestas del general Ali Mohsen Saleh al Ahmar, el virtual número dos del Ejército.
"No estamos buscando el poder", le ha contestado el general rebelde a través de las cámaras de Al Jazeera. El militar ha dicho desear que se presione al presidente para que "acepte la hoja de ruta de la oposición para una transición pacífica, incluida su salida antes de fin de año".
La porfía de ambas partes empuja a Yemen hacia el enfrentamiento. De hecho, anteanoche un primer choque entre soldados de las fuerzas regulares y tropas de la guardia presidencial dejó dos muertos, uno de cada bando, en Mukalla, al sureste del país, según la agencia France Presse. La guardia presidencial rodeaba hoy el cuartel general del Aire en Adén, después de que el jefe militar al mando declarara su simpatía con la revuelta.
Fuentes diplomáticas occidentales se muestran convencidas de que se están llevando a cabo negociaciones para buscar una salida negociada a la crisis. Tanto Estados Unidos como, sobre todo, el vecino del norte, Arabia Saudí, tienen un enorme interés en que Yemen no pierda la precaria estabilidad que le mantiene unido como país. El riesgo de que Al Qaeda pueda beneficiarse de la situación constituye una pesadilla para ambos y aunque Saleh haya sido un aliado inconsistente, el vacío de poder resulta aún más preocupante.
La Embajada de EE UU en Saná ya dejó constancia hace cinco años de su preocupación por la ausencia de "candidatos viables" para sustituir al presidente yemení, según revela uno de los telegramas diplomáticos difundidos por Wikileaks. El entonces embajador Thomas Krajeski analizaba las alternativas ante el anuncio de que Saleh no iba a presentarse a las elecciones de 2006. "El verdadero poder todavía deriva de los militares y de las tribus, y el próximo presidente tendrá que contar con su apoyo", escribía. Krajeski apuntaba como figuras clave, el líder de la confederación tribal Hashed, el patriarca de los Al Ahmar al que hoy ha sustituido su hijo Sadeq, y el general Ali Mohsen.
El general Ali Mohsen une las credenciales militares y tribales ya que también pertenece a la tribu Al Ahmar. Pero sobre todo cuenta con el apoyo de Arabia Saudí, cuyo visto bueno todos los observadores consideran indispensable. Sin embargo, a EE UU le preocupan sus tratos con los extremistas y muchos yemeníes cuestionan la forma en la que ha aplastado la rebelión de los Huthi y su enriquecimiento con el contrabando.
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