Exteriores confirma la muerte de un español en el terremoto de Nueva Zelanda
La cifra de fallecidos en el seismo que arrasó la ciudad de Christchurch ha ascendido a 113
Un ciudadano español ha muerto en el terremoto de Christchurh (Nueva Zelanda), según ha informado el Ministerio de Exteriores. En la cadena SER el cónsul honorario en la ciudad, Francisco Javier García Perea, ya había avanzado que los equipos de rescate temían que el hijo de un español con doble nacionalidad que daba clases en el momento del seísmo estuviese entre los escombros de su escuela de idiomas.
En el complejo de oficinas en el que se encontraba el joven, conocido por ser la sede de la televisión local, puede haber hasta 120 personas atrapadas, la mitad estudiantes de intercambio.
La cifra de desaparecidos se mantiene en 226, y la de fallecidos en 113. El millar largo de socorristas que trabaja en la zona es muy pesimista sobre las posibilidades de sacar a alguien con vida de la mayor parte de los edificios en ruinas, a pesar de lo que los equipos (algunos llegados desde Taiwán, Estados Unidos y Japón) continúan rastreando con perros, cámaras diminutas y micrófonos. La lluvia y el frío que han caído sobre la ciudad empeora aún más las perspectivas. El último superviviente -una mujer que permaneció aplastada bajo una mesa durante casi 26 horas- fue rescatada hace dos días. Las historias espeluznantes se han ido sucediendo en estas horas. Una de las peores es la de un atrapado al que se pudo rescatar después de que un médico le cortara las piernas con una navaja suiza, el único instrumento lo suficientemente pequeño par poder intervenirle entre los escombros.
El centro de la ciudad permanece acordonado y se ha impuesto un toque de queda para evitar saqueos y que los ciudadanos circulen por calles oscuras donde todavía pueden derrumbarse decenas de estructuras a causa de las réplicas del terremoto. El primer ministro neozelandés, John Key, tras decretar el estado de emergencia nacional, señaló que "son días muy, muy duros para todos" pero todavía cree que puede ocurrir un milagro en Christchurch, en donde se ha restablecido la electricidad pero no la mayoría del agua potable.
El terremoto, que alcanzó los 6,3 grados de magnitud en la escala Richter, tuvo su epicentro a diez kilómetros al sureste de Christchurch, alcanzando una profundidad de cinco kilómetros, y fue seguido por una réplica de 15 minutos de 4,5 grados, convirtiéndose en el segundo gran temblor de la ciudad en cinco meses, y el peor desastre natural de Nueva Zelanda en 80 años.
Grandes edificios han quedado completamente destruidos, mientras que otros han resultado gravemente dañados. Entre estos últimos destaca la Catedral de Christchurch. Con cerca de 400.000 habitantes, esta es la ciudad más poblada de la isla sur de Nueva Zelanda. En el centro de la ciudad, las carreteras han quedado dañadas y hay edificios derribados y piscinas de agua sobre el asfalto por las cañerías y alcantarillas que han quedado destrozadas.
El banco de inversión J.P. Morgan ha estimado que el terremoto ha provocado daños por valor de unos 12.000 millones de dólares, mientras que la empresa evaluadora de catástrofes AIR Worldwide Estimates ha considrado que la industria de seguro tendrá que hacer frente a pagos por daños de entre 3.500 millones y 8.000 millones de dólares
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