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Estados Unidos descubre otro caso Madoff

La SEC acusa a Monroe Beachy, de 77 años y amish, de haberse embolsado 33 millones de dólares con un fraude con el que llegó a estafar a 2.600 inversores

Las copias de Madoff emergen por toda la geografía de EE UU, dos años después de destaparse el masivo fraude. Incluso en los lugares más insospechados. El regulador del mercado de valores acaba de destapar una estafa de tipo piramidal en Sugarcreek, Ohio. Dicho así puede sonar a otro más para el registro. Pero este tiene un elemento que le diferencia del resto: el criminal de guante blanco es amish, como la mayoría de sus víctimas.

El autor del fraude se llama Monroe Beachy. La definición dice que esta secta protestante menonita de origen alemán se opone a cualquier tipo la innovación, hasta el punto de que siguen desplazándose en carrozas. Se convirtieron en una comunidad muy conocida desde la películade Peter Weir Único Testigo, protagonizada por Harrison Ford, que transcurría en Pensilvania, donde se encuentran los grupos más importantes en EE UU. En total se calcula que hay 249.000 amish en casi 30 estados. Son muy tradicionales y puristas. Pero este varón de 77 años, cinco más de los que tiene Bernard Madoff, se saltó las reglas por todo lo alto.

La SEC le acusa de haberse embolsado más de 33 millones de dólares con un fraude que duró casi un cuarto de siglo y con el que llegó a estafar a 2.600 inversores, a los que prometía retornos mayores por gestionar su dinero que el que ofrecían los bancos. La tapadera de la trama era la firma A&M Investments. El regulador solicitó que se le congelarán todos sus activos, incluido el caballo y el distintivo buggy negro.

Beachy, de acuerdo con el detalle de la demanda, utilizaba las carteras de inversión de sus clientes como si fueran cuentas bancarias, una estructura similar a la que usó durante dos décadas Madoff. El dinero, les decía, era utilizado para comprar activos de bajo riesgo respaldados por el Tesoro de EE UU. Pero en realidad, el estafador usaba los fondos para hacer operaciones especulativas y mantener su estilo de vida.

Nadie lo sabía, ni se daba cuenta. En Sugargreek creían tanto en Monroe Beachy, que hasta los padres animaban a sus hijos a invertir en A&M Investment porque lo veían seguro. Los fondos de las escuelas y de la iglesia mennonita de la localidad le confiaron también su dinero. Suena al efecto que tenía Madoff entre su exclusivo grupo de adeptos en Nueva York y Florida, lo que le permitió hacer crecer y crecer la trama.

Si el estafador estuviera en la misma cárcel que Bernard Madoff, podrían intercambiar sin problemas sus notas con los detalles de las artimañas financieras. Y habría otras cosas más en las que coincidirían, como que el gestor de fondos amish enviara cada mes a sus clientes extractos en los que exageraba los retornos. Así fue hasta que en junio de 2010 voló todo por los aires.

Beachy, como Madoff, se encontró con el problema de que no podía devolver a sus clientes el dinero que le reclaman y empezó a destruir las pruebas. Con menos de 18 millones en la cuenta, se declaró en bancarrota. El gestor financiero no niega ni admite el fraude, pero si ha aceptado llegar a un acuerdo con la SEC para que sus activos se utilicen para compensar a sus víctimas. La comunidad amish en Sugargreek sigue sin creérselo.

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