La defensa de Assange tilda de contrasentido acusarle de "violación leve"
El abogado defensor, Geoffrey Robertson, argumenta que en Suecia Assange ha sido demonizado y sería juzgado sin presencia de prensa y público
El fundador de WikiLeaks ha abandonado su retiro en la nevada mansión de Norfolk para afrontar un nuevo asalto de su batalla legal en juzgados británicos. Extradición, o no extradición. Esa es la cuestión. Julian Assange se ha presentado ante la Corte Real de Justicia de Woolwich, a 45 minutos del centro de Londres, para resistirse a ser extraditado a Suecia, país que le reclama por cuatro presuntos delitos de carácter sexual. Según su abogado defensor, Geoffrey Robertson, resulta contradictorio acusar a Assange de "violación leve" y ha remarcado que "hubo tres actos de sexo consentido antes de que llegara el cuarto, en que la chica dice que hubo violación". Robertson considera que su defendido ha sido demonizado en Suecia y sería juzgado sin presencia de prensa y público. "Existe el riesgo real de que EE UU trate de obtener su extradición o su entrega ilegal" a este país, "donde puede ser detenido en Guantánamo o en cualquier otro lugar, en violación del artículo tres del Tribunal Europeo de Derechos Humanos", ha argumentado.
No lo tiene fácil: la mayoría de las órdenes de arresto internacional acaban con el reclamado ante la justicia del país que le reclama, según fuentes cercanas a Assange. De hecho, el abogado de las dos mujeres que pusieron la denuncia de que al protagonista de los dolores de cabeza de la diplomacia estadounidense le va a caer al menos un año de prisión (entrevista en EL PAÍS, 7-02-2011).
Los abogados defensores del fundador de WikiLeaks han presentado ante el tribunal los argumentos contra la extradición de su cliente a Suecia. Está previsto que el propio Assange, que está en libertad condicional en el Reino Unido tras pagar 283.000 euros de fianza -que consiguió gracias al aval de personalidades como el cineasta británico Ken Loach, el periodista de investigación australiano John Pilger y el director estadounidense Michael Moore-, comparezca ante la corte. Una ayuda que sigue, ya que durante los próximos dos días Assange permanecerá en el Club Frontline de periodistas, en Paddington (Londres), presidido por Vaughan Smith, el millonario propietario de la mansión inglesa donde se aloja.
Tras la última comparecencia judicial, que fue de trámite en la que las dos partes presentaron sus pruebas y anunciaron sus testigos, los abogados ya anunciaron que su línea de actuación se centrará en demostrar que la eventual entrega al país escandinavo podría desembocar en una extradición de su cliente a Estados Unidos, país donde podría ser acusado de espionaje y condenado incluso a la pena de muerte tras la mayor filtración de documentos secretos de la diplomacia de EE UU de la historia. Además, el equipo legal del australiano, integrado por Mark Stephens y Geoffrey Robertson, entre otros, creen que pudo haber abuso de proceso al haber emitido Suecia una orden internacional de arresto para que su defendido fuera detenido en el extranjero cuando ni siquiera ha sido acusado formalmente de ningún cargo.
Por otra parte, los cargos con los que se le relaciona podrían no ser punibles bajo la legislación británica, dado que no hay pruebas de que las mujeres que ahora le denuncian no dieran su consentimiento a los actos sexuales, argumento éste que no comparte en absoluto Claes Borgström, el defensor de las dos mujeres suecas. El contenido de un mensaje sms en el que una de las dos mujeres que denunciaron a Assange escribe, no se sabe bien en qué tono, sobre una venganza y una exclusiva periodística, es uno de los puntos pendientes de aclaración. Será uno de los temas a analizar en el juicio contra Assange, si este se llega a celebrar, en territorio sueco; porque hoy no es una vista sobre los hechos propiamente dichos, es una vista sobre su extradición. Pero algunas de las pruebas y algunos detalles de lo que pasó en Estocolmo entre los días 14 y 18 del agosto del año pasado estarán sobre la mesa. La vida personal del fundador de WikiLeaks interfiere de nuevo en su labor de difusión de filtraciones.
Los cuatro días que complicaron su vida
Con los datos que hay hasta ahora sobre la mesa, esta sería la reconstrucción de lo acontecido en aquellos días. El editor australiano viaja el viernes 11 de agosto a Estocolmo para participar en unas conferencias organizadas por Miss A., una de las demandantes. Según la declaración de esta mujer a la policía, a la que el periódico The Guardian tuvo acceso hace un mes, Miss A. organizó el viaje de Assange y le cedió su piso porque tenía previsto estar fuera de casa en esos días.
Regresó más pronto de lo previsto, el 13 de agosto, y se fueron a comer juntos. Al volver a casa, tomaron un té, y fue entonces cuando Assange supuestamente lanzó su primera ofensiva: intentó arrancarle la ropa y le rompió el collar. Según el testimonio de la mujer, tuvieron relaciones sexuales con preservativo, pero Assange "hizo algo" con este, de modo que se rompió. En su posterior declaración a la policía en Estocolmo, Assange asumió haber tenido relaciones sexuales con Miss A. y dijo que siguieron durmiendo juntos durante una semana sin que ella mencionara en ningún momento el asunto del condón roto.
Este episodio fundamenta el primer cargo contra Assange, el de coerción ilegal: Miss A. argumenta que el australiano utilizó el peso de su cuerpo para inmovilizarla con intención sexual. También denunció que le obligó a practicar sexo sin preservativo en contra de su expreso deseo, motivo por el que se le acusa de acoso sexual, el segundo cargo en su contra.
El sábado 14 de agosto fue el día de la conferencia en el seminario organizado por Miss A. Acudió a la cita Miss W. Por la tarde, Assange y Miss W. se fueron al cine, donde mantuvieron un primer escarceo. Por la noche, Miss A. organizó una fiesta en su apartamento, a la que Assange acudió.
El lunes 16, Miss W. llamó a Assange para quedar con él por la noche, según declaró a la policía. Fueron al apartamento de ella en Enkoping, cerca de Estocolmo. Durante la noche mantuvieron relaciones sexuales con preservativo, a pesar de las reticencias iniciales del australiano. Pero a la mañana siguiente Miss W. se despertó al notar que el australiano estaba manteniendo relaciones sexuales con ella. Le preguntó si se había puesto condón, él respondió que no. "Espero que no tengas el HIV", le dijo. "Por supuesto que no", respondió Assange. No siguió convenciendo a Assange de que se pusiera un preservativo porque en esas llevaban toda la noche. Era la primera vez que la chica mantenía relaciones sin protección, según declaró a la policía.
Este es el episodio en que se basa el tercer cargo contra Assange, tal vez el más complicado para la defensa del australiano. Miss W. le acusa de haber mantenido relaciones sexuales con ella sin preservativo y mientras ella dormía. La defensa de Assange sostiene que las relaciones con Miss W. fueron iniciativa de la chica. Y añaden que en un mensaje de texto que Miss W. envió no hablaba de violación y decía que estaba "medio dormida", no dormida.
Miss W. reflejó en el atestado policial que, al día siguiente del incidente, compró la píldora del día siguiente y se hizo una prueba de enfermedades de transmisión sexual.
Assange siguió durmiendo unos días en el apartamento de Miss A., que denunció haber sido víctima de un nuevo ataque por parte del cerebro de WikiLeaks. Se produjo el 18 de agosto. En esta ocasión, la mujer asegura que sufrió el acoso de Assange "de una manera dirigida a violar su integridad sexual".
La versión de Assange, difiere en todos los puntos. Jennifer Robinson, abogada de Assange, sostiene que existen unos mensajes de móvil que demostrarán que Miss W. buscaba sacar tajada del episodio. En ellos se hablaba de la posibilidad de acudir al diario Expressen para cobrar por la exclusiva. Se hablaba de venganza. El abogado sueco lo niega tajantemente. "Ese mensaje no era más que un chiste, bromeaban sobre cómo se podría sacar dinero de semejante historia. Ninguna de las dos buscó nunca conseguir dinero con esto", afirma.
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