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Rousseff anuncia un nuevo equipo económico marcado por la continuidad

Guido Mantega seguirá al frente del Ministerio de Economía, mientras que el nuevo presidente del Banco Central y la nueva ministra de Planificación provienen del ámbito del actual Gobierno de Lula

Dilma Rousseff ha confirmado hoy los tres nombramientos claves de su nuevo equipo económico que, según los analistas tiene "la cara de Lula" y "el corazón de ella". Se trata del actual ministro de Economía, Guido Mantega, que fue escogido por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, durante su segundo Gobierno y mantendrá el cargo en el próximo Ejecutivo; de Alexandre Antonio Tombini, un técnico bancario que también ha trabajado con el presidente saliente yq ue sustituirá a Henrique Meirelles como presidente del Banco Central; y de Miriam Belchiore, actual responsable por la gestión de las obras públicas que ocupará a partir del próximo 1 de enero el Ministerio de Planificación. Belchiore será además la primera mujer que integrará en Brasil la alta política económica del Gobierno.

La nueva presidenta ha destacado que estos nombramientos "aseguran la continuidad del gobierno bien sucedido" del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, basado "en las metas de inflacción, cambio fluctuante y responsabilidad fiscal". Todo ello, afirma la nota oficial "para promover los avances que conduzcan a Brasil a vencer la pobreza y a convertirlo en un país plenamente desarrollado".

Los dos grandes diarios del país: O Globo y Folha de Sào Paulo habían avanzado la noticia de forma significativa. Para el diario carioca el nuevo equipo económico de Dilma tiene "la cara de Lula". Para el diario paulista, la nueva presidenta forma su equipo económico para "mantener su total control".

Por ello se podría decir que se ha tratado de un compromiso entre Rousseff y Lula al escoger el motor de la economía de los próximos cuatro años. Los tres nuevos ministros (Tombini tendrá rango de ministro como lo tuvo su antecesor) provienen del ámbito del actual Gobierno Lula, aunque no se ha tratado de los nombres que él hubiese preferido. Por ejemplo, Lula insistió hasta el último momento para conservar al ortodoxo Meirelles. Dilma lo rechazó. Ella tiene corazón más técnico que político y quiso interrumpir la tradición de los últimos gobiernos de tener al frente del Banco Central a un experto internacional de política monetaria más que a un técnico. Este nombramiento deberá ser ratificado en votación parlamentaria, según ha recordado hoy Dilma.

Por contra, Mantega y Belchiore no eran las opciones preferidas de Dilma. Ella había pensado en Louciano Coutinho, actual Presidente del BNDES, para ministro de Economía y en Nelson Barbosa, actual secretario de política económica, para ministro de Planificación. Ganó en esto la batalla Lula, quien quiso mandar un mensaje de continuidad de la actual política macroeconómica conservadora.

El nuevo equipo económico tiene sí, la cara de Lula, pero también el corazón técnico de Rousseff. Como afirma esta mañana la analista económica más seguida del país, Miriam Leitão, de O Globo, el nuevo equipo económico de Dilma pertenece al "grupo de gastadores" más que al de la austeridad fiscal. Para la analista: "Lo importante no es el nombre del Presidente del Banco Central, sino el principio de autonomía de la institución". Según ella, con Dilma y con el nuevo presidente dicha autonomía "no está garantizada", o por lo menos no como lo estuvo con Lula.

Tombini, 47, es sin duda un técnico del Banco Central de gran prestigio. Se doctoró en la Universidad de Illinois, en los Estados Unidos tras haberse formado en la Universidad de Brasilia y ha trabajado tres años en el FMI, pero lo que ha pesado a la hora de ser escogido por Dilma, afirma Letão, es que él "no exigirá el respeto a la autonomía". De esa forma Rousseff tendrá más en sus manos las decisiones últimas sobre la política monetaria. Como es sabido, al contrario de Meirelles, ella es partidaria de una bajada drástica de los índices de intereses, hoy de un 10,75, probablemente los más altos del mundo pero que aseguraron a Lula la llegada de ríos de dólares al país y el control rígido de la inflación en un 4%. La alta inflación, que llegó a ser hasta de cuatro cifras, fue un gran cáncer del pasado anterior a Lula y se convirtió en el gran enemigo de los más pobres del país.

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