Miliband reivindica su giro a la izquierda sin renegar del centro
El nuevo líder de los laboristas británicos, Ed Miliband, arrancó su inesperado mandato con un primer discurso ante las bases del partido que vino a exponer algunas de las virtudes pero también las fragilidades que se le adivinan. Logró transmitir esa calidez personal que muchos le atribuyen pero no consiguió lanzar un mensaje realmente contundente, o al menos coherente, sobre lo que hay que esperar de él. Nunca consiguió separarse de la contradicción de querer llevar al partido hacia la izquierda pero sin abandonar el centro político.
En esa línea, desmintió una vez más los apelativos de "Red Ed", Ed el Rojo, con el que le ha bautizado de inmediato la prensa conservadora y quiso marcar distancias con los sindicatos - sin los cuales no habría podido derrotar a su hermano David en la carrera por el liderazgo- al desmarcarse de "la retórica de una oleada de huelgas salvajes".
Pero es difícil decir cuál fue el mensaje central de un discurso en el que reivindicó los logros y el radicalismo inicial del Nuevo Laborismo pero denunció su trasformación con el tiempo en el pensamiento del poder establecido. Elogió la figura de Tony Blair para acabar renegando de la guerra de Irak y del recorte de libertades de su política antiterrorista pero también de la desregulación financiera, el endeudamiento excesivo de los británicos, el desprestigio de la clase política o la inquietud de los votantes laboristas por los efectos que sobre sus vidas ha acabado teniendo la inmigración.
El nuevo líder laborista, que ha forjado su carrera política a la sombra de Gordon Brown, elogió también la figura de su mentor y el papel que tuvo primero como responsable del Tesoro y luego como primer ministro en la lucha contra la pobreza en el mundo, pero al mismo tiempo le echó en cara, como tantas veces lo han hecho ya en el pasado los conservadores, el que no pudiera cumplir su promesa de erradicar para siempre lo que los británicos llaman "boom and bust", la alternancia de las vacas gordas y las crisis en la vida económica del país.
Ese mismo tira y afloja destiló en los pasajes que probablemente van a ser más escrutados por los comentaristas en los próximos días: sus referencias al problema del déficit público y sus planes para eliminarlo. "Soy serio respecto a la reducción del déficit", aseguró, y subrayó la importancia de que el laborismo recobre "la credibilidad fiscal que nos ganamos en 1997". Como ya había hecho el domingo, hizo suyos como "punto de partida" los planes del anterior canciller del Exchequer (ministro del Tesoro) laborista, Alistair Darling, de rebajar el déficit a la mitad en cuatro años. Pero no aclaró cuál es el punto de llegada y adornó sus referencias al déficit de agradable retórica: "Cundo limitas la política económica a la reducción del déficit estás dejando a Gran Bretaña sin un plan para el crecimiento".
Halagó los oídos de la izquierda del partido, pero también de la clase media, con llamamientos a "proteger a quienes tienen ingresos medios y bajos". "Yo digo que la gente que causó la crisis y que más medios tiene, ahora debería hacer más: con una tasa más alta para la banca que nos permita hacer más para proteger los servicios públicos y dar más derechos a las familias que dependen de ellos", añadió.
Especialmente significativa fue su referencia a la inmigración, una cuestión que ya suscitó nada más ser elegido líder el sábado pasado. Reivindicó los orígenes inmigrantes de su familia y rechazó la idea de poner trabas a la libre circulación de trabajadores en la Unión Europea, pero advirtió: "No podemos pretender que no tiene consecuencias. Y hay que afrontar esas consecuencias". "Si queremos libre circulación de trabajadores en Europa necesitamos estándares adecuados en nuestra economía, incluyendo la protección real de los trabajadores de empresas subcontratadas".
No hizo ni una sola mención a sus posiciones sobre la Unión Europea pero sí sobre Estados Unidos, "un aliado increíblemente importante, pero debemos recordar siempre que son nuestros valores los que han de dar forma a nuestras alianzas y las acciones militares que implican". Defendió también "el derecho de Israel a existir en paz y seguridad" pero también "el derecho de Palestina a un Estado". Y pidió el fin del bloqueo de Gaza.
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