Tibio arranque en Brasil de los debates electorales
Rousseff, la protegida de Lula, y Serra se centran en el pasado e ignoran el futuro
Un debate "soso" y "previsible", según la prensa local, abrió en la madrugada del jueves la carrera por la sucesión de Lula da Silva en la presidencia de Brasil. Los dos principales candidatos, Dilma Rousseff, del gubernamental Partido de los Trabajadores (PT), y el socialdemócrata José Serra defendieron una reforma tributaria que aligere las cargas fiscales y estimule las inversiones, pero esquivaron los temas polémicos, por miedo a un resbalón inicial.
Aunque al debate participaron cuatro de los nueve candidatos, el duelo fue entre Rousseff (41% de intención de voto, según las encuestas) y Serra (31%). La ecologista Marina Silva luchó en vano por hacerse hueco. Y Plinio de Arruda Sampaio, candidato del Partido del Socialismo y de la Libertad, una escisión a la izquierda del PT, divirtió a los telespectadores con sus propuestas de ruptura del sistema, amparado en sus 80 años y en la nula posibilidad de victoria.
Según los analistas no hubo un vencedor en un debate, opacado por un partido de fútbol de la Copa Libertadores, porque la ex guerrillera Rousseff, escogida por Lula, y Serra, el ex gobernador de Sâo Paulo, dejaron en el tintero temas espinosos como el aborto, el matrimonio homosexual, la libertad de prensa, la relación del PT con la guerrilla colombiana de las FARC o la política exterior de Lula, acusado de benevolencia con los dictadores de turno.
Si en los temas de fondo el debate fue tibio, en la forma Rousseff, que se estrena en unas elecciones, reveló su inexperiencia con un visible nerviosismo, con sus titubeos, sus tropiezos de lenguaje, sus repeticiones y el sudor del rostro. Por el contrario, Serra que ha disputado docenas de elecciones legislativas y locales, dominó las tablas, sintiéndose a sus anchas.
Si no hubo duelo, sí hubo golpes de florín. La candidata de Lula intento que Serra comparase los logros de los últimos años de gobierno con los ochos de su correligionario, Fernando Henrique Cardoso. "No soy de los que les gusta usar el retrovisor. Prefiero mirar al futuro de Brasil, que pretendo mejorar", respondió rápido Serra, que destacó que, a pesar de los avances, los aeropuertos y puertos están quebrados, y que las carreteras son una ruleta rusa para los automovilistas. Como Rousseff insistió en comparar ambos Gobiernos, Serra remachó: "Es curioso, porque su actual asesor, Antonio Palocci, cuando era ministro de Economía de Lula, no hizo más que alabar la política económica de su antecesor Cardoso, que siguió a rajatabla".
El debate reveló que la campaña se va a centrar en tres grandes temas: sanidad, educación y seguridad pública, y en la defensa de tres tipos de capitalismo: el de Estado, defendido por Rousseff, como "madre de los brasileños más pobres"; y uno más liberal, defendido por Serra, con menos Estado y más fortaleza empresarial.
Rousseff, pese a su inexperiencia, lleva las de ganar porque, aunque su discurso técnico está a años luz del lenguaje directo y emocional de Lula, se presenta como la continuadora del presidente, que asegura que votar a Rousseff es seguir votándole a él.
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