El misterioso robo de las estatuas en Teherán
El Ayuntamiento de la capital iraní paraliza la instalación de más monumentos tras la sustracción de varios de ellos en los últimos días

El Ayuntamiento de Teherán ha decidido paralizar la instalación de nuevas esculturas en la ciudad a raíz del misterioso robo de varias de ellas en los últimos días, según anuncia hoy en su última página el diario Tehran Times. En total nueve estatuas de bronce de artistas y literatos iraníes han desaparecido de diversas plazas y parques de la capital desde la semana pasada. La última, el pasado sábado, un busto del lexicógrafo persa Mohammad Moin que había sido instalado en el paseo que lleva su nombre hace menos de un mes.
"Dado que podrían producirse nuevos robos, no nos queda más remedio que suspender la instalación de nuevas esculturas", ha anunciado el responsable de la Oficina de Embellecimiento de la municipalidad, Mojtaba Musaví. El Ayuntamiento, que tiene en marcha varios proyectos para hacer más agradable esta metrópolis de 16 millones de habitantes, tenía pendientes de instalar otras cinco estatuas, entre ellas la de Avicena, el influyente médico y filósofo medieval.
El asunto trae de cabeza tanto a las autoridades municipales como a la policía, cuyos portavoces se muestran convencidos de que los ladrones van a fundir las obras para vender el bronce a los chatarreros. La prensa local se ha hecho eco también del robo de cables eléctricos de cobre con el mismo objetivo. De momento, la única pista con la que parecen contar es la grabación de una de las 600 cámaras de control de tráfico que recientemente se han instalado en Teherán y que al parecer captó la sustracción de una de las estatuas.
"Aunque la empresa contratada nos compense por los robos, nada puede remplazar su pérdida espiritual", ha asegurado Musaví. Cada una de las esculturas está valorada en cien millones de riales (unos 7.500 euros). El daño sin embargo es mucho mayor. En un país que se precia de sus principios islámicos (y donde el robo continuado puede castigarse con la amputación de una mano), este llamativo delito pone de relieve que hay ciudadanos dispuestos a correr el riesgo, o económicamente muy necesitados.

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