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Abatido en Colombia un importante jefe de las FARC

El rehen Moncayo se encuentra en buenas condiciones tras su liberación

Un importante jefe de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fue abatido junto a seis rebeldes más en una operación que incluyó un bombardeo de la Fuerza Aérea a un campamento y enfrentamientos en tierra con la policía, informaron ayer las autoridades.

El jefe insurgente muerto fue identificado como Ciro Gómez Rayo, alias Enrique Zúñiga, comandante del Frente 50 de las FARC. La operación se registró en una zona rural montañosa de la cordillera Central, precisaron fuentes de la Fuerza Aérea Colombiana. Gómez Rayo era, según las autoridades, uno de los hombres más buscados en una vasta región de los departamentos de Tolima, Quindío y Risaralda, en el sur y centro oeste colombianos, por las exigencias de elevadas sumas de dinero a ganaderos y hacendados.

Por otra parte, el sargento del ejército Pablo Emilio Moncayo ha regresado con su familia asombrosamente sano y lúcido tras pasar 12 años y tres meses secuestrado en la selva por las FARC. Nohora Rodríguez, directora del Hospital Militar de Bogotá, donde pasó su primera noche en libertad, confirmó que "Moncayo está en muy buenas condiciones".

Ya ha superado los principales males que sufrió en estos años de juventud robada -se lo llevaron a los 19 y regresó a los 32-. Sólo han quedado cicatrices de los seis episodios de leishmaniasis que sufrió y sanó una lesión que le causó una celulitis en la pierna derecha. Moncayo pasó ayer el día entero con su familia; hoy se someterá de nuevo a chequeos médicos.

Moncayo llegó a Florencia (capital del departamento sureño de Caquetá), poco antes de las seis de la tarde del martes (hora local). Sólo después de una hora de abrazos y declaraciones Pablo Emilio le quitó a Gustavo, su padre, las cadenas con las que el profesor Moncayo se había atado sus manos hace tres años para caminar por el país y exigir la libertad del hijo.

El anhelado abrazo fue, pues, con cadenas. No era lo que había soñado el profesor Moncayo; pero el alboroto de la llegada aplazó el momento. El abrazo con la hermana que no conocía -tiene apenas cinco años- estuvo lleno de preguntas y sonrisas.

"No saben cuán asombroso es volver a ver la civilización", fue casi lo primero que declaró. Habló corto y sereno, con muestras de madurez: "Lo que yo piense en nada cambiará el rumbo de la historia de Colombia", dijo cuando le preguntaron qué pensaba de las FARC. "Parecen invisibles, pero ahí están. Son una realidad". El sargento transmitió la petición de dos de sus compañeros para que una ONG presione para lograr su liberación. "Sus vidas corren peligro", dijo. Moncayo también relató que durante siete meses caminó con muletas por la selva. Ocurrió hace tres años, justo cuando su padre emprendió las caminatas por su libertad.

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