La justicia iraquí ejecuta a Alí el Químico

Justicia iraquí ha ejecutado al ex ministro de Defensa Alí Hasan al Mayid, conocido como Alí el Químico, que había acumulado cuatro penas de muerte en distintos juicios por crímenes contra la humanidad. El portavoz del Gobierno iraquí, Ali al Dabag, ha dicho al canal iraquí de televisión Al Iraquiya que la ejecución se llevó a cabo este lunes, de acuerdo con la ley, pero no aclaró el sistema utilizado para terminar con su vida.

Pero el canal de televisión iraquí ha informado de que Ali el Químico murió ahorcado, con el mismo sistema aplicado contra su primo Sadam Husein el 30 de diciembre del 2006. Nacido en 1941 en Tikrit, Alí el Químico estaba considerado el más brutal representante del régimen de Sadam, con el que guardaba un gran parecido físico y a cuya sombra creció políticamente.

La fuente señaló que las autoridades tienen en su poder el testamento de quien fue ministro de Defensa y de Interior durante el régimen de Sadam, que establece que se entregue su cadáver a su familia, decisión que será adoptada.

La última condena a muerte recibida por Ali el Químico fue anunciada el pasado 17 de enero en un juicio por haber ordenado en 1988 un ataque con gas venenoso contra los kurdos, en la localidad de Al Halbja, en la que murieron unas 5.000 personas. Las víctimas afirmaron que la aldea fue atacada con armas químicas, e identificaron como el principal culpable a Alí el Químico, que era el responsable de la Oficina de Organización del Norte del extinto partido Baaz.

En esta misma causa fueron condenados el ex ministro de Defensa Sultan Hasheem, que ha recibido una condena de 15 años de cárcel, la misma pena que el entonces jefe del aparato de la inteligencia iraquí, Ali Sader al Dauri. El responsable de los servicios de inteligencia de la zona, Farhan Motlak, fue a su vez condenado a 10 años de prisión.

Alí el Químico ya había sido condenado a pena de muerte en tres anteriores ocasiones. El pasado 2 de marzo, el Tribunal Penal Supremo le condenó a la pena capital por el asesinato de docenas de chiíes, en febrero del 1999. También recibió la misma condena por el genocidio de kurdos en Anfal en 1988, y por la represión de la rebelión chií en áreas del sur de Irak en 1991.