Israel exige la deportación de presos de Hamás a cambio del soldado Shalit
El Gobierno de Netanyahu dice que no está dispuesto a pagar "cualquier precio"
Tras una noche de intensas deliberaciones, el Gobierno israelí ha hecho llegar ayer a Hamás su respuesta a la oferta de canje de prisioneros que podría poner fin al cautiverio de cerca de un millar de reos palestinos y de un soldado israelí capturado hace más de tres años.
La contestación fue un sí con bastantes peros. El Ejecutivo de Benjamín Netanyahu ha hecho saber al mediador alemán que exige que decenas de presos palestinos con condenas más severas sean deportados a Gaza o a países terceros, según fuentes próximas a las negociaciones citadas por la agencia Reuters. La idea es que una frontera separe a la población israelí de los reos condenados por asesinato una vez liberados. Bailan además todavía los nombres de algunos presos que Israel se resiste a liberar.
Con estas exigencias, Netanyahu daría cumplimiento a las peticiones de los familiares de víctimas de ataques palestinos, que han ejercido una fuerte presión durante las negociaciones sobre el canje de prisioneros.
El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, ha asegurado hoy que la liberación de Shalit es una "alta prioridad" para Israel, pero que su Gobierno no está dispuesto a "pagar cualquier precio", dejando entrever la voluntad de seguir adelante con el canje pero con renovadas condiciones. En cualquier caso, la censura militar israelí ha impedido de nuevo que trascendiera el contenido exacto de los condicionamientos que el Gobierno de Netanyahu trasladó al mediador alemán.
La pelota ha vuelto a posarse en el tejado de Hamás, el movimiento islamista que recibiría un fuerte espaldarazo si consigue poner en la calle a cientos de presos palestinos. Con el canje Hamás vería además reforzada su tesis de que la resistencia -en este caso, la captura del soldado Gilad Shalit- es más efectiva que la mesa de negociación en la lucha contra el enemigo israelí.
A los islamistas les interesa cosechar el mayor número de apoyos posible, con vistas a unas posibles elecciones palestinas el año próximo, y ha sido precisamente el temor al rédito político de Hamás lo que ha hecho que hasta ahora algunos líderes israelíes se mostraran reticentes a un acuerdo.
"El Estado ocupante no quiere que la popularidad de Hamás crezca en Gaza y en Cisjordania, por eso no saben qué hacer y han estado divididos hasta el final", ha dicho hoy Fawzi Barhoum, portavoz de Hamás en conversación con este diario en Gaza. Barhoum además aseguró que su movimiento se opone por principio a las deportaciones.
Este canje de prisioneros resulta especialmente importante ya que podría desencadenar nuevos avances como la revisión del bloqueo israelí a la franja de Gaza, que hasta ahora Israel justificaba como represalia a la captura de Shalit. Por otra parte, de consumarse, la liberación del carismático líder palestino Marwan Barguti, uno de los nombres que se baraja en la lista del canje, revolucionaría la ecuación política palestina, con un presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, muy debilitado y que dice estar ya de salida. Barguti está condenado a cinco cadenas perpertuas, acusado de matar a civiles israelíes.
Israel por su parte tiene interés en sacar de Gaza a Gilad Shalit con vida y poner fin a la todopoderosa campaña que encabezan los padres del soldado cautivo, pero el primer ministro Netanyahu sabe que parte de su credibilidad como adalid de la derecha más halconizada del país está en juego y que tiene que obtener de Hamás ciertas garantías antes de poner en la calle a prisioneros palestinos condenados por múltiples asesinatos.
Si finalmente Israel y el grupo fundamentalista Hamás logran ponerse de acuerdo en la letra pequeña del pacto, Benjamin Netanyahu recabará el visto bueno de su Gobierno en pleno, según explican fuentes oficiales israelíes.
Después, todavía habrá que esperar 48 horas en las que grupos que se consideren afectados por el acuerdo podrán apelar al Tribunal Supremo israelí y, mientras tanto, la maquinaria legal israelí trabajará a destajo para formalizar las liberaciones, algunas de ellas complejas desde el punto de vista jurídico por tratarse de máximas condenas. Sólo entonces se produciría la esperada liberación.
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