Violenta protesta sandinista contra EE UU
El Gobierno rechaza unas declaraciones del embajador de Washington
La tensión volvió a las calles de Managua, esta vez por unas declaraciones del embajador estadounidense en Nicaragua, que levantaron ampollas en el Gobierno que encabeza Daniel Ortega. El embajador Robert Callahan criticó un fallo emitido la semana pasada por la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, que dio vía libre a la posibilidad de reelección de Ortega en las elecciones previstas para 2011. Para Callahan, ese fallo fue "indebido". Para el Gobierno de Ortega, las declaraciones del diplomático estadounidense son "inaceptables" y responden a una política desestabilizadora.
El gobernante Frente Sandinista hizo el jueves ostentación de su fuerza en Managua. El partido movilizó de forma sorpresiva a sus filas en una marcha masiva en repudio del embajador estadounidense. En la marcha participaron estudiantes universitarios, simpatizantes sandinistas y empleados del Estado, que según denuncias de organizaciones civiles fueron movilizados con recursos públicos hasta la embajada de Estados Unidos.
Horas antes, miembros del Frente Sandinista arengaban a sus seguidores a través del oficialista Canal 4 contra el embajador Callahan, con la frase "remember Sandino" (recuerden a Sandino), en referencia a Augusto C. Sandino, el héroe nacional que a finales de los años veinte del siglo pasado luchó contra la intervención estadounidense en el país.
Los manifestantes, encabezados por el diputado Gustavo Porras, lanzaron morteros y piedras contra el edificio, destruyeron emblemas estadounidenses y escribieron consignas a favor del partido en las paredes. Exigían la expulsión del embajador Callahan. Este país no había visto en los últimos 20 años un ataque semejante a una sede diplomática.
La reacción del Gobierno responde a unas declaraciones hechas el miércoles por el embajador Callahan durante un almuerzo con empresarios de la Cámara Americana Nicaragüense. Callahan dijo que a Estados Unidos le preocupa la decisión de la Sala Constitucional de la Corte Suprema, que la semana pasada declaró inaplicable el artículo 147 de la Constitución de este país, que prohíbe la reelección continua, lo que da vía libre para que Ortega pueda participar en las elecciones generales previstas para 2011.
Callahan dijo que la Corte actuó de una forma indebida y "atípicamente precipitada, en secreto, sin debate público ni discusión" al emitir el fallo. El diplomático propuso que la posibilidad de reelección debía hacerse a través de una consulta popular o por reforma constitucional discutida en la Asamblea Nacional. "Lo que nos preocupa es la manera en que esta decisión fue tomada en Nicaragua", reiteró Callahan.
Las declaraciones del diplomático fueron rechazadas inmediatamente por el Gobierno de Ortega. Por la vía diplomática y por la fuerza. El Ministerio de Exteriores emitió un comunicado en el que declara inaceptable lo que califica como la "política injerencista y desestabilizadora" del Gobierno estadounidense. "El Gobierno de Nicaragua considera inadmisible la intervención de Estados Unidos en asuntos de orden interno, y en decisiones soberanas de las instituciones del Estado nicaragüense", afirma el texto.
Mientras el texto llegaba a las redacciones de los medios, en las calles las banderas rojinegras del Frente Sandinista ondeaban en la marcha dirigida hacia la sede diplomática. "Que se vaya Callahan", gritaba el diputado Porras.
Las acciones contra la sede diplomática ocurrieron ante la mirada de oficiales de la Policía Nacional, que no intervinieron para controlar a los manifestantes. La policía, hasta ahora una de las instituciones con mayor credibilidad en Nicaragua, se ha convertido en objeto de críticas por parte de las organizaciones civiles, que acusan a sus dirigentes de responder a los intereses del Gobierno y no intervenir en las agresiones contra miembros de la oposición.
Los analistas comparan la violencia desatada en las últimas semanas por partidarios del Gobierno con las turbas usadas por la dictadura somocista. Para el catedrático Félix Maradiaga, el recrudecimiento de la violencia política "es una muestra del salvajismo y la intolerancia" del Gobierno de Ortega.
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