Messi, la 'pulga' que encandila
No se vislumbra techo a su progresión en el Barça pese a sus problemas con la selección de Maradona
Juan Garchitorena resulta sólo un nombre que se pierde en la memoria, pero la suya no es una historia cualquiera. En 1915 se puso la camiseta del Barcelona y a expensas de que aparezcan datos que lo desmientan, Garchitorena fue el primer futbolista argentino en jugar un campeonato oficial en España. Buena se armó. El Barcelona arrasaba en el Campeonato de Catalunya y el delegado del Español reparó que el tal Garchitorena no era español, como aseguraba un pasaporte más falso que un duro sevillano. Dado que era requisito imprescindible para jugar partidos oficiales ser español, al Barcelona le quitaron los puntos y perdió el campeonato. Todo un galán, Garchitorena, tipo que hacía estragos en las largas noches del Paralelo barcelonés, pronto se olvidó del balón y se lanzó a su verdadera vocación: la interpretación.
Es un reclamo publicitario mundial de nivel insospechado
No aparecen datos fiables sobre el número de futbolistas argentinos que se han buscado la vida en España y en la Federación Española consideran tarea imposible dar fe de ellos. Fueron muchos y hubo de todo; genios, buenos, malos y peores. Ninguno dejó tanto como Alfredo Di Stéfano, la Saeta rubia. Pocos como Jorge Valdano. A los dos, iconos del Real Madrid por lo que hicieron y por lo que suponen para el club blanco, hay que creerles cuando señalan a Lionel Messi, el 10 del Barcelona, como el mejor futbolista argentino en la actualidad. "No se duda. Nadie hace lo que él", sostiene Di Stéfano. "No hay futbolista más rápido que Messi. Sabes perfectamente lo que te va a hacer cuando coge el balón pero resulta imposible impedir que lo haga", dice Valdano. "Messi es más rápido con la pelota que sin ella", advierte Guardiola, su entrenador, a quien se ha visto resoplar en el banquillo tras una jugada del 10 del Barça y farfullar: "¡Qué bueno es!". "Necesito verle feliz", confiesa Pep, aunque suene a puro egoísmo: "Cuando Leo está contento, juega mejor", dice.
Lionel Messi nació el 24 de junio de 1987 en Rosario (Santa Fe) pero nunca jugó en un club importante de Argentina. Bautizado como Lionel porque su madre se pasó el embarazo escuchando canciones de Lionel Ritchie, es culpa de su hermano que le llamen la pulga. "Era chiquito y brincaba con el balón como una pulga", le recuerda Rodrigo. Leo llegó a España a los 13 años porque en Argentina nadie quiso hacerse cargo del costoso tratamiento hormonal que precisaba aquel niño para crecer. De eso supo Josep María Minguella, el agente FIFA más poderoso en aquel tiempo. Socio del Barça, Minguella consiguió una prueba para el chaval en La Masía, la escuela formativa del club. "Que era diferente lo veía hasta mi señora, nuestro mérito fue apostar por él", sostiene Charly Rexach, cuya firma en una servilleta de papel supone el punto de partida de la historia de la Pulga, en el Barça, donde se le conoce por Leo.
Messi guarda entre sus primeros recuerdos de Barcelona la imagen de una ciudad ruidosa y lluviosa, donde no lo tuvo fácil. Al principio se entrenaba, recibía hormonas de crecimiento pero no podía jugar: era demasiado joven para tener ficha siendo argentino. Cuando la tuvo, se lesionó. Pasó tres meses en Rosario, curó y volvió con su padre. "Fue él quien insistió en quedarse en Barcelona. Decidimos que su madre y su hermana vivirían en Rosario, porque a la niña le costaba aclimatarse a la escuela por el catalán, pero Leo lo tuvo claro siempre", recuerda Jorge, su padre.
Hace cinco años Messi debutó con el primer equipo en Mont-juïc y a los 22 años ha ganado ya dos copas de Europa, tres títulos de Liga, la Supercopa de Europa y dos veces la de España con el Barcelona. Con Argentina ganó el Oro en los JJ.OO. de Pekín, fue campeón del Mundo Sub-20 y participó en un mundial, el de Alemania 2006, también con Pekerman de seleccionador, le cuidó, marcó un gol y fue feliz. A día de hoy, su historia de amor con la albiceleste resulta deprimente y en Barcelona, donde que juegue mal es noticia, no se le adivina techo a su progresión. Acostumbrado al calor de su club desde niño, al afecto de una afición que le siente uno de los suyos, Leo parece huérfano con la albiceleste. Nunca jugó en Argentina, así que no tiene barra que le cante, y se le exige como el mejor, pero no se le da pie al liderazgo que se le reconoce en el Camp Nou. Sufre en Argentina casi tanto como sonríe en Barcelona, así que parece normal que a este argentino ya le llamen "el catalán".
Ninguneado en su país porque su fútbol no brilla a las órdenes de Maradona, resulta que, al tiempo, lidera al Barcelona en la mejor temporada de su historia y es un reclamo publicitario mundial de nivel insospechado. Escogido por Adidas como icono, da nombre a una línea de ropa, honor reservado hasta ahora para mitos como Uwe Seeler, Beckenbauer o Zidane. También anuncia natillas, es la cara de un banco, y reclamo para tarjetas de telefonía móvil, anuncia refrescos, un juego de fútbol para consolas y otro para móviles, tarjetas de memoria, cuchillas de afeitar, zapatos, dos líneas de ropa casual y una compañía aérea. Además respalda causas solidarias siempre que puede, como la de los niños afectados del síndrome XFrágil -enseñó el logo de la fundación a la que da apoyo tras marcar dos goles en el Bernabéu y prologó un libro en su beneficio escrito por periodistas deportivos- y tiene en marcha una Fundación en Argentina que ayuda a financiar tratamiento médico para niños pobres.
Durante los Juegos Olímpicos de Pekín el impacto mediático de Messi estuvo a la altura del nadador estadounidense Michael Phelps según el estudio realizado por la Universidad de Navarra, que analizó la cobertura mundial de cada una de las 108 medallas correspondientes a 34 pruebas distintas como parte de un proyecto de investigación internacional dirigido y coordinado por ESI Universidad de Navarra (Economía, Deporte e Intangibles) con la participación de diversos expertos: Benno Torgler (Queensland University of Tecnology, Australia); Simon Chadwick (Coventry University, Inglaterra); Frank Pons (Université de Laval, Canadá), y colaboraciones en El Salvador, Colombia y Chile.
Garchitorena, el primer futbolista argentino en la amplia y extensa historia del Barça, se cambió de nombre, se hizo llamar Juan Torena y emigró a Hollywood, donde triunfó. Rodó bastantes películas y rompió otros tantos corazones entre las estrellas de la incipiente industria del cine, según cuenta el mítico Pepe Samitier en sus memorias.
Fue el primer futbolista argentino en España y a su manera, también triunfó. Como Messi, un catalán santafecino al que le basta con estar contento y tener el balón.
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