El conflicto por la electricidad de Itaipú marca la primera visita de Lugo a Brasilia
Lula trata de frenar la reclamación paraguaya por el precio de la energía
En los ambientes políticos y diplomáticos brasileños se consideraba ayer fundamental el encuentro personal entre el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, y su colega de Paraguay, Fernando Lugo. Se trata de un cita crucial para intentar resolver el enconado conflicto entre los dos países por el contencioso de la hidroeléctrica de Itaipú, que amenaza, por parte de Paraguay, con llegar a los tribunales internacionales.
El Tratado de Itaipú data del 1973, y Paraguay querría revisarlo al considerar que el precio que cobra por ceder parte de su cuota de electricidad a Brasil es claramente insuficiente. A esta pretensión se opone categóricamente Brasil.
A su llegada ayer a Brasilia, el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, bajó mucho el tono que había utilizado durante la campaña contra Brasil, y en su encuentro con el presidente del Senado, José Sarney, optó por la política del diálogo: "A todos nos conviene crecer juntos", dijo, después de haber advertido que a Brasil "no le interesa tener como vecino a un país pobre".
Las negociaciones serán aún largas, pero ayer se consideraba crucial para una resolución pacífica y amistosa el encuentro entre los dos presidentes, dada la capacidad que el líder brasileño posee para dialogar y convencer a los líderes de los países más pobres de América del Sur.
El ex tornero considera que Brasil es lo suficientemente fuerte y rico para ayudar en vez de crear problemas a los otros países más pobres. A Lula y a Brasil "no les interesa un Paraguay frágil", dijeron a este diario fuentes del Itamaraty, el Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño.
Baja popularidad
Lugo llegó ayer a Brasil con una popularidad muy baja en su país. Quizá por ello, también en su encuentro con el presidente de la Cámara de Diputados, Michel Temer, afirmó: "El diálogo es la mejor herramientas para superar las grandes y pequeñas dificultades entre nuestros pueblos. Con ese espíritu hemos venido a Brasil".
Lula se había reunido el miércoles con cuatro ministros y una serie de técnicos para elaborar algunas propuestas para evitar tener que revisar el acuerdo de 1973. Para ofrecer a Lugo a cambio de bajar la bandera de las hostilidades, en la cartera de Lula, figuran varias propuestas. Las tres más importantes son, primero, aumentar de 100 millones a 200 millones de dólares lo pagado por Brasil por la exclusividad sobre la energía a la que Paraguay tiene derecho pero no usa. Paraguay, en efecto, tiene derecho al 50% de la producción de energía generada en Itaipú, pero usa apenas el 5%. Lo restante, según el Tratado de Itaipú, es vendido obligatoriamente a Brasil a través de Electrobras. La deuda actual con Paraguay en la construcción de la hidroeléctrica asciende a 19.600 millones de dólares.
La segunda propuesta que el Gobierno brasileño estudia presentar a Lugo es la creación de un fondo para proyectos por valor de 1.500 millones de dólares en el Banco Nacional de Desarrollo Social (BNDES). Se trata de proyectos de infraestructuras en Paraguay. Y por último, la liberación de un crédito a fondo perdido de 100 millones de dólares, del Tesoro Nacional, para financiar obras sociales en el país vecino. El paquete completo de las ayudas sería de unos 1.700 millones de dólares.
Más prudente, el ministro brasileño de Asuntos Exteriores, Celso Amorim, afirmó, horas antes de que llegara la comisión paraguaya a Brasil, que Lula hablaría antes personalmente con Lugo "para saber si existe la disposición" para encontrar juntos una "solución pragmática" y al mismo tiempo "justa para ambos países".
Equipos de los dos países llevan varios meses estudiando las posibles soluciones para resolver por completo el problema.
Según el ministro de Minas y Energías, Edison Lobão, lo que Brasil no aceptará serán presiones para aumentar el precio actual de la energía comprada a Paraguay. Según el ministro, Brasil ya está pagando esa energía más cara que la de las hidroeléctricas de Jirau y Santo Antonio, en el río Mandeira, en el Estado de Rondonia.
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