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Colombia recupera a sus muertos

La fiscalía ha identificado los restos de 450 víctimas de los paramilitares

A finales de este mes, cinco familias de Barrancabermeja, puerto petrolero sobre el río Magdalena, en el centro de Colombia, podrán enterrar a sus familiares asesinados por los paramilitares en mayo de 1998. Son los primeros cinco, de los 140 cadáveres, que entregará la fiscalía en estos meses de comienzo de año, en distintos puntos del país, de víctimas de estos grupos de extrema derecha que sembraron el terror durante dos décadas. La primera ceremonia de entrega será este fin de semana, en una población cercana a Bogotá; los restos son de tres indígenas.

Para Luis González, el fiscal encargado de la unidad creada para aplicar la ley de Justicia y Paz, marco legal de la desmovilización paramilitar que se inició en 2003, este es uno de los grandes logros de este complejo proceso. "Devuelve la tranquilidad y nuevas opciones de vida a los familiares", le dijo a este periódico.

Con la aplicación de la ley se puso en marcha un mecanismo para ubicar e identificar a los 30.000 desaparecidos que se cree que hay en Colombia. Antes no existía una estrategia para hacerlo. Hoy trabajan en esta labor 17 fiscales. Se han hallado más de 1.500 cadáveres en fosas, de los que se ha logrado identificar a 450. "Ya es algo", dice el fiscal González, que reconoce que aún falta mucho por hacer.

En la matanza de Barrancabermeja murieron 25 personas. De esta forma brutal entraron los paras en este puerto, influenciado durante años por la guerrilla. Llegaron a las barriadas y se llevaron en camiones a las víctimas, la mayoría jóvenes, que fueron los primeros de una interminable lista de crímenes. Decenas de familias de allí siguen esperando un cuerpo para cerrar su duelo.

Las identificaciones se venían haciendo de manera lenta, pero el proceso de aceleró con la entrega, a finales del año pasado, de nuevos equipos. "Hemos optimizado y centralizado esta labor", dice González.

Investigación

En este momento hay 400 cuerpos a los que pronto se les practicará la prueba genética. Pero hay otros 800 de lo que nada se sabe. Para aclarar la historia de horror que esconden, la fiscalía visita las regiones más golpeadas por la violencia, cita a los afectados y exhibe prendas encontradas en las fosas. Así se ha logrado en muchos casos dar el primer paso para lograr una identificación. En febrero visitarán Putumayo, en las selvas del sur del país, el departamento donde se han hallado más fosas.

Muchas de las fosas han sido ubicadas gracias a las confesiones de paramilitares que con su testimonio buscan las rebajas de penas que les otorga la ley. La condena máxima es de ocho años. Pero mientras muchos mandos medios han dado las coordenadas precisas de fosas comunes, se ha descubierto también que algunos jefes trasladan restos para borrar las huellas de sus crímenes.

Algunos paras han confesado, sin asomo de vergüenza, que mataron a miles de personas. Estas versiones libres han destapado una verdadera historia de horror. Lo que más ha sorprendido al fiscal González es su carácter masivo. "Tanta cantidad de hechos violentos y una sociedad complaciente; nadie reaccionó, no hubo una respuesta oportuna para enfrentarlo", declaró a la prensa. Los familiares de las víctimas también han colaborado en esta búsqueda. Algunos buscan por su cuenta las fosas y desentierran a su esposo, padre, hijo o hermano desaparecido hace años.

Los paras, con la disculpa de defenderse de las agresiones de la guerrilla, se convirtieron en una verdadera maquinaria de muerte: asesinaron a miles de campesinos y líderes sociales, los desplazaron y se adueñaron de las mejores tierras del país. Muchas fincas usadas para asesinar y desaparecer a todo aquel que consideraran cercano al comunismo se convirtieron en cementerios clandestinos. Otros cadáveres jamás serán encontrados. Los paras han confesado que para borrar los rastros lanzaron los cuerpos a ríos y lagunas. Los grandes jefes de esta macabra organización están hoy en Estados Unidos acusados de narcotráfico.

Cadáver de una víctima de los paramilitares hallado en una fosa común en Putumayo (Colombia).
Cadáver de una víctima de los paramilitares hallado en una fosa común en Putumayo (Colombia).AP

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