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ONG brasileñas critican la impunidad policial

Polémica por la absolución de un agente por la muerte de un niño

Juan Arias

Brasil está indignado. Todos los periódicos, los impresos y los de Internet, estaban ayer abarrotados de mensajes de miles de ciudadanos airados e indignados por la absolución del policía militar William de Paula, acusado de homicidio doblemente cualificado, tras haber disparado en plena calle de Río de Janeiro 17 tiros contra un coche en el que hace seis meses viajaban Alessandra Amorim y su hijo de tres años, José Roberto. Alessandra resultó herida y su hijo murió. La policía alegó que confundió el coche con otro en el que viajaban traficantes de droga.

Tras haber sido encarcelado durante seis meses, el policía fue absuelto, para mayor bochorno, como han subrayado los defensores del niño muerto, el día que se celebraba en el mundo el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El comentario unánime de los ciudadanos, de las ONG que trabajan en la defensa de los derechos humanos y de innumerables juristas, sociólogos y políticos es que la absolución del policía supone una carta blanca para las fuerzas del orden, que podrán de ahora en adelante disparar y matar con total impunidad.

José Augusto Rodrigues, sociólogo e investigador del Laboratorio de Análisis de la Violencia, de la Universidad de Río de Janeiro, afirmó ayer que "no existen en Brasil penas contra el uso arbitrario y desmedido de la fuerza por parte de la policía". Para el sociólogo, "la sociedad se queda con la sensación de desamparo, impunidad y descrédito, porque el derecho a la vida no está garantizado para todos".

Policías sin preparación

El teólogo Antõnio Carlos Costa, fundador de la ONG Río de Paz, declaró al diario O Globo que el gran problema es que el Estado coloca en las calles a policías "sin preparación técnica ni psicológica", como algunos de los policías, ocultando sus caras, confesaron en un programa de televisión: "Salimos a la calle temblando de miedo y a veces sin saber ni cómo funcionan las armas que nos entregan", dijo uno de ellos.

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Los padres del pequeño han recurrido ya a la justicia pidiendo un nuevo proceso. "Nosotros no vamos a pedir venganza", dice la madre entre lágrimas, "sabremos esperar, pero queremos justicia". Alessandra recuerda que, para colmo, quienes les socorrieron en aquel momento trágico no fue la policía, sino unos ciudadanos anónimos que pararon su coche sin miedo a los disparos.

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