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Pendientes de la locomotora china

La economía de Latinoamérica, lastrada por la caída de las materias primas

Soledad Gallego-Díaz

Más del 90% del PIB de América Latina se origina en los países exportadores netos de materias primas. Y sin embargo, la región no dispone prácticamente de instrumentos para amortiguar las fluctuaciones de los precios de esos productos. Depende casi enteramente de la demanda global. Bastan estos datos para comprender la enorme incertidumbre que está provocando en la región la crisis económica mundial: el fuerte crecimiento experimentado por la mayoría de los países suramericanos en la última década se ha debido al aumento sostenido del precio de las materias primas, desde los granos hasta los minerales pasando por el petróleo.

El Banco Mundial calcula que una caída del 10% en el precio de las materias primas reduce el crecimiento de América Latina en su conjunto en un punto entero. ¿Aguantarán la demanda y los precios? La situación se ha deteriorado significativamente en sólo dos meses, pero nadie parece capaz de pronunciarse a medio plazo. "Lo más probable es que nos veamos sometidos en los próximos meses a una cierta montaña rusa de subi-bajas", aventuró la semana pasada el ex presidente del Banco Central de Argentina Alfonso Prat Gay. Desde su punto de vista, todavía no se ha visto el suelo en los precios de algunos productos agrícolas y es posible que no se vea hasta entrado el año que viene, pero la tendencia creciente de los precios de los commodities, que se instaló en 2001-2002, debería extenderse durante varios años más. "No hay que perder de vista la perspectiva", asegura.

Por el momento, la perspectiva no es muy alentadora. La debacle del pasado mes de octubre, cuando los precios de la mayoría de las materias primas experimentaron una fortísima caída en la Bolsa de Chicago no se ha recuperado, ni mucho menos. Hasta entonces se podría decir que todo iba bien. Las exportaciones latinoamericanas habían supuesto en 2007 más de 715.000 millones de dólares, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y prácticamente todos los países parecían beneficiarse. Chile había subido sus exportaciones un 19%; Argentina, casi el 18; Brasil rondaba el 17. Colombia y buena parte de Centroamérica se movía entre el 14% y el 17%. Hasta Paraguay experimentó una subida espectacular del 62% gracias al aumento de la venta de soja.

En octubre todo empezó a torcerse violentamente: se registraron las bajadas de precio de materias primas más importantes de los últimos 30 años. La soja pasó de los 600 dólares por tonelada, precio récord alcanzado en julio, a los 325 a que cotiza ahora. El aceite de girasol, de 2.000 dólares tonelada a unos 805 para la entrega en marzo que viene. El maíz, de 310 dólares tonelada en junio a 178 en las últimas cotizaciones. El trigo no se comportó mejor: de 470 dólares tonelada a solo 233 en octubre pasado. Y, por supuesto, el petróleo, que de 147 dólares barril en julio ha pasado a pelear por quedarse en torno a los 50.

La minería en general también ha experimentado un frenazo considerable. El anuncio, realizado esta semana en Melbourne, de que la multinacional BHP Billiton retiraba su OPA hostil sobre su rival Rio Tinto, por la que había ofrecido 66.000 millones de dólares fue sólo un síntoma de la incertidumbre que se había apoderado del mercado. ¿Qué había pasado? Que BHP y Rio Tinto son la tercera y segunda mayor productoras de mineral de hierro del mundo, con explotaciones en todo el planeta, y que el mineral de hierro, imprescindible para hacer fabricar acero, empezaba a sufrir los efectos de la crisis: China preveía un decrecimiento de más del 17% en su producción siderúrgica. "Son tiempos complejos", justificó Marius Kloppers, presidente ejecutivo de Billiton.

La desaceleración del crecimiento de China es el elemento más distorsionador de las esperanzas de América Latina. El gigante asiático ha estado comprando cantidades masivas de materias primas en los países suramericanos. Con una economía que crecía al 13%, China buscó en esta región el petróleo de Venezuela, la soja y el mineral de hierro de Brasil, más soja y oleaginosas de Argentina, cobre de Chile, estaño de Bolivia... En realidad, el precio del cobre de Chile depende en estos momentos de la velocidad con la que las autoridades chinas quieran electrificar su país. China es el primer mercado de exportación de Chile y el segundo de Perú; el segundo socio comercial mas importante de Brasil (sólo por detrás de Estados Unidos) y el tercero de Argentina. La rápida recuperación económica de Argentina, tras el colapso de 2001, se debe mucho más a las necesidades de oleaginosas del ganado chino que a las acertadas políticas de sus gobernantes. Los programas sociales de Venezuela y de Bolivia están pagados sobre todo gracias al superávit del precio del petróleo y del gas.

Los analistas no quieren, sin embargo, que se pinte todo con un toque demasiado pesimista. China quizás invierta más para asegurarse el aprovisionamiento necesario. La bajada de precios de las materias primas tendrá un efecto secundario muy importante: ayudará a controlar el fantasma de la inflación tan peligroso siempre en América Latina; los países de América Central y el Caribe que no son exportadores y que estaban sufriendo precios disparados, experimentarán ahora un alivio. El desplome de octubre puede corregirse un poco, aunque indudablemente sin alcanzar los precios de junio pasado. De momento sólo cabe esperar a ver lo que sucede en China y apostar porque la capacidad de reacción de Estados Unidos sea elevada.

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