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La desnutrición infantil cae un 50% en diez años en Brasil

La mortalidad se reduce casi a la mitad en el mismo periodo

Los brasileños se despertaron ayer con una magnífica noticia. Según el Estudio Nacional de Demografía y Salud de la Infancia y la Mujer, divulgado por el Ministerio de Sanidad, la desnutrición infantil en niños menores de 5 años se redujo cerca de un 50% en Brasil entre 1996 y 2006. La disminución contribuyó a una caída del 44% de la mortalidad infantil.

Según Carlos Augusto Monteiro, catedrático de la facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo, se puede decir que Brasil ha conseguido eliminar la desnutrición infantil.

Según la citada investigación, la tasa de mortalidad cayó de 39 de cada mil nacidos vivos en 1996 a 22 por mil en 2007. Actualmente, el porcentaje está en 22,1 por mil nacidos vivos, y el Ministerio espera una tasa aún menor para 2012: 14,4 por mil. Apenas el 3,6% de las mujeres no tiene acceso a consultas prenatales.

La desnutrición aguda afecta al 1,6% de los menores brasileños de esa franja de edad, un porcentaje que se sitúa por debajo del límite de referencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la región Norte, sin embargo, un dato llama la atención: el 13.3% de la población pasó hambre en los tres meses anteriores a la realización del informe, entre noviembre de 2006 y mayo de 2007.

Los datos muestran que el incremento del nivel de escolarización de las madres y de la renta media de la familia, la ampliación del programa Salud de Familia y la Bolsa Familia, una ayuda económica de la que disfrutan 45 millones de brasileños, son políticas de efecto acumulativo que permiten mejorar la alimentación infantil en el país.

Un problema que señala el estudio es la reducción del periodo de lactancia materna. Por el resto de indicadores del estudio, se puede concluir una relación directa entre la falta de educación y los problemas de salud materno-infantil. La investigación revela que el 10% de las mujeres brasileñas tienen dificultades para cuidar de sí mismas y de sus hijos e incluso para acceder a las políticas públicas sanitarias porque no tienen el suficiente nivel de instrucción (están por debajo de la escolarización obligatoria). Ese grupo de mujeres, que experimentan serias dificultades a la hora de leer una cartilla de vacunación, constituye uno de los talones de Aquiles de la Sanidad brasileña. Mientras que el 20% de los hijos nacidos vivos de mujeres sin estudios muere antes de cumplir un año, la mortalidad de los bebés es prácticamente nula cuando las madres han completado 12 o más años de estudios.

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